A los teólogos quizá les atraigan especialmente las grandes obras de Santa Teresa (su “Vida”, “Las Moradas”, “Camino de Perfección”, “Libro de las fundaciones”) pero los expertos reunidos estos días en Ávila, especialmente los biógrafos y los lingüistas, creen que el genio y la personalidad de la santa y escritora se encuentran sobre todo en sus cartas y textos cortos. Recuerdan que escribió en torno a 15.000 cartas, de las que nos quedan apenas 500.
Uno de los “cazadores de cartas de Teresa” es el padre Tomás Álvarez, que lleva años buscando manuscritos en conventos, archivos y museos de España y Latinoamérica. En el congreso presenta su catálogo de cartas, el más completo recopilado hasta la fecha.
El P. Javier Sancho, director de la Universidad de la Mística y vicepresidente de la Fundación V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa (con una completa web en www.stj500.com), explicó en la presentación que “posiblemente los resultados de este congreso sean los que más novedad aporten en el avance de los estudios teresianos, y supongan una gran sorpresa para la gran mayoría”.
El carmelita explicó que “en el congreso se cuenta con especialistas en diversas áreas: historia, literatura, comunicación, arte, psicología, medicina, grafología, teología… sin olvidar la percepción desde la vida cotidiana de sus monjas y frailes”.
Las cartas ayudan a conocer mejor a Teresa en su contexto más inmediato: “es aquí donde encontramos realmente lo que significa la mujer mística, no absorta tras las rejas de su convento, sino caminando por el barro de la historia. Sin duda, este congreso va a hacer emerger aspectos prácticamente desconocidos o ignorados de la mujer que fue Teresa de Jesús”, aseguró Javier Sancho.
El congreso cuenta con una exposición que va a ser itinerante por España: “Teresa a través de su epistolario”. Su director, el P. Jerzy Nawojowski, presenta a Teresa como “una persona muy preocupada por numerosos problemas de su tiempo y que mantenía correspondencia cruzada con centenares de destinatarios a través de cartas en las que se incluyen numerosas anécdotas”.
El Congreso, además, será el marco para la convocatoria del 1º Premio Internacional “Teresa de Jesús y el diálogo interreligioso”. El Premio quiere ser una propuesta para favorecer los estudios y ensayos que tengan como tema central la figura y doctrina de Teresa de Jesús y su papel en el diálogo y encuentro con otras religiones. El premio está dotado de 10.000 €. y será entregado en el transcurso del gran congreso teresiano que se celebrará en Ávila del 21 al 27 de septiembre de 2015 con el título: “Teresa de Jesús, Patrimonio de la Humanidad”. El Premio está patrocinado y promovido por la Fundación CITeS y la Universidad de la Mística, con la colaboración de la Fundación V Centenario.
La asistencia presencial ronda las 200 personas procedentes de diversos países del mundo. El congreso contará con traducción simultánea en 4 idiomas: inglés, francés, italiano y español.
Por Internet lo siguen unas 6.000 personas de 40 países de los cinco continentes. El congreso se transmite en directo en los cuatro idiomas. Posiblemente, son más de 10.000 personas las que, por una vía o por otra, en distintas redes de comunicación, seguirán todo el congreso, en directo o después en diferido por otros medios.
Las actas de este congreso junto con los anteriores, dará lugar a la Gran enciclopedia Teresiana del Centenario, como una de las propuestas culturales más importantes.
La conferencia “El epistolario de Teresa de Jesús: autógrafos, copias manuscritas y primeros impresos” a cargo de Ana Garriga, marcó algunas cifras sobre el “frenético carte teresiano”.
“Sin tratar de responder aquí con precisión a la tantas veces formulada pregunta de cuántas cartas escribió Santa Teresa, tarea arriesgada e inviable, quedémonos con que entre el tímido 1.200 que apuntaba Vicente La Fuente en su edición de 1861 –”escasamente gozaremos hoy día de la tercera parte de las que escribió y pasan ya de cuatrocientas las que se han logrado reunir en esta edición”–, las “más de cinco mil cartas” de las que hablaba Silverio de Santa Teresa y las cifras más realistas apuntadas tanto por Efrén de la Madre de Dios y Otger Steggink –”14.600 cartas; añadiendo luego la correspondencia anterior a 1562, rebasamos las 15.000″ – como por Teófanes Egido y Luis Rodríguez Martínez –”Santa Teresa pudo escribir lo mismo unas 10.220 cartas que unas 25.550” –, el epistolario de Teresa de Jesús, del que conservamos 486 cartas entre autógrafos, originales y copias certificadas, no es sino una ínfima muestra del frenético carteo teresiano”.
