¿Donald Trump o Joe Biden? El 3 de noviembre se celebran en Estados Unidos unas elecciones presidenciales que numerosos analistas de todas las tendencias consideran entre las más importantes de la historia del país. Pero ésta y todas atraen siempre un interés máximo, porque se dilucida quién ocupará un cargo político de extraordinario peso mundial al que, además, el cine y la televisión han rodeado de un aura mítica.
El escritor y periodista Pedro Fernández Barbadillo, doctor en Derecho Público con una tesis sobre el principio de no reelección presidencial en Iberoamérica, acaba de publicar una obra, Los césares del imperio americano (Homo Legens), donde examina su figura constitucional y social a través de innumerables historias y anécdotas de las 45 personas que hasta el momento lo han ocupado.
Cada uno de los cuales ha mantenido perspectivas muy diversas sobre la religión, un ámbito que casi ninguno ha rehuido, ya sea por principio, ya sea por su creciente peso demoscópico.
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-¿A quién van a votar los católicos norteamericanos en estas elecciones?
-El voto católico está tan fragmentado como el de otros grupos, sean religiosos, étnicos o sexuales. Una consecuencia de la posmodernidad, que rompe tradiciones, fidelidades y compromisos. En las elecciones presidenciales sólo hay un bloque prácticamente unánime: el de los negros. Votan en más de un 90% a los candidatos del Partido Demócrata, aunque éste haya sido el causante de la guerra civil por defender la esclavitud y luego sus miembros en el Sur fundaran el Ku Klux Klan y establecieran la segregación, hasta hace cincuenta años.
-¿Suele ser decisivo el voto católico?
-En las últimas cinco elecciones los católicos se han dividido casi al 50% entre los candidatos, pero, con excepción de 2000, el candidato al que apoyaba la mayoría de ellos ganaba la elección. De ahí que en estas elecciones estén siendo muy cortejados por el presidente Trump y por Joe Biden. En la convención republicana intervino una monja católica, Deirdre Byrne, y en la demócrata intervino el jesuita James Martin. ¡Menudo cambio con las sospechas de la mayoría de la sociedad norteamericana respecto a los católicos en el siglo XIX! Lo llamativo es que mientras algunos Papas, como Juan Pablo II, estaban en buena sintonía con presidentes republicanos como Ronald Reagan, otros, como Francisco, parecen preferir a Biden, ‘católico de cafetería’.
-¿Trump mantiene sus políticas provida o a favor de la libertad religiosa por convicción o por cálculo electoral?
-Para mí Trump sigue siendo un misterio. Un hombre la ‘súper-clase’, en apariencia con más intereses en común con Gates, Bloomberg o Soros que con los obreros de Carolina y los parados de Pensilvania, elabora un programa contra los ricos de Nueva York y Hollywood y se convierte en abanderado de las clases populares.
»De él podemos decir lo mismo que dijo Henry Kissinger de Reagan: “Al hablar de Reagan a veces nos preguntamos por qué se le pudo ocurrir a alguien que debiera ser presidente o siquiera gobernador”. Ambos presidentes han cambiado la política y la sociedad de su país. Y demuestran que con principios impopulares en las redacciones de televisión se pueden ganar elecciones.
»Y no es menos importante que Trump está cumpliendo su palabra y su programa. Se comprometió a proponer jueces pro-vida y contrarios al activismo judicial y la invención de derechos a partir de una interpretación imaginativa de la Constitución, y lo está haciendo.
Pedro Fernández Barbadillo participa habitualmente en debates en televisión y radio.
-¿Realmente hoy dan votos ambas causas en Estados Unidos?
-Poco después de que siete jueces del Supremo legalizaran el aborto en EEUU en 1973 y después siguieran otros países occidentales, como Francia, España, Italia o Bélgica, el lobby abortista dio por sentado que se había convertido en un asunto ya aceptado por la sociedad e indiscutible gracias a su presencia en los medios de comunicación y los principales partidos. Pues bien, la presión y la organización de los pro-vida en EEUU a lo largo de estas décadas han demostrado que se pueden deshacer los planes de los más poderosos. En 2020, Estados Unidos es una sociedad más conservative y más pro-vida que en los años 60.
-¿Cómo lo han hecho?
-Es posible comportarse con el mismo activismo de los izquierdistas, las feministas y todos esos grupos que forman lo que ahora se llama el ‘marxismo cultural’, y revertir sus victorias. Pero es imprescindible estar dispuestos a trabajar sin rencillas, profesionalizarse y fijarse un plan a varios años vista. En España podemos ver el éxito con la información religiosa. Internet está permitiendo que sea mucho más plural, misionera y hasta más fiel a la Iglesia que cuando sólo existía la prensa de papel de pago.
-Con la previsible confirmación de Amy Coney Barrett serán 6 católicos sobre 9 miembros en el Tribunal Supremo y una mayoría conservadora de 6-3. ¿Es posible una reversión de Roe vs Wade, la sentencia que garantizó el aborto como derecho?
-La derogación de Roe vs. Wade es, hoy por hoy, imposible. El verdadero Poder desea la legalización del aborto y su extensión, por motivos económicos (mucha gente hace negocio con estas carnicerías y con los anticonceptivos) y, también, por motivos neomalthusianos, para la reducción de la población.
-¿Y si ese Poder cambia de manos?
-La izquierda puede subvertir sin límites el Derecho y la sociedad, y ahí juega con ventaja, pues la derecha respeta mucho más las instituciones y los procedimientos. Algo está cambiando en este sentido, como demuestra el nombramiento exprés de la juez Amy Coney Barrett por parte de los republicanos, sin complejos.
