Anselmo Álvarez Navarrete fue muy crítico con el modo en el que Europa aborda actualmente el hecho cristiano, en el primer día del Congreso Internacional Benedictino que tiene lugar en la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos durante este fin de semana, en el que se trataron también aspectos de la huella benedictina en todos los ámbitos del saber, las artes aplicadas, la agricultura y en la construcción de Europa durante dieciséis siglos.
En la conferencia inaugural del evento El monacato benedictino y la cristianización de Europa, el abad del Valle de los Caídos aludió a que “el Evangelio fue la primera constitución europea, ya que inspiró la estructura básica del ser de los pueblos del continente, algo que ha sobrevivido en el alma de los pueblos más allá de Ilustraciones, ideologías y teorizaciones políticas, hasta que el materialismo y el relativismo de los últimos tiempos han borrado casi sus huellas”.
En otro momento de su conferencia, dictada bajo el título El rapto de Europa, lamentó que “se diría que la empresa básica en la que se ha comprometido la Europa moderna ha sido la de cambiar nuestra conciencia con respecto a Cristo y proceder un macrojuicio contra el Él a fin de presentarlo como enemigo por excelencia del hombre”.
Con la celebración de una misa en honor a San Benito, patrón de Europa, cuya festividad se celebraba este vienes, se abrió este congreso internacional que aborda desde un punto de vista académico la impronta de los monjes en la construcción de la civilización europea tras la debacle del Imperio romano de Occidente por la llegada de los bárbaros.
Sin vincular aquella invasión, que laminó la civilización romana, con el momento actual, Álvarez Navarrete subrayó que “el hombre europeo ha roto la unidad de la conciencia humana entre todas las entidades fundamentales: naturaleza y espíritu, ciencia y fe, ética y libertad, razón y religión, conocimiento humano y revelación, ser y deber ser, el hombre y Dios”.
“La tarea más urgente del pensamiento actual debiera ser la crítica de la modernidad, a la vez que la recreación de cuanto constituye los pilares de la genuina concepción de Europa... Solo la reposición de un pensamiento modelado por el Evangelio podrá reintegrar a sí misma a una sociedad radicalmente trastornada... El rapto de Europa ha sido el de su cultura original vigente durante siglos, el de su espíritu y su tradición”, concluyó.
Otro de los ejes importantes de este primer día del Congreso lo fijó en la homilía el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, al referirse a que el trabajo debe estar al servicio del hombre y no ser considerado como una cuestión de “mercado, una cantidad o un número”.
Sobre esta cuestión abundó también Aidan Bellenger, superior de la abadía británica de Downside Abbey, la más importante de Inglaterra, en su intervención sobre la regla de san Benito y su influencia en la civilización europea. Así, valoró el planteamiento de “comunidad estable de los benedictinos” para abordar proyectos permanentes como una aportación nuclear; el gobierno, basado en el servicio y no en la persecución del poder; la humildad, que nos hace depender en buena medida de los demás y, en último término, de Dios; el gusto por la belleza tanto artística como paisajística, que "convierte al que mira en su humilde servidor y no en su amo”; la pertinencia de la oración, que es “sustancia, materia y orden para el camino espiritual”.
En la jornada también intervinieron William Fahey, rector del St. Thomas Moro College (EE.UU) que habló sobre el contexto clásico de la regla de san Benito; el profesor Marcelo Aguirre Durán, de la Universidad de los Andes (Chile) sobre las reglas latinas y el monacato occidental en los siglos IV y V; y la profesora de la Universidad Complutense, Isabel Velázquez Soriano, que disertó sobre la difusión de la regla benedictina en la alta Edad Media.
La jornada de la festividad de San Benito concluyó para los más de 120 participantes con una muestra multimedia titulada La voz del silencio, preparada por la profesora Marta Carmona, que combinó imágenes de doce monasterios benedictinos con canto gregoriano y poesías.