Sonsoles Sánchez-Reyes puso esta actividad en su contexto al hablar de “El arte epistolar del renacimiento. Singularidad del Epistolario teresiano” donde afirmó que “es frecuente encontrar exégetas que afirman que el lenguaje epistolar de Santa Teresa es el más interesante de todos sus escritos y que Teresa de Jesús se configura literariamente, por encima de todo, como escritora de cartas. Varias de sus obras se conciben como extensas cartas, dirigidas unas veces a sus carmelitas descalzas (Camino de Perfección o Las Moradas), y otras, como el Libro de la Vida, a corresponsales concretos como sus confesores fray Domingo Báñez y fray García de Toledo”.
Esta autora recurre a la escritora feminista y lesbiana Virginia Woolf que defendía que el arte epistolar es “el ensayo bajo un disfraz”, “un arte que una mujer tradicionalmente ha podido practicar sin la sospecha de perder su condición femenina, que podía llevarse a cabo a ratos perdidos entre mil interrupciones y a menudo con la apariencia de estar sirviendo a un propósito útil”. Esto se aplicaría, cree, al epistolario de Santa Teresa que con sus cartas proporcionan un criterio para una tipología de la epistolografía femenina.
“El epistolar es el género que mejor permitió a la Santa abulense ser crítica y creativa, gozando de una cierta libertad para ser ella misma, frente a la censura cuya sombra siempre se cernió sobre sus otras obras. Y es precisamente entre las líneas de su correspondencia donde una Teresa de carne y hueso se materializó de una manera tan corpórea, que algunos fragmentos auténticos de sus cartas comparten protagonismo sin desmerecer entre sus objetos más personales, en la sala de reliquias del Convento de la Santa, en Ávila”.
Juan José Jiménez Praderas, especialista grafólogo, con su “Estudio, revelaciones grafológicas en las cartas” aseguró que Santa Teresa, según se desprende de su tipo de letra, “permanece en una estructura de personalidad “Límite” no descompensada, pero siempre en búsqueda de un equilibrio entre la necesidad que tiene de los demás, y la soledad interior que requiere la vida que ha elegido”.
Para este grafólogo “una estructura psicótica no descompensada es mucho más rica en potencial de creatividad, está más cerca de la realidad que un delicado carácter psicótico, que no tiene una estructura consistente, y la simula mediante realidades subjetivas y elaboradas, y que además es menos original y creativa. Dicha estructura psicótica no descompensada es más evidente en Santa Teresa, que posee un gran campo de creatividad, de impulso vital, y que no está trabada como sucede en el caso de la descompensación, por unos mecanismos de defensa “psicóticos” pobres y rígidos, que no hubieran permitido ni un matiz, ni siquiera en ideas relacionadas con el pensamiento, la expresividad, no habría flexibilidad, y por tanto no se ajustaría el comportamiento y personalidad de Santa Teresa”.
Y añade remitiéndose a Berta Andress y Alberto Angoso en su libro “Grafopsicología de la mística española”: “si Santa Teresa estuviera tan desequilibrada, no habría conseguido los resultados que la hicieron célebre”.
Este grafólogo incluso dio una lista de otras personas que (supuestamente) tenían también una personalidad “psicótica no descompensada”: “Se trata de grandes genios como han sido Picasso, Beethoven, Newton, Hemingway, Mozart, Tchaikovsky, Goya, Schumann o Gauguin… Los rasgos de esta escritura ponen de manifiesto que no tiene dificultades en la adaptación al medio, ni presenta una relación distorsionada consigo misma ni con los demás”.
Teófanes Egido, con “El sistema postal de la Madre Teresa”, afirmó que la correspondencia de santa Teresa se vio ayudada y, a la vez, condicionada por el sistema postal de su tiempo. El correo se modernizó notablemente con la creación en la época de Felipe II de la estafeta y con ciertas reformas en la correspondencia con las Indias. La madre Teresa aprovechó generosamente todas las posibilidades de este correo oficial, y se esfuerza por ganarse a los correos mayores de las localidades principales de sus fundaciones.
