El músico italiano Roberto Bignoli, después de años de carrera musical, primero mundana y luego cristiana, ha publicado recientemente un libro-testimonio en italiano titulado "Il mio cuore canta; Medjugorje e la musica di Dio" (Mi corazón canta ..Medjugorje y la musica de Dios). En él habla de su vida y su fe, y de la gente con la que ha tratado y le ha mostrado algo de Dios.

"No creo que la gente nazca atea, agnóstica o creyente", asegura en el prólogo. Cree, más bien, que todos los hombres tienen dentro la semilla de la fe, pero las distracciones y eventos de la vida pueden ahogarla... o permitir que crezca.

Por eso, afirma: "Escribo para que quien me escuche o lea pueda reavivar su corazón, pueda recoger los mensajes positivos y mirar dentro de sí, encontrar la senda, el camino y llevar una nueva música a su camino”.

Ha visto que ha sucedido en ocasiones. Unos chicos drogadictos escucharon su música y sus palabras en un concierto y decidieron cambiar, entrar en una comunidad terapéutica y dejar las drogas.


Roberto Bignoli contrajo poliomielitis cuando tenía un año, y siempre arrastró secuelas, dificultades motoras y uso de muletas. Su infancia fue dura, en instituciones de acogida, 

En el internado ya se volcó, adolescente, en la música rock. Vivió la generación "beat", el "flower power", incluso las drogas y la cárcel.

Hizo música con figuras comerciales importantes como Vecchioni, De André, Alberto Fortis, Loredana Berté... Pero a partir de cierto momento sus dificultades motoras se fueron agravando y dificultando más su carrera.


Eran los años 80, su vida estaba atascada y él vivía con amargura. Unos chicos de la Renovación Carismática le dijeron una sóla frase: "Jesús te ama"·

En medio de su desierto vital, esa frase le hizo pensar. "¿Jesús me ama? ¿Cómo? Soy discapacitado, sólo puedo caminar con muletas, no he tenido una verdadera familia, pasé mi infancia en internados e instituciones, me refugié en la falsa libertad de la droga. Creí en la música, pero el negocio musical me descartó. ¿Jesús me ama?"

Era como un reto. Los jóvenes carismáticos le animaron a acudir con ellos en un viaje espiritual a Medjugorje, en Bosnia-Hercegovina, donde se decía que se aparece la Virgen María. Era 1984, y decidió ir. "Quizá por una vez me pase algo bonito", se dijo.


Allí, en Medjugorje, oró con sencillez. Pidió a María algo muy poco materialista: “llena mi corazón de alegría y serenidad”. Y fue sucediendo. Viajó buscando y encontrando a Dios con los pobres en la India, y con las religiosas de la Madre Teresa en Nepal.



“Creer no es fácil. No lo ha sido para mí. Pero pedí ayuda a Dios, y Él me guió. Me puse a su disposición. Soy una persona como los demás, pero que tuvo un encuentro fundamental, con María y Jesús".

Él, que conoce la vida en la calle y en la cárcel, se declara "feliz de que el Señor haya tomado el timón de mi vida".

Hoy Bignoli es esposo y padre y tiene la alegría y la serenidad que pidió. Decidió dedicarse a la música cristiana y ha podido hacerlo durante muchos años. Da conciertos en todo el mundo, ha publicado doce álbumes y cinco sencillos. Ha conseguido 5 premios Unity y en EEUU un Grammy de música cristiana internacional.

"No tengo respuestas para todos los males del mundo, no sé decir a quien sufre el porqué de su dolor. Puedo solamente decir aquello que he descubierto en el curso de mi existencia atormentada: “Esta diversidad es una gracia.”

Roberto Bignoli canta el salmo 139