Josep Maria Alimbau no es ningún teórico. No escribe de oídas. Sabe lo que es la enfermedad, el sufrimiento y el dolor por experiencia propia: de niño padeció acetona. De joven, en el Seminario de Barcelona, cogió un tifus a los 18 años. Estuvo quince días entre la vida y la muerte. El médico le visitaba mañana y tarde para cerciorarse del curso de la enfermedad, hasta salir del peligro de muerte. También tuvo una infiltración pulmonar. La superó. Pasó por el quirófano doce veces: amígdalas, lipomas, una hemorragia durante 24 horas, y vuelta al quirófano por una operación quirúrgica menor. Con una transfusión de sangre (la cual no había pasado por ningún control) le transmitieron una enfermedad que le ha durado cincuenta años. Padece de diabetes, del corazón y de riñón.
Con 39 años, por problemas respiratorios, tuvo que ser auxiliado gracias a una bomba de oxígeno durante quince días. Al no mejorar, el equipo médico pronosticaba un cáncer de pulmón. Una broncoscopia mostró que padecía un derrame pleural.
Posteriormente fue intervenido quirúrgicamente de un cáncer de colon. Diez años después le operaron de urostomía por laparoscopia (extracción total de la vejiga de la orina) también por cáncer. Fue dos veces operado de hernias inguinales. Intervenciones en los ojos: cataratas y párpados. Tres neumonías en año y medio…
Y rozando ya los 90 años llegó el coronavirus a su vida… Ha escrito Saber sufrir (Voz de Papel) en base a que todo lo que le ayudó y le ayuda, y desea ayudar a otras personas que sufren para que sepan “saber sufrir”.
- Josep Maria, hemos logrado llegar a la luna, ya tenemos la tecnología del 5 G para los móviles, tenemos cientos de canales de televisión, pero, ¿no sabemos cómo afrontar el sufrimiento?
- Creo que es urgente que en las familias, en las escuelas, -la Iglesia lo hace predicando el Evangelio de Cristo…,- se enseñe a “Saber sufrir”. No soy ningún teórico. No escribo de oídas. Sé lo que es la enfermedad, el sufrimiento y el dolor: De niño tuve acetona. Recuerdo que tenía 5 años, alguna noche me despertaba llorando. Mi madre iba a mi habitación. Recuerdo encendía la luz, se agachaba y pegaba la mejilla a la mía –la derecha- para comprobar si tenía fiebre o no. Me decía: “Josep Maria. La mamá está aquí. Anda no llores y duerme”. Yo me quedaba tranquilo. “¡Bendita la voz de mi madre! Yo me quedaba en paz , dejaba de llorar y volvía a dormirme”.
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Álex Rosal en el prólogo del libro Saber sufrir dice: “creo que es urgente que en las escuelas se implante una asignatura que se titule: Saber sufrir, y que sumerja a los más pequeños en el apasionante mundo del turismo interior, para que puedan hacer excursiones por sus sentimientos y emociones, y comprendan qué les está pasando. Que puedan bajar al fondo de sus corazones y comprobar cuantas heridas pueden tocar, y también sanar. En definitiva, que vivan hacia adentro para descubrir a qué están llamados en esta vida, y puedan evitar así la desazón de tantos trotamundos que lo conocen todo del planeta… salvo su propia alma. Una asignatura para aprender a descartar los pensamientos tóxicos que nos envenenan y, a la vez, a desarrollar una higiene mental que nos ayude a generar las famosas endorfinas, que son la antesala de la felicidad. Una asignatura que nos prepare, en definitiva, para que sepamos afrontar el sufrimiento cuando el dolor y la contrariedad llamen a nuestra puerta”.
- Los suicidios se disparan entre los más jóvenes. ¿Habría que implantar en los colegios una asignatura que les enseñara a afrontar el sufrimiento?
- Sí, y tanto. Se debería enseñar en nuestras escuelas, preparar a los niños y adolescentes para hacer frente y superar los problemas de la vida. Lo primero que diría es que uno debe aprender un arte: el arte de sufrir. El arte de adiestrarse para superar el sufrimiento, el dolor, y trascenderlo.
¿Cómo curtirse uno en el dolor, en el sufrimiento y adiestrarse para momentos difíciles? Costará trabajo, porque nadie quiere sufrir voluntariamente ni ir en busca de la cruz, pero sí que puede educarse la voluntad con seriedad, con austeridad, espiritualidad, con espíritu de sacrificio y con el seguimiento a Jesús Crucificado con y por amor y llegar a ser una persona madura.
