Del “convento” a Hollywood. Es el salto que hizo Barbara Nicolosi, durante nueve años religiosa de las Hijas de San Pablo (las paulinas), que ahora trabaja como laica en el mundo del cine y es punto de referencia para quienes intentan conjugar fe y arte visual en los EEUU.

Guionista de éxito, fundadora de los “Galileo Studios” cerca de Los Angeles, de “Act One” (www.actoneprogram.com, sociedad que se ocupa de formar profesionales para el cine estadounidense, de “Catharsis”, agencia de consultoría para productores y directores, docente universitaria y mucho más, hace unos días Nicolosi ha realizado una serie de conferencias en la Benedictine University, cerca de Chicago.

Una se titulaba: «Por qué los paganos hacen películas cristianas más hermosas».


-«La primera cosa que hay que decir, para aclarar la provocación, es que no existen películas cristianas, como tampoco existe una pizza cristiana o una moto cristiana. Una categoría útil es más bien la de "arte sagrado”, que hay que referir a cada proyecto, encargado por la Iglesia o no, con fines litúrgicos o catequéticos. Las películas no pueden entrar en esta categoría, porque las películas están destinadas por naturaleza a un público amplio.

»Una película hecha por cristianos debería trabajar a un nivel teológico para los creyentes, pero puede y debe funcionar con un público laico a nivel artístico y narrativo. Una película es más "cristiana" cuanto más capaz sea de tener un impacto sobre un público no cristiano.

»Por poner algún ejemplo, citaré Un hombre para la eternidad de Fred Zimmerman, de 1966, o La pasión de Juana de Arco, película muda de 1928 dirigida por Carl Theodor Dreyer. O en literatura las narraciones de Flannery O’Connor.

»El límite de la cinematografía de los cristianos es que muy a menudo es simplemente fea. Refleja lo que ha sucedido en la Iglesia en la relación entre arte y fe, donde la búsqueda de "nuevas epifanías de la belleza", por decirlo con palabras de Juan Pablo II, ha sido sacrificada a la desidia y al culto de lo banal. Los "paganos" que privilegian el talento persiguen la búsqueda de lo bello, realizando inevitablemente obras superiores.

-Hollywood no es tanto anti-cristiana, como anti-mala cinematografía. Y el modo para hacerse oír en un ámbito de este tipo, y en la cultura popular en general, es ser tan buenos que no puedan ignorarte.

-Hechas por cristianos en los últimos diez años hay muy pocas. Dónde hay una "buena intención" la historia generalmente fracasa. La Pasión de Cristo ha sido una excepción, pero Mel Gibson no ha rodado la película para la Iglesia, sino más bien como un acto de penitencia por sus propios pecados.

»Algunas óptimas películas rodadas por no creyentes que transmiten mensajes cristianos son El visitante de Thomas McCarthy, Lars y una chica de verdad de Craig Gillespie y Juno de Jason Reitman, las tres del 2007; o La vida de los otros de Florian Henckel von Donnersmarck del 2006; y la más reciente De dioses y hombres de Xavier Beauvois, 2010, sobre los monjes de Tibhirine. Y casi todo lo que ha realizado la Pixar, un ejemplo de excelencia combinada con temas profundos, de alcance universal.


-Gran Torino es una película robusta y Eastwood ha querido hacer del personaje principal una figura cristológica, un arquetipo bien presente en la tradición hollywoodiana.


-Falta una comprensión adecuada de la naturaleza y del potencial de la narración a través de las artes visuales. De las veinte primeras universidades en el mundo para el cine no hay ni una católica.

»Hay que trabajar con figuras de talento, independientemente de su orientación religiosa. Muy a menudo he visto a los cristianos contratar a malos actores, guionistas o directores sólo por el hecho de que son creyentes. El final a menudo son películas bastante horribles.

»La mayoría de los ricos benefactores da dinero para obras de caridad de la Iglesia o para la educación en general. Hay que convencerlos para que inviertan recursos también en las obras de arte. Hemos perdido el valor de ser "mecenas de las artes", como era la Iglesia en el pasado».

-Sirven parábolas para la gente de nuestro tiempo que tengan una serie de características que Aristóteles ya había individuado en su Poética. Las parábolas eficaces no tienen necesidad de nombrar a Dios, precisamente como las parábolas de Jesús.

»A mis estudiantes les digo siempre: la historia basta, no es necesario adjuntar una homilía. Necesitamos parábolas escritas por personas con el corazón lleno de vida y capaces de suscitar en los otros inspiración y compunción. O para decirlo como Aristóteles, la sociedad necesita historias que generen experiencias de catarsis, de compasión y de miedo del mal.

»Los estudios de Hollywood están controlados por megacorporacines a las que les interesan películas que vendan. Éste es su último parámetro de referencia. Hay espacio para una nueva generación de profesionales capaces de contar historias mirando los principios clásicos de la narración y combinando todo a la potencialidad de las nuevas tecnologías.

-No se puede tener una buena historia sin lo que yo llamo una puesta en juego elevada. Una puesta en juego elevada significa, por ejemplo, tener presente a la muerte. Y la muerte más "profunda" que un hombre experimenta viene del pecado: la muerte de la capacidad de amar, del instinto de cuidar de los otros, de la habilidad de ver y penetrar la realidad. Por eso, no se puede quitar el pecado de una buena historia.

»Lo que los cristianos pueden demostrar es cómo hablar del pecado sin hacer que éste se convierta en una ocasión de pecado para el público. Es lo que hace la Biblia con sus historias y su alto índice de dramatismo: adulterios, homicidios, engaños, traiciones, pero nunca narrado con la intención de ejercer violencia sobre el lector.

»Una moderna herejía en la Iglesia de hoy es el impulso de ser inocuos. Está bien ser prudentes, pero a veces parecemos mechas mojadas. Estamos tan atentos a ser amables y no ofensivos que al final no decimos nada que valga la pena oír. Deberíamos ser menos melifluos y más duros».

(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)