"Esta película la ve gente joven, digamos, mundana, no religiosa, y vemos que no les molesta que en ella se hable de Dios", explica Campiotti a ReL sobre su recepción en Italia. De hecho, detalla, en la novela original se habla aún más: "la novela está llena de adultos que dicen cosas sabias; la película no podía hacerlo tanto".
"Con la serie de televisión ´Pulseras Rojas´ [basada en una teleserie catalana previa, también de temática adolescente], recibimos miles de cartas estupendas, de jóvenes que reflexionan sobre el sentido de la vida, que se animan a voluntariados, que dejan caprichos".
"A los jóvenes les faltan ejemplos, les falta quien les ayude a realizar sus sueños, su llamado, su anhelo o vocación. Con los padres no pueden hablar: muchas veces son mas inmaduros que los chicos, gente que con 50 años aún buscan “realizarse”. Los profesores -los admiro, mis cuatro hermanas son maestras, es algo difícilísimo- no consiguen romper el muro con los jóvenes. Los chicos tienen sueños, esa chispa única, esa unicidad... y hay que ayudarlos a desarrollarlos".
Porque la alternativa es una vida gris y conformista. "Los adultos les hemos dado un mundo en el que soñar es difícil, y por eso pueden aparentar desencanto, que son grises, tristes, solitarios... Pero si les exiges, ¡responden bien! Lo hemos visto muchas veces".
"Blanca como la nieve, roja como la sangre" es una comedia adolescente, una historia de superación, un triángulo amoroso y una de esas películas de maestros que avivan al joven dormido. "El joven necesita cercanía, contacto físico", insiste Campiotti... Por eso Leo, uno de los protagonistas, no se "soltará" hasta estar en un entorno tan físico como un ring de boxeo. Hasta entonces, los profesores le parecerán "vampiros" insulsos que chupan 5 horas de su vida cada día.
"Cuando decimos que el joven busca ejemplos y modelos... ¡miremos lo que pasa con el Papa Francisco! Él sabe comunicar ese ejemplo y esa energía. La espiritualidad se lleva dentro, y es de Dios. Lo que les cuesta a los chicos es la religión, que es la expresión humana de la espiritualidad. Les molesta ver la incoherencia, ver que los mayores hablan de una forma y viven de otra. Les escandalizan las divisiones. Y un año de Papa Francisco ha cambiado el ambiente de la Iglesia, al menos en Italia".
Al final, asegura el cineasta, "todos buscamos la felicidad en la vida: los santos, los actores, los ladrones… Y acabamos viendo que la felicidad no es de este mundo, porque es de Dios, y así la buscamos en Dios".
Pero como la felicidad y la "belleza para siempre" -así la llama una de las protagonistas pensando en la eternidad- no son de este mundo, el cine tiene que aludir a ellas con lo que puede: una cámara que asciende al cielo, unas imágenes simbólicas... "Una película puede estimular, plantar semillas, tocarte hasta cierto límite… pero no puede decirlo todo. A veces no lo hace con imágenes, sino con frases", admite el director.
Campiotti ha tenido que reflexionar mucho sobre cómo mostrar algo eterno, como la santidad, en hombres y mujeres muy concretos como son los santos, en sus películas y miniseries sobre el santo médico José Moscati, el sacerdote renacentista San Felipe Neri -con el film "Prefiero el Paraíso"- o la religiosa sudanesa Santa Josefina Bakhita. También ha realizado una miniserie reciente, "María de Nazaret", que evidentemente es una incursión directa en el Evangelio.
"Al final, busco contar el lado humano de los santos. No son extraterrestres ni estampitas: son personas. San Felipe Neri decía que un santo es un pecador que no se rinde nunca. Cuando su caldero se llena de comida milagrosamente, el primero que se sorprende es él. ¡No es fácil filmar historias de santos!"
De hecho, de sus biografiados, Campiotti sólo sabía de Neri que había fundado el Oratorio, y de Moscati y Bakhita no conocía nada.
"Fue un privilegio descubrirlos, un placer. El doctor Moscati me impactó por las cosas que dice. Hoy lo tengo muy presente. Era un gran médico, de los primeros en usar penicilina, pero además escribe muy bien. Él insiste en que se cura a la persona, no sólo el cuerpo, y que más importante que la medicina es el trato con el enfermo. Dicho así por un científico, no un cura, es fuerte".
"Por su parte, Bakhita es una santa del corazón, no una intelectual, ella es amor puro, corazón abierto. Aún África es así, y quizá antes todo el mundo era así. Bakhita sufrió increíblemente, le echaban sal en las heridas, fue brutal. Pero en la película no lo mostramos. Hay solo dos escenas duras, una en que crucifican a un esclavo. Un padre que vea la película con sus hijos quizá quiera saltar esas dos escenas".
"Por último, San Felipe Neri dice: ´el origen de todas las guerras es la maledicencia´. Tú lo piensas y al principio dirías: ´Bueno, no parece tan grave… pero luego lo piensas más y ves que es profundísimo. De la maledicencia y sus mentiras vienen las divisiones. El Papa Francisco es, por cierto, un apasionado de Felipe Neri... lo era antes de mi película, ¡eh! A mí me gusta Neri porque él no quería hacer una regla, una orden religiosa, sino que decía ´basta la caridad´. Como hombre, querría acordarme más de ellos; a veces les pido ayuda".
Campiotti no se cansa de hacer películas de santos.
"Mi sueño sería filmar una película sobre San Francisco de Asís, pero este año ya lo ha hecho Liliana Cavani, ¡otra vez! ¡Ya lleva tres sobre San Francisco! Empezó con la de Mickey Rourke y no para... También me gustaría filmar sobre San Jose de Copertino, ¡un santo que levitaba! Y me encantaría otra sobre San Francisco de Paula. Al final, el dinero no es un problema, lo importante es contar historias. Bueno, si quisiéramos hacer una película sobre Yogananda Paramahansa, que era hindú, pero yo lo veo como un santo indio... recrear la India sí sería costoso. En ´María de Nazaret´, que se ambienta en el Evangelio, ya nos hicimos una idea".
¿Y el reto de hacer películas de mártires?, le preguntamos. Los mártires no tienen, visualmente, un final feliz, y el cine lo demanda.
"Moscati murió de fatiga joven, se consumió, quizá podríamos verlo casi como un mártir del amor. Bakhita fue torturada, a Felipe Neri casi lo queman. Pero yo creo una historia de un mártir también hay que acabarla con final feliz. Buscaría la forma de acabar la película con sonrisa", asegura.
Trailer de "Blanca como la leche, roja como la sangre"