»El Supremo legalizó el aborto cuando la Presidencia, el Legislativo y el pueblo estaban en contra. Ahora que éste cuenta con unos protectores poderosos y, todavía, una mayoría social que lo apoyan es casi imposible derogarlo. Lo deseable es que el Supremo permita que los estados tomen medidas para restringirlo.
-¿Qué ocurriría si lo hace?
-Ruth Bader Ginsburg, una fanática abortista, dirigió el grupo de jueces del Supremo que calificó como inconstitucional cualquier exigencia de seguridad a los abortorios en favor de las madres. Una de las excusas para legalizar el aborto era asegurar la salud de las madres. Pues a las feministas y sus aliados no les importa que mueran mujeres desangradas o por infecciones con tal de que el ‘empoderamiento’ feminista se mantenga incólume.
»Quizás dentro de diez años los estados centrales de Estados Unidos, más Texas, tengan tantas restricciones al aborto que lo hagan casi inexistente, mientras que California, Nueva York y Nueva Inglaterra permitan matar niños hasta el momento mismo del nacimiento. Esto tendría consecuencias en la población y, por tanto, beneficiaría a los estados más conservadores y pro-vida en las elecciones presidenciales y en la Cámara de Representantes.
-¿Por qué durante décadas el voto católico fue cautivo de los demócratas?
-Los católicos votaban al Partido Demócrata en porcentajes altísimos hasta que éste empezó a ser colonizado por la izquierda caviar para aplicar sus causas. Hasta entonces, los demócratas acogían a los católicos y, por ejemplo, defendían las escuelas católicas, cuando ahora quieren desmantelarlas.
-¿Cuándo empezó a cambiar la tendencia?
-El primer presidente republicano que recibió la mayoría del voto católico fue Richard Nixon en su gran victoria de 1972. Esa elección empezó a cuartear la ‘coalición del New Deal’ levantada por Roosevelt. El candidato demócrata, George McGovern, representaba a un sector izquierdista, minoritario entonces pero gritón y bien encuadrado desde el maldito 1968. Sus adversarios, incluso dentro del partido, le calificaron como el candidato de las tres A: Aborto, Amnistía (para los desertores de Vietnam) y Ácido (droga).
-Y por ahí no pasaron...
-En ese año se rompió la cadena que ataba a los católicos con el Partido Demócrata, aunque en los años posteriores más de la mitad volviese a decantarse por candidatos demócratas.
-¿Cómo fueron venciendo los católicos las reticencias contra ellos al nacer la nación?
-Apenas había católicos cuando Estados Unidos consiguió su independencia (gracias, por cierto, a dos potencias católicas, como los reinos de España y Francia), en torno a un 1% de la población. Había leyes contra los católicos en algunos estados y eran frecuentes los ataques y abusos. Se trataba de la misma enemistad que sufrían los católicos en Inglaterra o los países protestantes. La emigración de varios millones de alemanes, irlandeses, polacos e italianos a lo largo del siglo XIX provocó un aumento de las tensiones y del rechazo. Los protestantes consideraban a los católicos como un peligro para sus libertades, debido a que profesaban obediencia a un ‘monarca extranjero y absoluto’, el Papa.
»Sólo con trabajo, esfuerzo y sacrificios, los católicos obtuvieron el reconocimiento de sus compatriotas; por ejemplo, al servir en las dos guerras mundiales. Los prejuicios anti-católicos surgieron con fuerza incluso en 1960, contra Kennedy, entre los demócratas. Hoy, la mayoría de los jueces del Supremo son católicos y nadie considera que pongan en peligro la soberanía de Estados Unidos… que está amenazada, pero no por los católicos, sino por el globalismo.
-Además de Kennedy y Biden, ¿hubo otros católicos que compitieran por la presidencia?
-El primer caso de candidato católico a la presidencia presentado por uno de los grandes partidos fue Al Smith, en 1928. Un personaje que encarnaba ‘el sueño, americano’: tuvo que ponerse a trabajar a los catorce años por la muerte de su padre, no acabó la enseñanza media y fue gobernador de Nueva York.
»Sin embargo, como católico, sufrió una campaña de los protestantes más fanáticos, que consideraban que pondría la presidencia a las órdenes del Papa. Una de las organizaciones que más le combatió fue el Ku Klux Klan, entonces muy poderoso. Sólo ganó en siete estados y sufrió la mayor derrota de un candidato demócrata del siglo XX hasta 1956.
»El periodista Frederick William Wile explicó el fracaso de Smith con “las tres P: prohibición, prejuicios y prosperidad”. Smith estaba a favor de derogar la Enmienda XVIII, que prohibía el alcohol, mientras que muchos protestantes la consideraban un triunfo propio para construir una sociedad libre de alcoholismo. Además, el candidato republicano, Herbert Hoover, tenía a su favor la prosperidad, aunque concluyó al año siguiente.
-¿Y quizá Pence, en el futuro...?
-Mike Pence, vicepresidente en ejercicio, fue bautizado católico pero en los años 80 dejó la Iglesia y se hizo evangélico. Joe Biden fue el primer católico en ser elegido vicepresidente en 2008, pero éste tiene una conducta absolutamente contraria a la doctrina de la Iglesia. En 2016 ofició una boda para dos funcionarios homosexuales de la Casa Blanca y en esta campaña se ha pronunciado a favor de convertir el aborto en un derecho mediante una ley federal si el Supremo derogase Roe vs. Wade.
-Paradójico: los católicos tendrán que elegir entre un protestante provida y un católico proaborto...
-No debería extrañar por tanto que el cardenal Gerhard Müller, prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, haya dicho que para un católico es preferible votar a un buen protestante que a un mal católico.
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