Ahora bien, en el “sistema” teresiano, los medios más socorridos fueron los otros, los privados, los carreteros, recueros, los mensajeros propios, los amigos e repartidores, que aseguraban la entrega de tantos objetos, no solamente cartas, como circulaban en aquellas formas de comunicación. Puede afirmarse que aquel sistema postal, inseguro y caro, fue, en buena medida, el responsable de tantas tardanzas, de la pérdida de muchas cartas de santa Teresa que no han llegado hasta nosotros pero, también, al que se debe el que se pueda disponer de este tesoro teresiano.
Silvano Giordano con su conferencia “Calzados y Descalzos. Una relación difícil. Cartas al P. Juan Bautista Rubeo y al Rey Felipe II”, afirmó que en los años complejos en que los frailes descalzos fraguaron su identidad en relación con la orden, llenos de contrastes y de malentendidos, Teresa de Jesús declaró sus intenciones y proyectos al rey Felipe II y al general Juan Bautista Rubeo. Comparando las cartas llegadas hasta nosotros, es posible apreciar las estrategias de comunicación empleadas por la fundadora.
María José Pérez González tituló su conferencia: “Yo me espanto de lo que la quiero: Cartas a María de S. José”. Trató de las cartas entre Teresa y María de San José (Salazar), priora del convento de Sevilla: 62 cartas, testimonio de una prolongada relación de amistad entre estas dos mujeres. Las cartas desde su misma materialidad, sirvieron para salvar la distancia física. Teresa hizo realidad la máxima «Procure ser amada para ser obedecida», creando lazos con sus monjas a lo largo de la geografía, para formar una red de monasterios unidos por vínculos de afecto que llevaran adelante su proyecto reformador.
Esteban Monjas Ayuso habló de la relación especial que mantuvieron Santa Teresa y Lorenzo de Cepeda, su hermano, en su ponencia: “Hermana, amiga y directora espiritual. Cartas a Lorenzo”. Ella aconsejó a su hermano en temas de vida espiritual como la oración o la necesidad de un director espiritual; también le orientó sobre la administración de los bienes con la meta puesta en la máxima: “Lo mejor será dejar todo por el TODO” (que es Dios), así como en la educación de los hijos, en el tema de la salud y el necesario equilibrio entre el cuidado del cuerpo y las penitencias, a las que el hermano se inclinaba. Le dio así un itinerario espiritual que podría ser en muchos casos válido para nuestros días.
Alfonso Ruiz Calavia dedicó su conferencia al tema: “Cartas de Santa Teresa a Jerónimo de la Madre de Dios, Gracián”. Las cartas que dirigió a este sacerdote se escribieron como una confidencia íntima y espiritual, “núcleo central y a la vez más alto del epistolario teresiano”, “van a aparecer todos los sentimientos y términos más humanos para expresar una relación afectiva: padre, hijo, amigo, confidente, ser amado, a la vez que se mezclan su condición de súbdita y superiora, discípula y maestra. Una relación copiosa, larga y sentida, disfrutada con ilusión y sin cansancio. Teresa recurrirá a un lenguaje cifrado, donde los otros son ficticios para mejor disimulo. Así, José es el propio Cristo. Angela o Laurencia es ella misma. Gracián es Pablo o Elíseo o Cirilo . El Nuncio es Matusalén, los calzados son los gatos y las descalzas las águilas, cigarras las calzadas; Macario, el P. Antonio, ángeles los inquisidores. Es un lenguaje convenido con Gracian, gracias al cual pueden expresarse con mayor libertad”.
Myrna Torbay Khoury habló acerca de “La relación epistolar con los laicos” y su objetivo fue proponer una espiritualidad laical teresiana desde el epistolario de la Santa, 468 cartas que se conservan, 135 están destinadas a 42 laicos (nobles, mercaderes, colaboradores (as), amigos (as) y familiares), es decir un 29% de las cartas; y “aunque a simple vista no parece una cifra significativa, no nos permite deducir que su relación con los laicos haya sido poca, si consideramos el hecho de que difícilmente los familiares de los laicos conservarían esas cartas a lo largo de los años y de generación en generación, como lo hicieren los conventos, diócesis, o sus propios familiares”. Teresa se relaciona a través de sus cartas con laicos de diversas realidades sociales, y casi toda gente con cierto nivel cultural y poder adquisitivo (exceptuando sus familiares).
