"Si seguimos a los primeros espadas de lo políticamente correcto, se puede comprobar que tienen muchas similitudes con los curas, no soportan el sexo ni el humor; los únicos que han criticado la película ´Ocho apellidos vascos´ han sido gente muy de izquierdas", ha dicho Olmos en una entrevista con Efe.
"La única provocación que les queda a los artistas de izquierdas es faltar el respeto a los iconos religiosos, lo que es una cosa muy limitadita; desde la derecha o desde una visión conservadora de la vida se tiene más campo para la provocación", según Olmos, quien tras afirmar esto ha pedido que se especifique que él es de izquierdas.
Esa toma de postura política no le impide a Olmos ejercer como látigo de progres en cuanto tiene oportunidad, ya que relaciona ese término con "la hipocresía", la que ha considerado que distingue a los izquierdistas "que disfrutan de todas las ventajas del capitalismo", y a algunos de los cuales pregunta: "¿Si creen en la igualdad por qué son millonarios?"
"Es el mismo caso de las mujeres que se consideran feministas pero que asumen clichés femeninos e incluso posan para ´Vogue´ con criterios sexistas; o los que fomentan la diferencia de clases ostentando determinados bienes; o como dice mi amigo Rafael Reig, que no consuman nada que no pueda consumir todo el mundo", ha añadido.
"Entre las alpargatas y Manolo Blahnik hay un gran arco donde elegir", ha señalado al afirmar que "uno debe tratar de no envenenarse con el lujo".
"La gente hipócrita es muy feliz; la gente más feliz de España son los corruptos; se les ve extremadamente felices, y eso resulta muy desolador", lo que ha atribuido a que "la frase de que el dinero no da la felicidad ha hecho mucho daño, porque el dinero es la felicidad".
Y él mismo se ha puesto como ejemplo: "Ahora con la gira del libro -"Alabanza" (Random House)- estoy en hoteles espléndidos y en habitaciones que son más grandes que mi casa, y es muy fácil acostumbrarse a eso, sólo tienes que olvidarte de la contradicción de que eres de izquierdas y estás en un hotel de lujo".
En su última novela Olmos aventura el próximo fin de la literatura -"a lo mejor volvemos a la literatura oral", ha dicho-, al menos en papel, el cual "tiene una competencia muy complicada con la tecnología audiovisual, mucho más atractiva", y ha puesto el ejemplo de los niños que, sobre la foto de una revista, posan las yemas de los dedos y hacen el movimiento de separarlas para ampliarla.
"La literatura siempre ha sido minoritaria pero ya es que es casi aristocrática, como asistir a la ópera o al ballet; la gente no está educada para apreciar cierto tipo de trabajo con el idioma", como sucede en obras -ha puesto como ejemplo- como "Técnicas de iluminación", de Eloy Tizón.