A propósito de esta cinta alemana, recientemente estrenada en nuestras pantallas, traemos el inteligente comentario publicado por nuestros amigos de elpodium.org, debido a la pluma de su colaborador Gabriel Cortina.
Esta es la crítica de Gabriel Cortina:
“Hannah Arendt” es una lección de filosofía que dura 109 minutos. No acuda el espectador a ver una película más, sino a valorar unos acontecimientos desde una perspectiva diferente. Estos acontecimientos se resumen en una reflexión sobre el mal.
Presentamos una magnífica película dirigida por Margarethe von Trotta y protagonizada por Barbara Sukowa, que ha recibido numerosos reconocimientos, y que se enmarca en la corriente del llamado Nuevo Cine Alemán. Von Trotta se interesa en encontrar a la mujer detrás de esta gran filósofa independiente, crítica e incomprendida en su época (1960), pero tenida en cuenta más adelante, con la perspectiva de la historia. Y esta es la historia que se narra: la biografía de Hannah Arendt, filósofa, pensadora y periodista, de nacionalidad alemana, de cultura judía, discípula y amante del maestro Heidegger, y exiliada durante la Segunda Guerra Mundial a Estados Unidos, tras pasar por España y Portugal. Profesora universitaria en los Estados Unidos, es enviada a Jerusalén por The New Yorker a cubrir el juicio del criminal de guerra Adolf Eichmann, uno de los responsables por el genocidio judío durante la guerra, conocido por “la solución final”.
Y es aquí, durante las sesiones del juicio, en su querido Israel, acompañada de sus seres queridos, donde comienza a descubrir nuevos puntos de vista. ¿Se trata de un juicio a una persona concreta o a la Historia? Frente a él estaba uno de los oficiales de las SS que organizó los “trenes de la muerte”, vagones llenos de judíos y de ciudadanos críticos contra el nacionalsocialismo, rumbo a los campos de exterminio.
Eichmann no tenía el perfil de un clásico psicópata, ni era un inteligentísimo estratega, ni manifestaba un brillante ingenio para el mal. Lo que estaba delante de ella era un burócrata sumiso y diligente. Eichmann argumentó en el juicio que su papel se limitaba a cumplir con los horarios de los trenes y el transporte. Delante de decenas de testigos estaba una mezcla fatal de obediencia a las órdenes recibidas y un hombre incapacidad para pensar por sí mismo. Los de las SS ni eran monstruos ni estaban locos. Entonces, ¿por qué lo hicieron? De ahí la reflexión filosófica que realiza sobre la banalización del mal.
Eichmann no tenía el perfil de un clásico psicópata, ni era un inteligentísimo estratega, ni manifestaba un brillante ingenio para el mal. Lo que estaba delante de ella era un burócrata sumiso y diligente. Eichmann argumentó en el juicio que su papel se limitaba a cumplir con los horarios de los trenes y el transporte. Delante de decenas de testigos estaba una mezcla fatal de obediencia a las órdenes recibidas y un hombre incapacidad para pensar por sí mismo. Los de las SS ni eran monstruos ni estaban locos. Entonces, ¿por qué lo hicieron? De ahí la reflexión filosófica que realiza sobre la banalización del mal.
La reflexión profunda de Arendt es que los peores ante el mal no son únicamente los que lo planifican, ni los ingeniosos estrategas de “la solución final”, ni los constructores de las cámaras de gas. Para Arendt los peores también son los que, siguiendo un pensamiento incapaz para la reflexión, cumplen las órdenes recibidas con una perfecta diligencia, es decir, los burócratas; aquellos que piensan que lo importante es el sistema. Durante cuatro años trabaja, marcada por la controversia y la incomprensión, escribiendo un libro titulado “Eichman en Jerusalem, Un estudio sobre la banalización del mal” el cual, por sus argumentos y afirmaciones, provoca inmediatamente un escándalo internacional, especialmente en la comunidad judía. En él llega a afirmar que algunos dirigentes del pueblo judío fueron cómplices también de esta destrucción, y que con la misma actitud burocrática, no evitaron el daño.
Como las comunidades judías estaban organizadas, sus miembros obedecían a sus dirigentes, y muchos de estos no fueron capaces de reaccionar. La conclusión es que, lo terrible, no es únicamente el nazismo u otro sistema totalitario, sino lo que genera en la sociedad: falta de criterio y actitud burocrática, e incluso diligente, ante el mal. Otro aspecto importante que se muestra durante el juicio es la apelación a la conciencia y al derecho natural para plantear la conducta y la moralidad de los hechos juzgados, aspectos éstos que no se encontraban en los códigos penales ni en el derecho positivo.
Como las comunidades judías estaban organizadas, sus miembros obedecían a sus dirigentes, y muchos de estos no fueron capaces de reaccionar. La conclusión es que, lo terrible, no es únicamente el nazismo u otro sistema totalitario, sino lo que genera en la sociedad: falta de criterio y actitud burocrática, e incluso diligente, ante el mal. Otro aspecto importante que se muestra durante el juicio es la apelación a la conciencia y al derecho natural para plantear la conducta y la moralidad de los hechos juzgados, aspectos éstos que no se encontraban en los códigos penales ni en el derecho positivo.
¡Pero, atención, espectador! La trama de la película hoy se repite: ese orden natural es hoy rechazado o minusvalorado por la cultura dominante, que es relativista e incapaz para razonar sobre lo bueno, lo verdadero o lo bello. Se impone, así, la voluntad del más fuerte; se impone la fuerza de los hechos o la fuerza de los sentimientos frente a la razón y el encuentro con la verdad de las cosas. En unos tiempos en que la mayoría se sentía obligada a seguir una visión del mundo específica, fruto del pensamiento dominante en la época (años 1960), Arendt fue un ejemplo brillante de alguien que se mantuvo fiel a su perspectiva singular sobre el mundo.
Hoy en día, estos mismos argumentos pueden utilizarse al hacer referencia a conflictos como el que sufre el Congo y la región de los Grandes Lagos de África, a la pobreza y el hambre del Tercer Mundo, a la banalización de la droga, o a legislaciones que permiten que un no-nacido de cuatro meses de gestación pueda ser eliminado en el vientre de su madre en nombre de la “salud reproductiva”. Sus protagonistas bien podrían ser como Adolf Eichmann: burócratas que, sin destacar en absolutamente nada -y en uno de los países más avanzados del mundo, como era el caso de Alemania en los años 30-, cumplían órdenes y hacían lo que se les pedía, frente a un rebaño de inocentes puestos en fila ante el umbral del matadero.
Muchas más conclusiones pueden sacarse y fecundo el debate posterior. Creo que se trata de una película que puede ser de interés para aquellos que estudien Derecho, Periodismo, Políticas, Sociología o, por supuesto, Filosofía. En definitiva, para aquellos que sientan inquietud hacia el pensamiento crítico y cuestiones de justicia social.
Título: Hannah Arendt Dirección: Margarethe von Trotta Intérpretes: Barbara Sukowa, Axel Milberg, Janet McTeer, Julia Jentsch,Ultich Noethen, Michael Degen, Nicholas Woodeson, Victoria Trauttmansdorff, Klaus Pohl, Harvey Friedman Guión: Margarethe von Trotta, Pamela Katz [Jóvenes113min]