Miles de personas han pasado este fin de semana por EncuentroMadrid 2014 (www.encuentromadrid.org), una gran cita cultural y familiar gratuita que desde hace ya muchos años organizan cientos de voluntarios ligados al movimiento Comunión y Liberación en la capital española.


Uno de los protagonistas de la jornada fue el cardenal arzobispo de Milán, Angelo Scola, muy cercano a este movimiento de origen italiano, quien habló en un auditorio ante unos 700 asistentes de la relación entre vida social y política de partido.

Por un lado, explicó que el cristiano puede cambiar la política y la sociedad con tu testimonio, necesario y urgente, presentando alternativas a las ideologías y al desencanto político.  

Por otro lado, dijo, "no basta el buen ejemplo en la vida política".

"Es necesario poner en juego la vitalidad de la cual puede nacer una nueva forma de hacer política. Es necesario pensar de un modo equilibrado la vida social y la vida de los partidos, permitiendo que la primera dé una nueva dirección a la segunda".

Es decir, desde la vida social cristiana, hay que cambiar la política de partido.

"Tenemos que exponernos y narrar nuestra propia experiencia, para poder alcanzar el mayor reconocimiento mutuo posible. No puedo aceptar una concepción de laicidad que cancele la posición de la Iglesia sobre el matrimonio, por ejemplo".

Y poniendo un ejemplo europeo: "¿Por qué el Parlamento Europeo tiene que imponer una versión cultural dominante sin respetar la tradición de los pueblos que forman parte de Europa?".

Sobre la crisis, se mostró muy crítico: "No creo que estemos saliendo de la crisis; hasta que las finanzas no se equilibren no habrá salida posible. Es necesaria la educación en la gratuidad para que sea posible encontrar un equilibrio entre finanzas y producción. La gratuidad no es fundamentalmente generosidad, sino ante todo, un trabajo realizado con pasión e libertad creativa, es decir, con amor".




Otro ejemplo de militancia socio-política transformadora, más allá de los partidos, fue el análisis del fenómeno de los “veilleurs” (los centinelas, los que velan), nacidos en Francia y ya implantados en Italia.

Axel Rokvam, estudiante francés, lo explicó así: "En las veladas cantamos y leemos textos literarios. Esto nos ayuda a tomar conciencia de que somos un pueblo y de que estamos unidos. La cultura dominante favorece el individualismo; por eso nuestras propuestas son novedosas y han suscitado tanto interés, porque son la expresión de un pueblo".

"Les veilleurs han surgido como un gesto gratuito y libre. No hay que tener miedo a expresar lo que somos, incluso cuando el ambiente hace difícil el diálogo. Nosotros queremos crear las condiciones para que se dé un verdadero diálogo. Después cada uno puede aceptarlo o renunciar a él".

A pesar de los intentos por parte de la policía y de grupos radicales de disolver estos encuentros, los veilleurs saben que muchas personas han despertado gracias a sus iniciativas.

"No nos importa si viene mucha gente o poca”, dice. Y cita al padre Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación: “las fuerzas que cambian la historia son las mismas que cambian el corazón del hombre".

Y para acabar: "Nunca hemos sido tan nosotros mismos como en los veilleurs. Allí nos encontramos con nuestro verdadero rostro, y todo se vuelve más sencillo y más feliz".




Otro de los actos con dimensión socio-política fue la cita conjunta del subdirector de El Mundo Pedro Cuartango, el rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, César Nombela, el periodista Jon Juaristi y el consejero delegado del grupo Prisa, Fernando Abril, en un debate abierto en torno a la cuestión de la construcción de la “ciudad común”.