Tanto la nobleza como los mercaderes, ocupan un lugar importante en su epistolario, además de su familia, por quien vela sin tregua. Ante todo, prácticamente desde la primera hasta la última carta que escribe a los laicos, Teresa pide algo, pide ayuda y colaboración de todo tipo, no solo material sino también moral y espiritual; mediación en las licencias para fundar sus conventos, patronatos para sus nuevas fundaciones, además de casas y terrenos; pide que intercedan para la fundación de la nueva provincia, y por las injusticias que se cometen con sus frailes; pide alimentos, limosna, información, pide intermediación para que lleguen sus cartas, trabajo y ayuda para sus familiares, pide a los padres que dejen a sus hijas entrar en sus conventos y que le escriban, pide consuelo, ver a los que quiere, y también que no la olviden, pide atención para sus monjas y frailes, y que les den consejos y les acompañen, que se confiesen y pide mucho a Dios por cada uno de ellos (as), su santo amor y temor, luz y entendimiento, salud y gracia, sosiego para servirle mejor, pide a Dios que les pague las mercedes que le hacen, y que les haga muy santos… y curiosamente a todos sus laicos pide oraciones para ella y sus monjas
Otro elemento común en todas sus cartas es que se ofrece como sierva de todos. Teresa cree y confía en los laicos, sin reparar en que sean cristianos viejos o conversos.
Asunción Valgañón habló “De mujer a mujer” de su diálogo profundo con Teresa de Jesús.
Como hablándole a ella, confesó: “Me encanta hablar contigo, sé que me escuchas; parece que estamos las dos tomando un café. Te cuento estas cosas pues te sigo y emulo dentro de un montón de diferencias ¡Claro! (aunque te confieso de mujer a mujer que me gustaría enamorarme de Dios...) por eso escribo y voy a las prisiones y estoy recorriendo España como tú...con mi maleta a cuestas; dando recitales a mujeres maltratadas, prostituidas y presas y sin saber cómo y por qué recito algunos poemas muy profundos de espiritualidad suma, y se vuelven locos de alegría. Dos horas de libertad”.
Y a modo de poema pidiendo su intercesión:
“¿Vas a permitir Teresa
en tu quinto centenario
que España sea un calvario
y de los corruptos presa?
Acude al Omnipotente,
pide pan para la gente
que se apiade del herido
de los que sufren el paro
del corazón más perdido
del que gime, del que llora
de quien ya no ve la aurora
porque en la noche se esconde.
¡Por qué roba el hombre al hombre?
¿Por qué esta lucha no cesa?”
Rafael Pascual presentó el completo catálogo de obras teresianas que ha realizado con Tomás Álvarez. Incluye obras mayores, epistolario, y escritos menores de todo género. Se incluyen en tres cuadros la actual difusión de los autógrafos teresianos por Europa y América. No desecharon páginas o cartas dictadas por ella, materialmente escritas por la secretaria de ocasión, en la mayoría de las ocasiones su querida Ana de San Bartolomé, pero completadas y firmadas por Santa Teresa. También fueron incluidos los autógrafos que en estos momentos están extraviados, pero de los cuales se posee fotografía, en espera de su posible recuperación. Se excluyen de la serie los documentos oficiales, extendidos generalmente por mano de escribano y únicamente firmados por ella.
Lola Poveda presentó el tema “El epistolario de Teresa de Jesús: de la experiencia a la expresión orante”. Según ella, el hecho de que escribiera tantas cartas demuestra que la experiencia de Teresa es, en el mismo reconocimiento de la experiencia, expresión. Y nada mejor que un epistolario donde la propia expresión se mueve por el impulso de comunicar y comunicarse, libre de los compromisos a los que la elaboración de un libro obliga. La expresión de Teresa es expresión orante. De su diálogo “con El que sabe que le ama” emana su diálogo con el entorno y el mundo que le rodea. Implícita o explícitamente la oración, como confrontación y diálogo humano divino, aparece en sus cartas como argumento. Orar es vivir y vivir, para Teresa, es un constante expresarse en Dios y desde Dios para mejor servir.
