Andorra es un pequeño país, un micro-Estado de apenas 468 kilómetros cuadrados y algo más de 77.000 habitantes. Pese a su pequeño tamaño es un lugar de bellos paisajes al estar ubicado en plenos Pirineos.
Rodeado por España y Francia una de las grandes particularidades de este pequeño lugar es que se trata de un Principado que tiene dos copríncipes que actúan como jefes de Estado. Se trata del presidente de Francia y del obispo de Urgel. De este modo, en la actualidad los dos copríncipes de Andorra son Emmanuel Macron y el arzobispo Joan Enric Vives.
En el que caso de Vives se trata del único eclesiástico, junto al Papa, que ejerce como jefe de Estado de un país soberano.
Este pequeño país arrastra históricamente una gran devoción mariana centrada en Nuestra Señora de Meritxell, patrona de Andorra, y que se ha canalizado a través de su gran santuario. Tras un incendio este querido lugar mariano quedó prácticamente destruido y un nuevo santuario fue construido para seguir alimentando la fe de los andorranos y de los miles visitantes llegados de España, Francia y otros países.
En estos momentos, Meritxell es uno de los cinco santuarios de la conocida como Ruta Mariana junto a la basílica del Pilar, Torreciudad, Lourdes y Montserrat. Se trata de un itinerario de fe y cultura que une estos destacados santuarios marianos ubicados al uno y otro lado de los Pirineos y que ofrecen al viajero y peregrino una profunda experiencia siguiendo la huella de María.
A continuación ofrecemos el análisis de Ruta Mariana de uno de los santuarios menos conocidos, pero que sorprenderá sin duda a quien lo visite:
Meritxell y el resurgir de sus cenizas
El Santuario de Nuestra Señora de Meritxell se encuentra en el Principado de Andorra. El santuario original de estilo románico desapareció con un incendio en el año 1972. El arquitecto Ricardo Bofill se encargó del nuevo edificio, inaugurándose el año 1978.
En el año 1972 durante la celebración de una fiesta popular, el antiguo santuario románico se incendió y quedó destruido. Del edificio sólo quedaron ruinas y restos dañados, quemados totalmente por el fuego, sobreviviendo sólo el ábside original, la bóveda sobre el altar y el campanario.
Pasados los primeros momentos de angustia y desconcierto, y tras asumir el desastre, las autoridades del país se pusieron a trabajar para devolver al pueblo andorrano la sede de su religiosidad y que en tristes circunstancias habían perdido. En un principio, se encargó un proyecto compartido por varios talleres de arquitectura, pero finalmente sería Ricardo Bofill quien se encargaría completamente de la reconstrucción y renovación del edificio.
El nuevo proyecto
El arquitecto catalán pensó desde un principio que la misión de reconstruir el santuario no podía reducirse a un mero trabajo arqueológico, limpiando y colocando las piedras sobrevivientes en su posición original, como tampoco contempló la idea de ignorar la influencia del carácter arquitectónico (románico) y paisajístico (montañas) local. Sobre la mesa se puso la firme intención de plasmar y expresar en el futuro complejo arquitectónico la esencia románica del antiguo edificio a través de la aplicación de modernas técnicas de construcción y diseño, de tal forma que el nuevo proyecto actuara como puente entre lo viejo y lo nuevo, entre la tradición y la vanguardia.
Así pues, el proyecto inicial de Ricardo Bofill presentaba un Santuario de Meritxell colosal, con un viaducto que conectaba las montañas del valle, un lago artificial con un puente y una calle llena de tiendas y de restaurantes, además de una gran escalinata con terrazas, pequeños cobijos y esculturas de grandes dimensiones, y de anfiteatros para encuentros populares y actos culturales. Finalmente, sólo una pequeña parte del sueño de Ricard Bofill se llevó a cabo.
Los planos del proyecto relacionan plantas, secciones y fachada a través de un esquema armónico basado en la numerología simbólica y en la relación de la medida básica en el terreno y el programa. En el exterior se evidencia una clara influencia románica, una forma que pertenece a la negra montaña envuelta en vegetación inspiradora, sobre las ruinas de lo que probablemente fue una pequeña aldea, recuperando la filosofía arquitectónica de otros templos de la zona, pero muy consciente de su escala.
Proyecto del santuario de Meritxell realizado por Ricardo Bofill.
Bofill presentó un santuario concebido bajo la creación de un gran espacio que estuviera integrado en el paisaje que lo rodea. La inspiración de la nueva estructura creció de las fuentes originales de Alberti y Palladio, arquitectos renacentistas que tuvieron el afán de reconstruir el mundo utilizando el conocimiento de los antiguos para reformar el presente. Para conseguir esta concepción se utilizaron en la construcción diferentes piezas de hormigón arquitectónico con función estructural para los característicos arcos y pilares que dan forma al santuario, así como pavimentos a base de piedras en el exterior de la basílica.
El actual recinto
En el actual recinto destaca como elemento vertebrador principal el nuevo santuario, uno de los exponentes más representativos de la arquitectura andorrana de finales del siglo XX, además de otros que también resultan simbólicamente importantes, como los grandes arcos al aire, los gigantescos escalones, el campanario de planta cuadrada, el claustro o la columnata esculpida. La inspiración del proyecto se basa en los orígenes románicos de bases cuadradas y círculos, incluyendo diferentes referencias y elementos de inspiración catalano-mudéjar, islámica o renacentista.
Elementos destacados
Iglesia: planta de cruz griega con ábside de planta cuadrada, alrededor de la cual se organizan los distintos espacios.
Campanario: torre de planta cuadrada de importantes dimensiones cubierto por láminas de cobre, inspirado en los monasterios románicos catalanes.
Claustro: cubierto con bóveda de crucería, inspirado en los claustros de los monasterios medievales.
Patio central: con reminiscencias de los patios de la arquitectura islámica.
Arcos: enormes arcos blancos de medio punto que sostienen y decoran el edificio.
Todo el entorno del santuario se diseñó a través de un proyecto independiente posterior. El diseño incluía todas las superficies pavimentadas, aceras, barandillas, escaleras, rampas, aparcamientos, así como toda la vegetación de los alrededores. Preveía, además, la remodelación y modernización de los edificios antiguos y abandonados de la zona para ser utilizados como dependencias de apoyo.
El Conjunto Histórico de Meritxell (incluye nuevo y viejo santuario) es hoy un ejemplo arquitectónico que se integra y se mezcla con la naturaleza exterior que le rodea para crear un paisaje cultural y paisajístico que cautive al visitante, invitándole a la paz, la calma y la oración.
Más allá de su significado religioso y su importancia como eje principal sobre el que se apoya la espiritualidad del pueblo andorrano, el santuario se ha proyectado internacionalmente como uno de los exponentes más representativos del eclecticismo monumental de finales del siglo XX, no solo en Andorra sino en Europa. La obra de Ricardo Bofill ha enriquecido la cultura material y el patrimonio religioso del principado.