Venía en la prensa: Una niña de 14 años se suicida porque su madre no le compró unas zapatillas. Falla en la educación: El espíritu de sacrificio. La palabra "sacrificio", es decir, hacer sagrada, santa alguna cosa, encierra el verdadero fin en el que Dios ha señalado a todo humano: sufrimiento, dolor, padecimiento. Se debe aprender a saber renunciar a un bien menor para obtener otro mayor. Renunciar a lo que es accidental para obtener aquello que es esencial en la vida.
Séneca, cuya profundidad debiera hacernos pensar, decía: "no hay persona más desdichada que la que nunca probó la adversidad, el dolor, el sufrimiento". Existe otra frase que puede iluminarnos: "Si no nos hemos avezado, acostumbrado en la escuela del dolor, del sufrimiento, difícil será saber afrontar con valentía los contratiempos, los sinsabores y avatares de la vida".
- ¿Qué es lo que te ayudó más en tu enfermedad del Coronavirus, aislado y solo en el hospital?
- San Juan de la Cruz nos dejó una maravilla de frase en el Cántico Espiritual, en la que se esconde la revelación, que es vida: "En que, la palabra nombra lo visible y se abre a lo invisible. Donde lo inmediato - el sufrir - se hace trascendencia". Estuve hospitalizado dos semanas, debido al Covid-19. Esperaba que alguna voz autorizada nos dijera alguna palabra para consuelo y ayuda, que viniera de nuestros santos místicos, autoridades, sobre el sufrimiento y el dolor, como la frase que acabamos de citar: "En que, la palabra nombra lo visible –el dolor- y se abre a lo invisible. Donde lo inmediato - el sufrir - se hace trascendencia". Pero lo que me ayudó más fue la fidelidad a la fe, la que una vez más –la fe- nos “dio la solución, para cada una de nuestras ansiedades, dolores, y nos aquietó el entendimiento y llenó de esperanza el corazón”, dando sentido a todo cuanto ocurría de adverso en nuestra vida. Era aquella fe transmitida por nuestras madres, quienes nos enseñaron a rezar y a confiar en Dios, en la Virgen, Madre de Jesús… La fidelidad siempre es un grado. Atrae las bendiciones.
Pierre L’Ermite escribía: “Perder la fe, es perder el entendimiento”. Bonhoeffer aseveraba: “sólo el Dios que sufre, puede ayudar”. Jesús que sufrió, ayuda. Nosotros podemos también ayudar si, aceptamos y ofrecemos el dolor, con fe y amor, a imitación y seguimiento de Jesús.
- En tu libro Saber sufrir dices que la mente puede rebajar el dolor un 19%…
- Tengo una noticia de una revista científica de hace unos pocos años y es que: “La mente puede rebajar el dolor un 19%”. Cuando alguien está sufriendo dolor físico, puede parecer superficial decirle que está todo en su mente, pero esto es cierto, al menos en gran parte. Varios experimentos han demostrado que, haciendo pequeños cambios, se puede modificar cómo el cerebro percibe el dolor y hacerlo más llevadero. Algo tan sencillo como distraerse, pensando en otra cosa, se ha podido verificar como un remedio efectivo. En el experimento se aplicaba a los sujetos calor en el brazo hasta el punto de ser doloroso, aunque sin producir quemaduras. Al mismo tiempo, se medía su actividad en la parte del cerebro que percibe el dolor. Se pudo comprobar que las personas ocupadas en otras cosas como operaciones matemáticas, ocupadas en ejercer y pensar en su profesión, en su ideal... ‘la sentían, experimentaban, en un 19 % menos dolor y, además, se disparaba la producción de endorfinas en el mismo cerebro, que es como la droga de la felicidad’.
También se han comprobado las propiedades anestésicas de la meditación, del ofrecimiento del propio dolor, de la ascensión hacia lo mejor, hacia la trascendencia. El dolor prolongado viene acompañado de sentimientos de preocupación y ansiedad, que empeoran la experiencia. Si se controla la respiración y te concentras en el presente (como en la meditación, reflexión, oración, ofrecimiento...), los niveles de dolor bajan.
También ayuda tener una actitud positiva. Pensar en que es un proceso, por el cual el cuerpo se cura, mitiga todo sufrimiento y dolor. Isabel Leseur concentró su pensamiento y su amor fue ofrecer su enfermedad de cáncer, para la conversión de su marido, médico ateo de París, según escribió en su diario personal. Así fue. Jesucristo en su Pasión y Muerte en Cruz, su pensamiento, su atención principal, su Amor total al Padre, fue por la salvación de todos los hombres. "El Reino de Dios está dentro de vosotros" (Lc 17, 21).
- … Y lo que se acepta, disminuye el problema en un 80%...