Victoriano Martín presentó la “Gestión, dinero y finanzas en las Cartas de Santa Teresa”. Habló acerca de las habilidades de Santa Teresa en el ámbito de la gestión y las finanzas en el mundo de los negocios. Las cuestiones económicas tienen un enorme peso cuantitativo en los escritos de Teresa de Ávila, que muestra un gran interés y preocupación por los problemas económicos y financieros, no sólo de los conventos, sino también de su familia.
Por lo que se refiere a los conventos, varias veces tuvo que recurrir al crédito para saldar su economía deficitaria y para hacer frente a los gastos de edificación y puesta en funcionamiento. Pero no faltaron ocasiones en que tuvo que colocar en inversiones rentables los superávits de aquellos conventos de economía más boyante, lo que la obligaría a estar al corriente del funcionamiento de los mercados financieros de la época, cuyos activos más representativos eran juros y censos, siempre en segundo plano de los activos reales como la tierra, según asesoraba a su hermano Lorenzo. Teresa se vio envuelta con mucha frecuencia en operaciones financieras más o menos complicadas, así como en contratos que tenía que leer y estudiar muy detenidamente para asegurar la buena salud financiera de sus conventos.
Sin embargo, no parecía interesarle el debate teológico teórico sobre asuntos financieros tan intenso en las universidades de Salamanca, Alcalá, Coimbra y toda Europa, aunque por razones prácticas sí acudía a asesores académicos, mercaderes y expertos en general en su toma de decisiones económicas. Con esos consejeros, y su propia “sabiduría especial”, se movió “como pez en el agua en el mundo de los negocios y el dinero”.
Francisco Javier Sancho Fermín, hablando de la “Autobiografía espiritual de Teresa en sus cartas”, explicó que “la grandeza de la mística teresiana se radica en la simbiosis perfecta entre lo humano y lo divino, entre la vivencia espiritual y la realidad concreta. Ambas realidades se iluminan y se ayudan a un mismo fin: crecer en el amor. Y es la vida con sus retos y dificultades lo que da autenticidad a la mística. Pero también es la experiencia de Dios la que ayuda a asumir la vida en una dinámica capaz de seguir enriqueciendo a la persona. El camino se complementa. Nada se puede dar por concluido ni por terminado. Teresa nos enseña a no asirnos a nada, a dejar que el Espíritu –en la vida y a través de la vida- siga enriqueciendo e iluminando nuestro modo y manera de “servir al Señor”.
José Vicente Rodríguez habló de un librito poco conocido de Santa Teresa: sus “Exclamaciones”. “Sabemos poco más de lo que Fray Luis de León puso en su primera edición de las Obras de la Madre Teresa de Jesús en 1588, al titularlo: “Exclamaciones o meditaciones del alma a su Dios, escritas por la Madre Teresa de Jesús, en diferentes días, conforme al espíritu que le comunicaba nuestro Señor después de haber comulgado, año de mil y quinientos y sesenta y nueve”. Hoy se le suele llamar, simplemente “Exclamaciones”, pero como detallaba Fray Luis, eran también meditaciones. “Hay que considerarlas como la autobiografía oracional y apostólica de la Madre Teresa y no hay mejor camino para conocer su personalidad que estudiarla, escucharla y hasta espiarla cuando ora (como hace en Las Exclamaciones) durante el tiempo que emplea en sus diálogos suaves, o tormentosos, pero siempre sinceros y audaces con Dios”.
Julio Almansa Calero habló de “Mística y realismo en el epistolario teresiano”, dos factores que se conjugan en sus cartas, mostrando una santa, con «pies y cabeza», que acoge los dones de Dios sin perder de vista las comunidades y las personas que Dios le ha confiado. “Las Cartas teresianas no sólo son una ventana a la historia y usanzas del siglo XVI, también nos permiten rastrear los dinamismos de Dios y el mejor modo de responder a su llamada”. Ella se muestra en las cartas como “una mujer que habla y ríe, que bulle vigorosa y optimista resolviendo tantos problemas” como le vinieron encima sobre todo en los últimos diez años: deudas, enfermedades, cuestiones de herencias, malentendidos, traiciones, calumnias, falsedades, compromisos. Su alma se deja tocar como si tuviese cuerpo”.
Y así, hasta el domingo, Ávila se empapará de análisis y pasión por Teresa de Jesús, una pasión contagiada de la que ella empapó en sus innumerables cartas.