El sacerdote José María Pérez Chaves ("Pater Cinéfilo"), del Arzobispado Castrense, que se describe a sí mismo como “un cura del montón al que le gusta el cine” ha publicado recientemente un compendio titulado 100 películas cristianas (Homo Legens), que nos ofrece la información cinematográfica necesaria para que disfrutemos de cada película añadiendo las enseñanzas morales y teológicas que cada una aporta. Conjuga la claridad expositiva con la perspicacia crítica y con la sana doctrina.
-¿Cuál ha sido la película que ha presentado mejor, a su juicio, la figura y el mensaje de Jesucristo?
-A mi juicio, la película que mejor ha reflejado la figura de Jesucristo es La Pasión de Cristo. Resulta sorprendente que hayamos tenido que aguardar tanto para ver una película perfecta sobre el Señor. Ciertamente, no es la única, pues creo que, a su modo, El rey de reyes o El evangelio según San Mateo son también grandes filmes; pero la cinta de Gibson dio un paso más, pues nos mostró gráficamente y sin tapujos el dolor que padeció el Hijo de Dios en orden a nuestra salvación.
-¿Y la imagen de la Bienaventurada Virgen María?
-Respecto de la Santísima Virgen María, destaco dos largometrajes. El primero de ellos es Reina de reinas: la Virgen María, un estupendo filme mexicano que fue el primero en abordar la vida de Cristo desde la perspectiva de su Madre. En segundo lugar, destaco Llena de gracia: se trata de una cinta muy sobria, donde descuellan los diálogos por encima de la narración, pero que, precisamente por eso, imbuye al espectador de una teología mariana pocas veces vista en la gran pantalla.
-¿La película del santo o santa que más le ha impactado?
-La hagiografía cinematográfica que más me ha impactado se titula El hombre que no quería ser santo. Es un filme muy modesto que narra la vida de San José de Cupertino. Como sabéis, este frailecillo era famoso por su capacidad de volar, pues Dios le concedió esa gracia. Sin embargo, la cinta, que evidentemente muestra este milagro en reiteradas ocasiones, prefiere centrarse en la humildad que lo caracterizó y en el odio que concitó entre aquellos que se consideraban más santos que él.
-¿Cómo se ha ido desarrollando el diálogo de la fe cristiana con la cultura cinematográfica en el tiempo que estudia su libro?
-La historia del cine religioso se divide perfectamente en dos grandes etapas: la etapa abiertamente religiosa (hasta los años 60, incluidos) y la etapa implícitamente religiosa (desde los años 60 hasta la actualidad).
»La primera se caracteriza por un abordamiento claro de la fe, mostrando a los sacerdotes como héroes de lo cotidiano, el amigo que nunca falla; esta etapa tiene su culmen en los años 50, con el péplum, donde el cristianismo adquiere un papel preponderante (pero empieza a decaer en los 60, donde la figura del sacerdote pierde el valor de antaño).
100 películas cristianas: un libro cuyos consejos cinematográficos vale la pena seguir.
»La segunda etapa se caracteriza por un cine anticristiano, donde se critica a la Iglesia y hasta se pone en duda la pervivencia de la fe; más adelante, se retomará el hecho religioso, pero nunca de la manera tan diáfana de antes (hoy, el cine católico no tiene el mismo peso que antes, sino que es el evangélico el que parece que le ha ganado la delantera).
-Respecto de su visionado hasta la fecha y en la realización de este compendio especialmente, ¿de qué películas cristianas, y no cristianas, ha aprendido usted más?
-Respecto de las cintas cristianas, he aprendido mucho de La pasión de Juana de Arco y Ordet (La palabra): en cuanto a la primera, porque me hace ver de qué modo sufren los santos para llevar a cabo la voluntad de Dios, y cómo en muchas ocasiones, aquellos que deberían someterse también a ella, son los primeros en menospreciarla; en relación a la segunda, encuentro su ayuda en el hecho de que me pregunta acerca de mi fe: ¿tengo yo una fe tan grande como la del protagonista del filme, que se cree Jesucristo?
Tráiler de "El aceite de la vida" [Lorenzo's oil] (1992), de George Miller.
»Respecto de las no cristianas, me ayudan mucho Gattaca y El aceite de la vida: la primera, porque nos habla sobre el peligro de la eugenesia, un mal que está en alza y que nadie parece ponerle freno; la segunda, porque me enseña el amor de unos padres por su hijo, a quien no abandonan a pesar de padecer una enfermedad incurable. Esta última cinta también es de extrema actualidad, porque ¿cuántas personas no recurrirán a la eutanasia para frenar un mal, en vez de recurrir a los cuidados paliativos?