Dirigida por el australiano Phillip Noyce (Juego de patriotas, El coleccionista de huesos, El americano impasible, Salt: todo un especialista del thriller y la acción), presenta un reparto de lujo: Meryl Streep y Jeff Bridges como veteranos, Katie Holmes en esplendor de madurez, y Taylor Swift, Odeya Rush y el protagonista, Brenton Thwaites, como prometedor gancho para los más jóvenes. Todos ellos convierten en cine la célebre novela del mismo nombre que escribió Lois Lowry en 1994 como primera de una serie de cuatro, convertidas para unos en objeto de culto y parte del currículum escolar, y para otros en lectura desaconsejable. La escritora, por cierto, estuvo presente y feliz en el estreno.
The Giver es una distopía comparable bajo muchos aspectos a 1984 de George Orwell o Un mundo feliz de Aldous Huxley. Dibuja un horrible mundo futuro en el cual los seres humanos han sido privados de su capacidad de decisión haciéndoles creer que jamás existieron los sentimientos ni las emociones.
El consejo de sabios que preside una Meryl Streep con apariencia de bruja gobierna de forma totalitaria y aparentamente benéfica bajo un principio: "Cuando la gente tiene libertad para elegir, elige mal".
No obstante, el sistema perpetúa la memoria pretérita a través de un hombre: El Dador, Jeff Bridges, conservador de una inmensa biblioteca que guarda los secretos del pasado para aconsejar con ellos a los sabios.
Brenton Twhaites es el llamado a sustituirle cuando muera, pero el descubrimiento de ese secreto tendrá consecuencias imprevistas para el régimen, porque el joven elige cambiar el mundo desvelando la verdad.
"Es la película más provida jamás filmada", sostiene un entusiasmado John Zmirak en The Blaze. ¿Por qué? "Porque señala un fuerte contraste entre una vida rica, llena de amor, familia, riesgo y heroísmo", y "la existencia estrecha, superficial y cobarde que ofrece nuestra tecnificada Cultura de la Muerte", quien ve representados en los Sabios a "los ejecutivos filantrópicos de la ONU", y en la Streep a una hipotética presidenta Hillary Clinton. En esa sociedad "benevolente y perfecta" se elimina a los "defectuosos" y a los ancianos, la natalidad está programada, el amor no existe y la eutanasia y el infanticidio se practican con asepsia: "No ha desaparecido el asesinato, sólo le han cambiado de nombre", descubre horrorizado Jonas, el protagonista. De hecho él mismo se verá envuelto en la salvación de una vida humana muy particular.
"The Giver es una película poderosa, provocativa y que invita a pensar, y transmite un hermoso mensaje sobre el poder del amor y sobre el valor único de cada vida humana", con una "hermosa descripción de la naturaleza imperecedera de la dignidad humana", afirma Charmaine Yoest, presidenta de Americanos Unidos por la Vida.
Y es "notablemente provida", señala Nick Oslzyk para The Catholic World Report, "no tanto en términos de aborto como de eutanasia, pruebas genéticas y todo un panel de asuntos bioéticos y políticos. Los niños son continuamente mencionados y aparecen a lo largo de toda la película. Hasta que no se demuestra que los recién nacidos son sanos, no se les permite ir a su hogar, ni siquiera darles nombre".
"Fui a verla porque me habían dicho que era una sólida película provida... ¡y lo es!", exclama John Zuhlsforf, sacerdote católico e influyente bloguero (el Padre Z), quien descubre en ella cierta imaginería cristiana, aunque deja al espectador encontrar dónde.
En efecto, para su productor, Michael Flaherty, presidente de Walden Media, la fe tiene un lugar "central" en el film, puesto que el régimen que describe "no quiere que la gente piense que existe una autoridad por encima de la del gobierno" y "un Creador que ha dotado a las personas con el libre albedrío".
"The Giver es realmente un regalo porque nos recuerda los horribles costes de cambiar la libertad por la ´comodidad´ de permitir que otros tomen por nosotros las decisiones ´correctas´", concluye Anne Hendershott en Crisis Magazine: Jonas comprende, al desvelarse el engaño de los Sabios, que "sin la libertad de tomar las decisiones equivocadas no puede haber realmente decisiones correctas".
Ahora bien: esto, que es cierto desde el punto de vista del libre albedrío, constituye asimismo el único flanco débil de The Giver si sugiere que es sólo la libertad de elegir, y no también el bien objetivo, lo que destruye el Consejo presidido por Meryl Streep.
Es el interesante matiz que introduce en su blog Daniel McInerny: "The Giver sostiene que la elección y la diversidad son las características definitorias de la naturaleza humana. Ésta es la verdad que Jonas lucha por dar a conocer. Las buenas memorias que Jonas recibe de El Dador muestran, por ejemplo, que la religión es parte de la verdad que nos hace humanos, pero es la religión ligada a la elección lo que se exalta: la religión como expresión de la diversidad humana, no la religión como culto al único y verdadero Dios. Jonas también recibe memorias que exaltan el valor del matrimonio tradicional y de la familia, pero de nuevo lo que se valora es una entre las muchas, variadas y hermosas formas en las que el ser humano vive su amor, no el valor especial de esa institución particular... En resumen, lo que Jonas encuentra más allá de la distopía son las virtudes liberales (entendiendo ´liberal´ en sentido filosófico), de las cuales la mayor es la elección, y no la caridad".
Con todo, la religiosa y crítica de cine Sor Rose Pacatt considera en el National Catholic Register que "The Giver puede ser considerada una película navideña con mucho de lo que hablar" y que "los catequistas profundos y creativos encontrarán en ella un filón, especialmente si se analiza a la luz de la Doctrina Social Católica".