Sor Cristina Scuccia, el gran fenómeno televisivo de la versión italiana del concurso La Voz, logró este jueves por la noche ganar la final y proclamarse campeona con sus actuaciones musicales.
 
Al anunciarse su victoria, con un 62% de votos de la audiencia, y después de aplausos, abrazos y de juntarse en el escenario los artistas finalistas y sus tutores musicales, Sor Cristina dijo ante una audiencia televisiva emocionada de millones de espectadores: “He venido aquí. Mi presencia no lleva a mí sino lleva a Quien está Arriba. El último agradecimiento es para Él que está arriba. Yo tengo un sueño. Mi sueño es recitar todos juntos un Padre Nuestro, tomados de la mano. Quiero que Jesús entre aquí adentro", dijo.

Rockeros, raperos, Raffaella Carrá, nuevos talentos, algunos muy alejados de Dios… la escena era peculiar y no llegaron a tomarse de la mano (aunque algunos se abrazaban por su cuenta). Sor Cristina pedía música de fondo para la oración (“un pianoforte, cualquier cosa…”) pero el presentador comentó la falta de tiempo y se rezó simplemente recitado.

Quizá algunos no lo hacían desde hace años, quizá otros no estaban preparados aún para hacerlo, quizá otros no se sabían ni las palabras, pero nada detuvo a la monja cantante que quería remitir el triunfo a Dios. Las cámaras de la RAI enfocaron a la religiosa durante el Padrenuestro, y en algunos momentos al público, sobre todo a sus hermanas ursulinas que rezaban y acababan con la señal de la cruz. "Un final original", proclamó el presentador.



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Con la victoria Sor Cristina gana un contrato discográfico con la productora Universal y una enorme popularidad.
 
Durante la larga gala final, de tres horas, emitida en la RAI2, la monja de 25 años, animada desde las gradas por algunas de sus hermanas ursulinas, interpretó populares bandas sonoras como la de Flash dance (1983), What a feeling, o como la de la cinta del director italiano Roberto Benigni, La vida es bella (1997), Beautiful that way, entre otras.
 
Durante la gala también volvió a cantar el tema que la dio a conocer, “No one”, de Alicia Keys. Al terminar esta la canción, su tutor J-Ax dijo: “Pienso hablar en nombre de todos. Esta canción le ha cambiado la vida a todos. Es una canción que ha llamado la atención de todos, incluso Alicia Keys. Parafraseando a Elvis, 50 millones de personas no se pueden equivocar”, en alusión a los 50 millones de visitas que hasta la fecha registra ese momento en YouTube.

El punto álgido del programa, en lo musical, llegó cuando los concursantes tuvieron que cantar una canción propia. En este momento, sor Cristina interpretó su canción inédita Lungo la riva, muy rítmica y de estética góspel.

Tras su actuación, la artista Raffaella Carrà, que forma parte del jurado de este concurso de talentos, afirmó que Scuccia había nacido para "vivir sobre un escenario".
 
La religiosa derrotó con su voz a sus tres oponentes en esta final: Tommaso Pini, Giacomo Voli y Giorgia Pino. Ya se había hecho con el público por su espontaneidad, autenticidad y simpatía desde su primera aparición el 20 de marzo, logrando una emocionante conexión especialmente con su tutor, el rapero D-Jax, para nada una persona devota, y asombrando al jurado compuesto por Raffaella Carrà, Piero Pelù y Noemi.
 
Cristina fue ganando las diferentes etapas del concurso con temas como Living´ on a prayer, del roquero Bon Jovy, Girls just wanna have fun, de Cindy Lauper o The time of my life, la banda sonora de la conocida película Dirty Dancing (de 1987).

Sobre el escenario de La Voz la monja siciliana ha cantado con artistas internacionales de la talla de la australiana Kylie Minoge o el puertorriqueño Ricky Martin (activista homosexual con hijos adquiridos por vientre de alquiler, que crecerán sin saber lo que es el amor de una madre).
 
Sobre su futuro musical, la religiosa siempre ha insistido en que no tomará ninguna decisión sin consultarlo con sus superiores y asesores.
 
En unas declaraciones a La Stampa horas antes de la final, Sor Cristina dijo que con su popularidad buscaba “dar a los jóvenes la voluntad y la fuerza de seguir sus propios sueños. No niego que he probado cierto malestar cuando los periodistas me preguntan cómo me siento, como religiosa, bajo los reflectores. Respondo siempre que cuando descubrí mi vocación me descubrí en los brazos de Jesús y con el canto busco expresar la belleza de Dios”. Sobre su futuro, dice que lo deja en las manos de la providencia y señala que “si me mandan al extranjero, pues iré, si quieren que siga cantando lo haré con mis niños del oratorio y lo haré con alegría”.
 
El cardenal italiano Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, se posicionó rápidamente a favor de Sor Cristina ya en su primera aparición mediante un comentario en su perfil de la red social Twitter. "Que cada uno, según el don que ha recibido, lo ponga al servicio de los otros (1 Pedro 4,10) sorcristina", publicó Ravasi la misma noche del debut de la monja.