A través de los epígrafes de una comunidad cristiana en el sur de Arabia, del siglo V, Frédéric Imbert ha llevado a su auditorio no sólo a las fuentes del cristianismo en Arabia, sino también a las fuentes mismas de la escritura árabe.
Especialista en epigrafía árabe e islámica, profesor en la Universidad de Aix y miembro de la misión franco-saudí de prospección en el emirato de Najrân, en el sur de Arabia, Imbert ha presentado en una conferencia en el Museo de la Universidad Americana de Beirut los descubrimientos realizados en la zona de Jabal Kawkab (la montaña del Astro) donde las paredes rocosas han revelado distintas inscripciones de cruces, pero también miles de grabados rupestres de todas las épocas, desde la prehistoria a la época islámica, y que se extienden en una zona de varios kilómetros.
Algunas epigrafías en roca estudiadas por Imbert
Las antiguas inscripciones de la comunidad cristiana fueron descubiertas en enero de 2014 en el sur de Jabal Kawkab, en el sector de Hima, llamado también Bîr Ḥimā o Ᾱbār Ḥimā, «denominaciones que reenvían a una zona de pozos conocidos desde la más lejana Antigüedad».
El lugar, situado sobre la antigua vía que unía el Yémen con Najran sin pasar por el gran desierto de Rub´ al-Khālî era «una parada obligatoria para el abastecimiento de agua». No lejos de estos pozos, el conferenciante ha descubierto varias inscripciones grabadas en las rocas, «la parte grabada girada hacia lo alto». Su mirada ha sido atraída por «la calidad del grabado y la tipología de los caracteres», como también por «el tamaño ostentoso» y las distintas formas de las cruces grabadas, asociadas sistemáticamente a los textos.
«Es cierto que no son las únicas cruces conocidas en el sur y este de Arabia, pero se trata sin duda de las cruces cristianas más antiguas, remontándose al 470 de nuestra era», subraya Frédéric Imbert.
Sin embargo, no se ha encontrado ningún resto edificado en el lugar. Y el conjunto de las inscripciones, que se extiende en más de un kilómetro, sólo proporciona algunos nombres. No hay ni frases construidas ni textos que relatan un acontecimiento. La identificación de la lengua es, por lo tanto, aleatoria.
«Pensamos, a través de ciertas palabras, que se trata de una forma tardía y tal vez local de arameo», indica. En lo que respecta a la lectura de los nombres, el resultado no es inmediato.
Por ejemplo: «Yawnan bar Malik(w) no lleva ningún punto diacrítico y puede leerse también Ṯawbān, pero nosotros creemos que se lee más bien como Yawnān, tal como sugiere el experto en onomástica Ibn Mākūlā en su obra al-Ikmāl», explica el conferenciante, precisando que en el contexto cristiano, se trata de la forma antigua de Yūnus o Jonás. Por lo tanto, podemos leer «Jonás hijo de Malik ».
[El arabe tiene solo tres vocales y además no se escriben cuando son cortas, por lo que una escritura sin diacríticos -es decir, sin vocales escritas- es muy difícil de interpretar sin contexto. Nota de ReL].
A continuación, refiriéndose al calendario anterior al Islam propuesto por «Muḥammad b. al-Mustanīr, denominado Quṭrub (m. 206/821), gramático de al-Baṣra», él subraya que «burak» corresponde al actual mes de la hégira Dhâ l-Hijja. Respecto a la fecha, ésta correspondería, según el sistema de numeración nabateo, al año 470 de nuestra era.
Las inscripciones datarían del reino del soberano himyarita Shuriḥbi´īl Yakkūf, que gobernó el sur de Arabia del 470 al 475. Bajo su reinado empezaron las persecuciones a los cristianos. Las inscripciones revelan además los nombres de Marthad y de Rabī´, inscritos en la lista de los mártires de Najrân, en el Libro de los Himyaritas.
La escritura nabateo-árabe, una escritura de transición
En lo que respecta al registro de la escritura, el especialista es prudente. Según él, «la inscripción se parece a la del árabe, por lo que podríamos caer en la tentación de llamarla «escritura árabe pre-islámica»; pero esto, sin duda, sería correcto en parte en la medida en que no estamos seguros de que se trata puramente de la lengua árabe, ignorando así la forma de ciertos caracteres que se acercan más a la escritura nabatea tal como la conocemos en el norte de Arabia. Es por esto que es preferible denominarla escritura nabateo-árabe», dice el Profesor Imbert.