- Así es. El Dr. Ricardo Botifoll, médico Neumólogo de Barcelona ingresó en la Orden de San Juan de Dios; después ejerció en el Aula Conciliar del Vaticano II. Eran cinco médicos para cinco mil obispos, allí reunidos, pidió ir a las misiones. Estuvo durante 30 años como director y médico cirujano en traumatología, obstetricia, neumología, etc. en el Hospital de Lunsar, Sierra Leona (África). Era el país más pobre del mundo. De mirar a través de los Rayos X (Roetgen) los pulmones de la infancia y de la juventud que pasaba hambre, me decía: “No me protegí lo suficiente las manos”. Me las enseñaba. La piel estaba encarnada. Me decía: “Es una onco-dermitis”. Un cáncer de piel. Le operaron en Barcelona y le injertaron piel de su cuerpo, en ambas manos. Le visité y le pregunté: “¿Es fácil o difícil aceptar, como médico-cirujano y hermano de san Juan de Dios? Me contestó: ”Hay una frase del mundo filosófico, de mucha y alta espiritualidad. Según Schopenhauer: "Al aceptar, - al hacer frente al dolor, al sufrimiento-desaparece en un 80 por ciento".
Josep María Alimbau, autor de "Saber Sufrir"
- ¿Hay que elegir una actitud personal para afrontar las adversidades?
- Sí, pienso que somos capaces de hacer lo que vivió el Dr. Victor Frankl, que en medio del campo de concentración de Auswitch, al pensar en su esposa, dijo que "vivía en otra dimensión". El psiquiatra vienés, padre de la Logoterapia, describe la experiencia que vivió en uno de los cuatro campos de concentración nazis en que estuvo internado. Escribió: "... en medio del humillante castigo, muertos de hambre y de frío, mojados, con fiebre, casi cadavéricos, un preso dijo: '¡Ah, si nuestras mujeres nos viesen así!'. Yo recordé el rostro de mi esposa. Me lanzó fuera de aquel infierno. Volvieron las ganas de vivir. La salvación del hombre es por y para el amor... Allí estaba yo, en medio del suplicio, y, aun así, capaz de entender a Dios... porque podía contemplar mentalmente el rostro de mi amada. El guarda mandó que todos parasen. Yo no obedecí. En aquel momento yo no estaba en el infierno. Vivía en otra dimensión. Pese a que no había modo de saber con certeza si mi mujer estaba viva o muerta, esto no cambiaba nada: contemplar mentalmente su recuerdo, su imagen, su presencia... me devolvía la dignidad y la fuerza para seguir'. ¡Feliz tú que tienes imágenes y vivencias para recordar! ¡Un rostro, tu madre, una persona admirada y querida, alguien que te hizo bien!. El mundo de nuestros hijos necesita lámparas espirituales que les ayuden a encontrar el sentido de sus vidas”.
- ¿Qué recomendarías a una persona que se siente atribulada?
– Que debemos de prepararnos para tiempos difíciles, días adversos, de enfermedad, de sufrimiento, de dolor. En la vida todo ha de prepararse. No hemos de hacernos ilusiones. J.M. Pemán, en su obra de teatro El divíno impaciente –nombre que daban sus amigos a San Francisco Javier, escribió: "Si no se hubiese preparado antes de ir a evangelizar en el Japón, tal vez no hubiese conseguido llevar a término su ingente empresa". Javier "venció sus repugnancias besando las llagas de los enfermos acogidos, en el Hospital de Incurables de Venecia". Porque nuestra sociedad progresa materialmente, pero no interiormente, en la vida espiritual. Dejamos de adquirir una serie de virtudes cristianas claves, que tanto nos ayudarían a vivir, sin angustias, tristezas. Horas bajas… y con más alegría.
También decía: ”el dolor es esencial en la vida y no proviene del exterior, sino que cada cual lo llevamos en nuestro interior, como un manantial que no se agota”.
Qué oración más bella y profunda la de san Francisco Javier: "¡Más Señor, más sufrimiento!". De aceptarlo todo, lo que nos es adverso, y hacerlo todo por amor. Cargar con la propia cruz y seguir a Jesús”. ¡Nada como probar!
- ¿Cómo superar la adversidad?
- Recuerdo un escrito precioso del católico, Gibran, nacido en el Líbano y que fue a vivir a EEUU, cuenta sobre el valor de las perlas que: una ostra dijo a otra ostra en el fondo del mar: 'vecina, siento un gran dolor dentro de mí. Es como algo pesado, redondo, que me lastima, me daña, me oprime'. Y la otra ostra replicó con arrogante complacencia: 'Alabados sean los cielos y el mar. Yo no siento dolor alguno dentro de mí. Me encuentro perfectamente bien y nada me molesta por dentro ni por fuera'. En aquel preciso momento, un cangrejo que por allí pasaba y había escuchado el diálogo entre las dos ostras, dijo a la que estaba bien por dentro y por fuera: 'Sí, te sientes bien e intacta. Pero el dolor que soporta tu vecina es una perla de inigualable belleza y de gran valor'.
