Las religiosas agustinas españolas Caridad Álvarez y Esther Paniagua fueron asesinadas por odio a la fe en 1994 en Argel durante la sangrienta guerra civil que se produjo en Argelia. Ellas se habían negado a abandonar el país y dejar solos a la gente a la que habían servido esos años.
Cuando se disponían a entrar a la capilla a rezar fueron asesinadas a tiros en la puerta. El pasado 27 de enero el Papa Francisco reconoció su martirio y el de los otros 17 sacerdotes y religiosos asesinados entre 1994 y 1996 en este país del norte de África.
Ahora la Orden de los Agustinos Recoletos a la que pertenecían estas misioneras ha presentado un documental de 25 minutos sobre sus vidas, donde se recoge el testimonio de las personas que estaban con ellas aquellos días, que las conocían y también de sus misioneros. Este es el reportaje que publica la agencia SIC:
Cari y Esther, Mártires de vida recoge los testimonios de los Superiores generales de la familia agustiniana y de las personas que vivieron de cerca la muerte de las dos religiosas. En algo más de 25 minutos, el reportaje multimedia recuerda con sus protagonistas el discernimiento que realizaron las agustinas misioneras los días previos a su asesinato, el día de su muerte y el significado que tuvo para toda la familia agustiniana y la reacción que supuso el anuncio de la beatificación.
Durante el vídeo se pueden ver además imágenes inéditas de las dos misioneras, así como el crucificado y la Virgen de África que estaban en la casa de Bab-el-Loued donde vivía la comunidad de religiosas.
María Jesús Rodríguez, Superiora provincial de la Provincia San Agustín de las Agustinas Misioneras, acompañaba a Cari y Esther en el camino que realizaron desde la comunidad en la que vivían hasta la capilla a la que acudían a la eucaristía y en cuya puerta fueron abatidas a tiros. En primera persona cuenta cómo vivieron las dos religiosas los días previos a su muerte, siempre “con alegría y sencillez”. Cuenta en el reportaje que, como Superiora provincial, debía visitar todos los años las comunidades de la provincia. En octubre de 1994, con motivo del discernimiento que Monseñor Henri Teissier mandó realizar, decidió viajar a Argelia y acompañar a todas las religiosas del país.
“Solo escuchaba dos nombres: Cari y Esther”
Tras la realizar los ejercicios espirituales en los que decidieron continuar en Argel pese a la extrema violencia que se estaba produciendo, continuó con ellas algunos días más. María Jesús Rodríguez recuerda cómo fue aquel 23 de octubre. “Cuando llegó Esther, le dijimos que era el Domund y que todo el mundo estaría rezando por nosotros”, cuenta. “Una de ellas dijo vamos en parejas de dos, como recomienda la embajada”. Cari y Esther salieron primero.
“Cuando ya estábamos a escasamente 100 metros (…) oímos dos disparos. Yo me quedé sobresaltada (…). Nos sorprendió que la gente desde las terrazas nos decía ‘hermanas, regresen a casa’ (…). Cuando entramos en esa casa, parte del complejo de la iglesia, oímos llorar. Pedí que nos dieran algo para ver por encima de la tapia. No veía nada pero sí lo suficiente para escuchar el llanto, para gritar qué pasaba y para escuchar solamente dos nombres: Cari y Esther”.
El recuerdo de las dos agustinas misioneras sigue vivo en todo el mundo
La actual Superiora general de las Agustinas Misioneras, Piedad Pacho, estaba en 1994 en Tanzania. Hasta allí llegó la noticia con retraso. “Al día siguiente, al salir de misa, el catequista se acercó a la Superiora y le dice ‘¿ustedes tienen comunidades en Argel? Es que he escuchado que han matado a dos agustinas misioneras en Argel’. No nos pudimos conectar con la casa de Madrid. Al encender Radio Internacional, estaban hablando de Esther. (…) Al día siguiente las hermanas de Madrid (…) nos dijeron lo que había sucedido”.
Piedad Pacho destaca la importancia que tienen Caridad y Esther para la congregación de la familia agustiniana presente en 16 países. “En África, en las escuelas, en el dispensario, en el orfanato, allí están las fotos de Esther y Cari; si vas a Brasil, a Marajó, en las escuelas de las islas, allí están las fotos de Caridad y Esther; o en India o en Filipinas”.
“Dios y la historia estaban marcando su camino”
La agustina misionera Mari Paz Martín vivió muy de cerca aquellos días de 1994. Ella destaca por encima de todo el discernimiento que realizaron los días 6 y 7 de octubre. “Apenas terminaron, nos trajeron las conclusiones. Las trajo Ángela, la madre general. Es conmovedor porque citaban las citas bíblicas, las comentaban. Es estremecedor porque parece que Dios y la historia estaban marcando su camino”, explica. Cari y Esther, dice, “no querían morir, querían la vida, pero se presentó así y no echaron para atrás”.
Los priores generales de la Orden de San Agustín y la Orden de Agustinos Recoletos, Alejandro Moral y Miguel Miró, destacan la importancia que ha tenido el testimonio, la muerte y la beatificación de las dos monjas. “Para la familia agustiniana es muy importante porque son dos hermanas, nos unimos mucho en el dolor (…). Supone que dos hermanas, viviendo nuestra espiritualidad lleguen a ser beatas”, dice Alejandro Moral. Por su parte, Miguel Miró afirma que “es un testimonio que nos llena de esperanza, de alegría y que nos llena de vida”.
En este sentido, Javier Pipaón, que era Prior general de los Agustinos Recoletos en 1994, recuerda que “no causó alegría pero, después de la tristeza y del sufrimiento, sí es un hecho que conforta en la vocación de todos nosotros”.
Sin fecha para la beatificación
Tras el anuncio en enero, el proceso continúa parado. La causa de Caridad y Esther y los otros 18 compañeros mártires aún no tiene fecha para la beatificación. El deseo de todas las congregaciones era que la celebración tuviera lugar en Argel, aunque esto resulta complicado. Se continúan barajando opciones y posibilidades, aunque en todo caso será una celebración conjunta para todos los fallecidos en Argel entre 1994 y 1996.