En un país adalid del laicismo, gobernado por la izquierda, con pocos medios de comunicación dirigidos por mujeres y en el que cada vez más lectores se descuelgan del papel, hay un periódico que resiste a la crisis. Es católico, de pago y sus mandos no los lleva un hombre sino una mujer. El bastión católico de La Croix es el único que mantiene el tipo. En los primeros 10 meses del año sumó un 1,2% más de abonados y vendió un 8% más de periódicos, hasta alcanzar los 95.280 ejemplares.
"No podemos hablar de éxito sino más bien de resistencia. En un momento difícil para la prensa en Francia y en Europa el periódico ha conseguido aguantar gracias a la fidelidad de los lectores. Están muy ligados al periódico. Lo compran por convicción", ha explicado a EL MUNDO Dominique Quinio, al frente de La Croix desde 2005.
En los primeros 10 meses de este año las ventas en quioscos de los periódicos franceses cayeron en conjunto un 15%. El número de abonados de Le Figaro cedió un 3% (con un descenso del 10% en quiosco) y Le Monde, un 5% (con una caída del 17% en papel).
Le Parisien, muy seguido en la capital gala, se desplomó un 10%, un 18% si sólo se tienen en cuenta las ventas de papel. El golpe es aún mayor para Libération. A pesar de que la izquierda gobierna en Francia, las ventas de este medio han descendido un 16,06% a nivel global, según los últimos datos del OJD.
Para la directora de La Croix, el auge del medio ha ayudado que este año ha sido rico en actualidad religiosa: la renuncia del Papa Benedicto XVI y la elección del nuevo pontífice "con un estilo diferente". También la actualidad social en Francia, con la aprobación del matrimonio homosexual y las manifestaciones de sus detractores, ha ayudado a que "muchos se hayan interesado en el enfoque que La Croix da a estos temas".
Según Quinio, la web de este medio católico "está muy cercana a su versión impresa, tiene la misma línea editorial y por ello los lectores del digital no han abandonado el papel". "Desde el principio decidimos que fuera de pago y nos hemos encontrado con más abonados de los que esperábamos", ha asegurado en una entrevista a este diario.
El precio por acceder al contenido virtual es de 15 euros. Para Quinio, la clave del éxito de La Croix está en lo que ella llama "ejercer el periodismo con calma". "No queremos tratar la actualidad frenética como todos los medios, que abordan la última polémica o apunte de política. Creemos que también en la web hay que elaborar la información con calma, ir al fondo del problema. Los lectores valoran eso. En un momento en el que la gente no confía en la prensa, intentamos hacer periodismo de otra manera, más reflexivo", explica.
Según su directora, La Croix tiene una intención pedagógica, "quiere explicar a los lectores los asuntos complejos de economía, política o sociedad". En Francia, donde la política tiene una presencia importante en los medios y donde cada medio luce su propia etiqueta, el periódico católico presume de "huir de las informaciones partidistas". "Aunque nos posicionamos en los temas, intentamos ser equilibrados y dar voz a todos. Nuestros lectores están interesados en el debate, pero quieren sacar ellos mismos sus propias conclusiones", analiza.
Para Quinio, los medios están llenos de malas noticias y por eso los franceses valoran cada vez más el enfoque positivo de la actualidad. "Se trata de contar también que hay cosas que van bien, que hay gente que se compromete con que el mundo sea mejor. No todo está podrido", dice.
Más allá del contenido informativo, La Croix, que forma parte del grupo editorial Bayard, lleva "unas cuentas equilibradas". El 80% de sus ingresos vienen de sus abonados y el 10% son ayudas del Estado, lo que, dice su directora, "lleva a una mayor vigilancia". "Estamos un poco por encima del equilibrio y llevamos una gestión rigurosa", explica.
Asegura que a pesar de que cuentan con medios limitados siguen enviando a sus periodistas a cubrir informaciones y hacer viajes para dar información de calidad sobre el terreno. "Es un valor añadido. No hay que escudarse en la crisis ni renunciar al periodismo sino hacer más periodismo".
Quinio era hasta hace poco la única mujer al mando de un diario nacional. Ahora comparte responsabilidad con la recién nombrada directora de Le Monde, Natalie Nougayrède. Aunque a su juicio, de lo que se trata es "de hacer un periodismo diferente. Tiene que haber una mirada periodística, da igual si es la de un hombre o una mujer. Este es el valor añadido de la profesión", dice.
En tiempos oscuros para la prensa Quinio cree que el papel no ha muerto, "sólo ha cambiado, ha evolucionado": "Ahora tiene que tener un carácter más duradero, excepcional, pero el papel aún no ha dicho su última palabra".