Se estrenará el 22 agosto en Estados Unidos y ya empieza a dar que hablar, porque es la nueva aportación de Jim Caviezel a la pantalla grande tras su éxito televisivo Vigilados [Person of interest].

Esta vez el Jesús de La Pasión de Cristo, católico convencido y provida militante, cambia el chip de su reciente papel de "malo" en Plan de Escape, donde daba la réplica a Arnold Schwarzenegger y Sylvester Stallone como perverso alcaide de una prisión de máxima seguridad. En la nueva When the game stands tall [Cuando el juego se yergue firme, en traducción libre], producción de Sony Pictures bajo la dirección de Thomas Carter, Caviezel encarna a un personaje real: Bob Ladouceur, que además está vivo y en activo (tiene 59 años) y es una leyenda del fútbol americano en Estados Unidos.

Todo un desafío que intenta traducir para el espectador dos cosas: una historia épica y sus principios subyacentes.


Historia épica porque Ladouceur, católico de nacimiento y profesor en un instituto católico de espiritualidad lasaliana, el De la Salle High School de Concord (California), logró un record asombroso como entrenador de fútbol americano: 151 victorias consecutivas entre 1992 y 2004. Ganar 69 título en doce años con los Spartans [Espartanos] -que así se llama el equipo- no fue una labor improvisada: había cogido el equipo, que desde su fundación en 1965 no había ganado nada, en 1979, así que estuvo trece años inculcándoles la mentalidad que les llevaría al triunfo.

El Bob Ladouceur real a quien interpreta Caviezel.

Que es el segundo aspecto del film y el verdaderamente importante, según sus promotores (): en la filosofía de Ladouceur no se trataba ni sólo de un deporte ni sólo de encadenar victorias, se trataba ante todo de crecer, de perdonar, de comprometerse con un objetivo, de ser como hermanos unos de otros. Una forma de ver la vida que incluía la fe y la oración a Jesús, muy presentes en la película (como explicó uno de los intérpretes, Alexander Ludwig, a WorldNetDaily), a pesar de que no se la considere una "película cristiana" de las que tienen cada vez mayor éxito de taquilla dentro y fuera de Estados Unidos.

"Ladouceur no les pedía a sus jugadores ser perfectos", explicó Caviezel al presentar la película en Washington en el reciente Desayuno Nacional Católico de Oración, "pero sí les desafiaba a entregarse con un esfuerzo perfecto": "Intentar hacer lo mejor posible todo lo que hacemos es un objetivo que todos podemos alcanzar".

Y de hecho la finalidad de la película es mostrar, no cómo los participantes de esa historia lograron tantos éxitos, sino cómo lograron ser mejores personas gracias a la dirección de Ladouceur.

"Después de mis padres, el entrenador Lad ha sido la persona más importante en mi vida", dice Patrick Walsh, uno de sus mejores jugadores y hoy él mismo entrenador:  "Él me enseñó cómo vivir y me enseñó cómo amar. Me enseñó a ser un miembro responsable de la sociedad. Me enseñó a ser respetuoso. Me enseñó a vivir apasionadamente".

"Los Spartans no ganan porque trabajan duro", explicó Ladouceur en una carta de 1998 en la que defendía los valores que transmitía a sus jugadores como enraizados "en los ideales de nuestro fundador, San Juan Bautista de La Salle". Era justo al revés: "Trabajan duro y ganan por el amor que se tienen los unos a los otros".

Y cita con frecuencia la parábola de los talentos (Mt 25, 14-30): "Se supone que cada uno de nosotros tiene alguna habilidad, algún talento. Así que nuestra responsabilidad es descubrir cuál es y, lo que es más importante, tener el coraje de utilizarlo".