[Los nabateos eran el pueblo árabe que controlaba la famosa ciudad de Petra, excavada en la roca, en la actual Jordania. Quedan restos de su escritura y se debate su relación con el alifato o alfabeto árabe clásico. Nota de ReL]
El profesor añade que «hasta ahora, pensábamos que la escritura árabe derivaba del siríaco (escritura utilizada en los ambientes cristianos de Siria y del Bajo Irak), pero algunos están convencidos de que podría derivar del nabateo tardío». El conferenciante recuerda que en estos últimos años los trabajos realizados por la investigadora del CNRS Oriente y Mediterráneo Laïla Nehmé, en el norte de Arabia y alrededor de Madā´in Ṣālih, han demostrado la existencia de una escritura de transición, el nabateo-árabe, algunos caracteres de la cual ya muestran la evolución hacia las formas conocidas de la escritura árabe que nosotros conocemos.
Para entender el contexto en el que fueron producidos estos escritos, Frédéric Imbert expone una pequeña historia de la zona, explicando que al final del siglo III d.C. la dinastia himyarita, que reinó durante 150 años, afirma su neutralidad entre los grandes imperios bizantino y persa, eligiendo el judaísmo.
Por otra parte, el cristianismo se había expandido en Arabia a partir del siglo IV, pero «es en el siglo VI cuando alcanzó su auge en la región del golfo Pérsico, en las regiones costeras del Yemen y en la de Najrân. Uno de los factores importantes de su difusión fue la actividad misionera de los cristianos hacia el imperio persa sasánida y las de los misioneros siríacos monofisitas hostiles al concilio de Calcedonia (451), que son los que parecen tener responsabilidades eclesiásticas en Najrân. Entre el 485 y el 519 son consagrados dos obispos».
Pero un golpe de estado instala en el trono himyarita a un usurpador que toma el nombre de Yûsuf/ José llamado también Dhū Nuwās. Él es quien ordena la masacre de los cristianos de Najrân.
San Aretas no era clérigo, sino príncipe en Nagrán,
y le mató -junto a 340 compañeros según el Martirologio
Romano- el usurpador de Himyar; también el Corán recuerda y condena la matanza
Esta matanza está confirmada por distintas fuentes, entre ellas las Actas de San Aretas Mártir, obra publicada en las Monografías, y los textos epigráficos escritos en árabe meridional por un general del rey Yūsuf Dhū Nuwās, que evoca claramente los acontecimientos. También el Corán se hace eco en la sura al-Burūǧ (las Constelaciones).
Ante la llamada de ayuda de los cristianos supervivientes, y turnándose con el emperador bizantino, el rey de Etiopía, Kâleb, forma una expedición militar para socorrer a los perseguidos. [Etiopía era entonces, como hoy, un país cristiano. Nota de ReL]. Su ejército derroca y ejecuta a Yûsuf, que es reemplazado por un nuevo rey cristiano. El sur de Arabia se convierte en protectorado etíope, permaneciendo tal hasta la conquista del Islam.
Un San Jorge en Aksum, Etiopía... entonces, como hoy, era un país cristiano ortodoxo; Aksum era un reino poderoso que colocaba gobernadores o reyes títeres en el sur de Arabia
Es posible que esta comunidad cristiana procediera de Irak y más concretamente de al-Ḥira, «ciudad árabe de tradición cristiana, polo de cristianización de las orillas del golfo Pérsico y que ya tenía dos episcopados y dos iglesias. Su orientación teológica podría ser la de los nestorianos de al-Hîra, pero es difícil de demostrar», dice el conferenciante, recalcando que dicha comunidad había adoptado una lengua y una escritura (el arameo y el nabateo-árabe) que no son las del reino de Himyar, es decir, el árabe meridional y el idioma sabeo (o sabáico).
Para concluir, Frédéric Imbert señala que todo el contexto epigráfico de Hima y de la zona de Jabal Kawkab es problemático porque esta región hace alarde de miles de representaciones humanas y animales, versículos, cruces, versos de poesías, textos en árabe, en árabe meridional, en thamud o en nabateo. «Nosotros trabajamos sobre lo que yo llamo "el libro más antiguo de los árabes", un libro escrito sobre las piedras del desierto por hombres que vivieron en una época en la que una cierta forma de monoteísmo se ponía en práctica en el dolor y la oposición, las masacres y las guerras. Hoy, es una página de la historia de los árabes y del cristianismo que nosotros intentamos descubrir y que hay que ir a buscar en el sur de Arabia».
(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares. Publicado originariamente en francés en L´Orient Le Jour)