En poco más de diez años, Hakuna ha pasado de la irrelevancia a contar con un suelo de 300.000 oyentes mensuales en Spotify, vender 17.000 entradas en media hora y disponer de delegaciones en Europa, Estados Unidos, Hispanoamérica y Asia. Es a todas luces un éxito comercial que, sin embargo, no coincide con la visión que la agrupación y su fundador, José Pedro Manglano, tienen del éxito.
Entrevistado en el podcast Historias de fe de Desde la fe, Manglano explica que como agrupación musical -también son una asociación privada de fieles y se denominan "familia eucarística"- procuran "tener una identidad propia y cristiana" y que por eso, la palabra "éxito" tiene una acepción distinta a la del "mundo pagano o comercial".
Para ellos, el éxito "no se mide por números, por notoriedad, por artículos o reseñas de prensa", sino en historias de fe.
Pone el ejemplo de una de las asistentes a su multitudinario concierto celebrado en Madrid a principios de este año, donde cerca de 17.000 entradas se vendieron en menos de una hora.
"Recuerdo una niña de diez años que tenía retraso mental y su ilusión era escuchar a Hakuna. Sus padres la trajeron desde Valencia e iba cantando las canciones en el coche. El éxito es ese, la alegría en el corazón de una persona inocente, cuando una persona descubre la fe. El éxito se da en lo escondido, cuando Dios triunfa en un alma", comenta Manglano.
Aunque para el sacerdote ese es el verdadero éxito, también reconoce que Hakuna es un puntal en lo comercial. "Hay un éxito, una audiencia", dice, pero lo importante es "que eso no nos despiste de a lo que vamos, que es dar gloria a Dios. A veces Dios permite que algo crezca y otras que permanezca sin brillo humano, pero también triunfa".
Por eso, a Manglano le produce más satisfacción "llegar a los alejados" que vender miles de entradas: la gran alegría, dice, "es que mucha gente que no conoce la fe o que está rebotada, y [a los] que Dios no les dice nada, descubren vida y vuelven a revivir".
Lo curioso es que en Hakuna parecen no tener plan alguno, aparte de la oración. Cuenta que en las reuniones, se invoca al Espíritu Santo y se vive bajo una "gran presencia" de la oración. Si tienen alguna intención particular, los "emisarios" de Hakuna contactan de inmediato con multitud de conventos de clausura y la encomiendan a sus oraciones. "Hay una gran presencia de confiar, de dejar las cosas en manos de Dios y Él va haciendo", agrega.
La música sin silencio "es ruido"
Podría parecer irónico que una agrupación musical de éxito se defina por no tener planes estratégicos y más aún por el silencio. Pero para el fundador de la agrupación, este es "el comienzo de todo". También de la música, pues "hablar sin un silencio previo muchas veces no es más que ruido. En el silencio, en el mundo interior, es donde se genera todo".
¿Se puede hallar a Dios en la música? Para Manglano no hay duda: solo es necesario intentarlo "creando silencio en uno y abriendo los oídos del alma, viviendo con normalidad y quitar el ruido. Muchas veces la vida espiritual y la relación con Dios, más que en poner está en quitar. Si quitamos ruidos, presiones, miedos, Dios empieza a tener voz".