Tres horas hablando sobre los 10 mandamientos. ¿Un sermón? No, un programa de televisión en la RAI – la TVE italiana - con un solo protagonista: el conocido actor y director de cine italiano Roberto Benigni.
Más bien ha sido un programa en dos entregas. La primera el 15 de diciembre, sobre los tres primeros mandamientos, los que tienen que ver con Dios. La segunda, al día siguiente, sobre los otros siete.
Sí, tres horas de sermón y tres horas como líder de audiencia, con 10 millones de personas de media, oyendo el no robarás, no desearás… y amarás a tu Dios.
Benigni con chaqueta, camisa blanca sin corbata, un pañuelo en el bolsillo para secarse el sudor de la frente de vez en cuando… un torrente de palabras, un maestro con las manos – por lo demás como cualquier italiano - , un atril con unas hojas, unas 300 personas en el auditorio. Un monólogo, por tanto. Qué va, un verdadero diálogo entre este magnífico actor y cualquiera que le escuche.
Increíble fenómeno en un país, Italia, en el que casi la mitad de los políticos de Roma han sido detenidos por corrupción.
Al contrario que en nuestra realidad, aquí en España, donde todo el mundo se queja de los políticos – “son todos iguales” – pero nadie habla de cómo volver a la moral… en Italia, la televisión pública no ha dudado en volver a lo básico, a los mandamientos, que hasta hace poco la sociedad compartía como base de la moral.
El oscarizado director de cine italiano no evitaba hablar de esta situación… Al comenzar no ha dudado en bromear con las luces de Navidad de Roma… sobre todo esas blancas y azules encima de los coches (de policía) que van y vienen del Campidoglio – la sede del senado italiano – para recoger a gente…
Siempre intenso, era gracioso en momentos: no robarás, un mandamiento que Dios escribió en italiano. Moisés al recibir las tablas con ellos no lo entendió…
-¿Y ahí que pone?
-Déjalo, Moisés, está en italiano.
-¿En qué?
-Dentro de tres mil años lo entenderás…
Pero en otros momentos llegaba a conmover, sobre todo tras leer – la única lectura que hizo en las tres horas – un texto del Talmud: “Cuídate de hacer llorar a una mujer. Dios cuenta sus lágrimas. La sacó de tu costado. No de tus pies, para que no la pisaras. No de tu cabeza, para que no estuviera por encima de ti. La sacó de tu costado, por debajo del brazo, para que la protegieras. Del lado del corazón, para que la amaras”. El aplauso, estruendoso.
¿Cuál ha sido la reacción al segundo programa más visto del año – el primero es el inevitable y larguísimo Festival de San Remo que paraliza Italia? La prensa lleva cuatro días hablando del tema… hasta Vanityfair ha dado su opinión, positiva por supuesto, haciendo hincapié en los momentos más emocionantes.
Las redes sociales, al rojo vivo. El periódico La Repubblica, reconociendo que Benigni ha convertido “la televisión en algo digno”…
Hasta ha recibido la acostumbrada llamada telefónica del Papa. Un momento de alegría que, según sus allegados, Benigni ha querido guardarse para sí.
El show de Benigni ha suscitado algunos reparos: "La imagen que se ha presentado de la Iglesia es la de una organización que, en cierto modo, ha manipulado voluntariamente el dato bíblico y ha reelaborado según sus intereses aspectos del Decálogo", lamenta Gaetano Piccolo, S.I., profesor de Filosofía en la Pontificia Universidad Gregoriana.
El sociólogo Giuliano Guzzo, experto en cuestiones de bioética y familia, subraya en particular que, "escuchando a Benigni, la Iglesia habría sustituido la prohibición del adulterio por la de cometer actos impuros, transformando una regla aceptable en una prescripción absurda". Elogia, en cualquier caso, que el espectáculo haya servido "para que millones de italianos vuelvan a reflexionar sobre los Diez Mandamientos, y esto representa sin duda un elemento apreciable, tanto más en una fase histórica en la cual la religión tiende a ser relegada al ámbito individual, apartándola de su propia y constitutiva dimensión pública".
Como ha dicho el mismo Benigni: “He bromeado sobre lugares comunes de los italianos. Hay una parte que vive de modo inconsciente, la otra todavía tiene la capacidad de razonar y de creer en los principios y en los valores. A esta parte es a la que hay que dirigirse si esperamos reconstruir el país”. Una frase que nos viene como anillo al dedo, aquí en España.