Todos los conferenciantes partieron del hecho de la polarización en que se encuentra la sociedad actual. Tras hacer memoria de la reciente muerte del presidente español Adolfo Suárez, el coloquio trató en buena medida sobre el espíritu de la Transición democrática española como un intento de acoger la pluralidad de un proyecto común en un momento en que, como dijo Juaristi, “la sociedad ya estaba un poco harta de sectarismo”. Pedro Cuartango, entre otros, destacó al mismo tiempo la mitificación que, con el tiempo, se ha producido de la Transición y recordó cómo a Suárez se le recibió al principio con hostilidad.

El rector de la UIMP fue preguntado por la cuestión educativa, alegando que es necesaria una reforma universitaria, pues “la universidad española en estos momentos tiene más gente preparada y motivada que nunca, pero tiene un sistema que hace difícil un desarrollo en la forma que debería”, pues la universidad es por fortuna una institución que todavía tiene capacidad de ser reformada.

Por su parte, Fernando Abril, habló del carácter de la crisis como de una frustración por haber dilapidado una herencia de treinta años durante los cuales “todo fueron mejoras”, ganada con el esfuerzo de nuestros padres. Abril destacó la necesidad de “revertebrar la sociedad” en un contexto histórico en el que “los españoles nos hemos vuelto egoístamente conservadores de lo nuestro, y los partidos políticos han acabado siendo exclusivamente autoreferenciales”.

Al tiempo, los movimientos independentistas se presentan como un hecho que mina esencialmente “una cultura del encuentro”, como destacó el periodista Fernando de Haro, que moderaba el diálogo. 

Como conclusión, de Haro hizo referencia a la “autocensura existente en los medios de comunicación hacia todo aquello que da sentido y ayuda a la búsqueda de la humanidad común”.


Las ponencias y debates en EncuentroMadrid van siempre acompañadas de actividades para toda la familia. Los niños, por ejemplo, disfrutaron con numerosos talleres y juegos relacionados en esta edición con la Edad Media. Y los miles de visitantes adultos pasaron por las dos exposiciones abiertas en esta cita: “El Bien de Todos” y “Hermana Madre Tierra”.

"El bien de todos" se centra en la idea de que el bien en la sociedad no nace de un automatismo, ni de leyes o instituciones perfectas, sino de personas concretas que con actos concretos aportan lo necesario para la felicidad de los demás.



“Hermana Madre Tierra” analizaba el contacto del hombre con la naturaleza. Odile Rodríguez de la Fuente, hija del famoso documentalista, y también bióloga, la presentó hablando del trabajo con la naturaleza como una “vocación”, pues del contacto del entorno con el hombre surge algo que lo llena y que se hace comunicable.

No obstante, señaló Odile recordando su paseo por la exposición, “esto es algo que obviamos o que hemos olvidado porque, hasta en el mundo de la conservación de la naturaleza, en el que me muevo, me siento a veces un poco huérfana, ya que es cierto que, a pesar de estar de acuerdo en los objetivos, veo una divergencia en lo esencial”.

La exposición pone su énfasis en este anhelo por lo natural latente en toda una generación de escritores como Thoreau, Muir, Leopold o Carson, padres de lo que hoy conocemos por “ecologismo”. El camino propuesto en esta exposición trata de poner en diálogo al movimiento ecologista con el santo de Asís, a la responsabilidad medioambiental con la idea de ser “custodios” de la Creación propia de la concepción de la Iglesia, situando en un mismo horizonte ese anhelo profundo con el signo de un Amor que nos reclama.

Odile acusó la aproximación intelectualista con la que el hombre de hoy suele entrar en contacto con el medio ambiente. En esta sociedad tan urbanizada y cerebral, es difícil entender que la Naturaleza es algo primario, que se nutre de emociones y debe entrar por los sentidos. Para ello los estímulos son importantes, y el ejemplo más claro de esto lo encontramos en los niños: “En mi caso, viendo cómo surgió el fenómeno Félix Rodríguez de la Fuente, vemos cómo mi padre se remitía constantemente a su tierna infancia, de la que siempre dijo que fue libre y montaraz, sin llegar a escolarizarse hasta los ocho años”.