La formación de una perla es debida a la entrada de un grano de arena o de algún objeto contundente dentro de la ostra, que la hiere y, debido al dolor, segrega una sustancia, que es la perla.
Todo sufrimiento humano, grande o pequeño: una lágrima llorada, una herida recibida, un sufrimiento lacerante, una enfermedad aplastante, un mal destructor... incorporado al de Cristo, puede llegar a convertirse en "perla" de belleza fascinante, e incalculable valor, que nuestros sentidos, no pueden captar. "Perlas" de incalculable valor que "valen" para el mundo interior y para la vida eterna propia y ajena. La humanidad siempre ha valorado el dolor, el sufrimiento.
- ¿Qué le dirías a una persona a la que el dolor ha llamado a su puerta?
- Que todo dolor, si se sufre y se ofrece por amor, es fecundo, es eficiente, valedor y trascendente, con valor de eternidad. El científico Dr. Teilhard de Chardin S. J., paleontólogo y filósofo francés, Medalla Gregorio Mendel por sus logros científicos en la clasificación e interpretación de fósiles, cofundador del Instituto de Geobiología de Pekín (China), escribía a su hermana que llevaba largos años enferma, postrada en una cama e inválida, la siguiente oración que tituló: “Adora y confía”:
'Margarita, hermana mía, mientras yo, entregado a las fuerzas positivas del universo, recorría los continentes y los mares, tú, inmóvil, yacente, transformabas en luz, en lo más hondo de ti misma, las peores sombras del mundo... A los ojos del Creador, dime: ¿Cuál de los dos habrá obtenido la mejor parte? No te inquietes por las dificultades de la vida, por sus altibajos, por sus decepciones, por un porvenir más sombrío. Tú quiere... lo que Dios quiera... Ofrécele, en medio de inquietudes y dificultades, el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo, acepta los designios de la providencia. Poco importa que te consideres frustrada, si Dios te considera plenamente realizada, a su gusto... Piérdete confiada ciegamente en ese Dios, que te quiere para Sí. Y que llegará hasta ti... aunque jamás le veas. Piensa que estás en sus manos, tanto más fuertemente cogida, cuanto más decaída y triste te encuentres. Vive feliz. Te lo suplico. Vive en paz. Que nada te altere. Que nada sea capaz de quitarte tu paz. Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales. Haz que brote, y conserva siempre sobre tu rostro, una dulce sonrisa, reflejo, del que el Señor continuamente te dirige. Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada, como fuente de energía y criterio de verdad, todo aquello que te llene de la paz de Dios.
Recuerda: todo cuánto te reprima e inquiete es falso. Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida y de la promesa de Dios. Por eso, cuando te sientas apesadumbrada, triste... tú adora y confía'".
- ¿Y ante una enfermedad crónica o grave?
- Recuerdo que el padre Dato SJ, que estaba dedicado a la pastoral de los enfermos, contaba la siguiente historia: se llama Henry Viscardi. Nació sin piernas: los pies le salían directamente del tronco. Desde pequeño se movía con una almohadilla de cuero. A los 27 años, después de varias operaciones quirúrgicas, le colocaron unas piernas ortopédicas. Buscó a otros cuatro minusválidos para iniciar un pequeño negocio. Manifestó:
"Entre los cinco minusválidos teníamos una pierna y cinco brazos sanos. No obstante, nos pusimos a trabajar en un garaje destartalado. Servimos el primer pedido bien, y a tiempo. De cinco discapacitados físicos pasamos a ser cuatrocientos obreros con minusvalías diversas. La fábrica de material eléctrico actualmente vale más de dos millones de dólares... Tenemos un jefe muy eficiente. Le faltan los dos brazos y las dos piernas. Es un fuera de serie.
Un periodista le preguntó a Henry: '¿Vivió algún momento amargo?'. 'Sí; cuando en la Universidad tuve que renunciar a terminar la carrera, no por mi incapacidad sino porque era pobre. Veintidós años después, esa misma Universidad me concedió el título de doctor Honoris Causa en Derecho'. '¿Hubiera sido más útil a la sociedad de haber nacido normal?'. Le responderé con una frase de mi madre: Ella me dijo: ‘Hijo, los genes te jugaron una mala pasada; la genética te hizo así. Pero Dios, que está detrás de todo, te tenía preparado, no obstante tu minusvalía, un camino mejor. Y así, lo has recorrido tú. Así has hecho lo que has hecho, hijo...'".
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