La cineasta Maider Fernández Iriarte tiene 31 años y empezó a hacer películas con 27. Dice que no tiene fe, pero está explorando algunos indicios que la intrigan. Por ejemplo, Lourdes.
"Lourdes es muy cinematográfica. Los rezos son algo brutal", explicaba en una entrevista en CariFilii, el portal de noticias marianas.
"Está el agua, las luces de las velas. Y la roca, con la marca de las manos que por el tacto se desgasta, ese el rito día tras día. Y el silencio en la gruta. Otros lugares son ruidosos, pero la roca de la aparición no, es quizá el lugar que más me impactó. Quizá allí sí que sucedió algo. Oyes sólo los pasos de la gente, su murmullo… eso es bonito de ver".
Maider estaba presentando su película Las letras de Jordi, cuando el coronavirus forzó a cancelar actos en Cineteca de Madrid y en toda España. Las letras de Jordi (reseñada con detalle aquí en ReligionEnLibertad) es la exploración del día a día de Jordi Desquens, que tiene parálisis cerebral. Es un hombre que no ganará un concurso de belleza, pero que, a veces, dice “oigo la voz de Dios, lo dejo todo y escucho”. Jordi acude cada año al santuario mariano de Lourdes.
Maider no se crió en un entorno con fe, sólo su abuela era de verdad religiosa. Explorar esto es para ella un reto, y reconoce, hablando con ReL, que tampoco conoce bien la tradición visual occidental para algo tan difícil como hablar de lo espiritual, de lo inefable con palabras, de lo invisible con imágenes.
“Nunca fui cinéfila, empezó a interesarme el cine a los 15 años precisamente viendo un ‘making of’ de una película sobre la naturaleza. Pensé: ‘ah, pues yo quiero ser cámara de National Geografic y hacer biología’. Y sí, estudié 3 años de biología, aunque lo dejé. Luego me saqué un título de buceo, cuando ya estudiaba fotografía, pensando hacer fotos bajo el mar. En fin, siempre me ha interesado la fotografía y lo documental, más que la ficción o narrativa. Y el lenguaje visual que conozco es el de mis estudios en el Master de Documental y el FP sobre televisión y cine”. Así, como sucede con Germinal Roaux (Fortuna) nos encontramos con una cineasta joven, sin fe, que explora lo espiritual, llegada del mundo de la fotografía.
– ¿Cómo surge la historia de Las Letras de Jordi?
– Una psicóloga me preguntó, para reflexionar: ‘¿qué es para ti un milagro?’ Y asocié milagro con Lourdes. Y en el Master me pedían que presentase un proyecto y pensé hacer algo sobre Lourdes, aunque sólo una vez había estado allí, de pasada y sin interés. Investigando sobre la gente que va a Lourdes conocí a Jordi.
– Jordi es un hombre de 50 años, con parálisis cerebral, que dice que a veces oye la voz de Dios…
– En el cuarto encuentro con él fue cuando supe que tenía esa experiencia mística. Yo viví algo especial cuando murió mi abuela, con la que estuve viviendo 4 meses y era muy importante para mí. Al morir ella, sentí… mucho amor. Sentí como su presencia, la de mi abuela, en un amor muy concentrado. Pensé: “alguien que tenga fe quizá vive algo así”. Quizá eso me atrajo más a Jordi y me centré en ello.
– La definición de experiencia mística incluye: algo que te saca de ti y te trasciende, que es difícil de describir en palabras, que te transforma, es gnoético (sabes que es sabiduría real, no una ilusión), te ayuda a navegar en la vida… ¿cumplen estos rasgos tu experiencia?
– Sí, bastante. Creo.
– En la película tardas en mostrar el rostro de Jordi. ¿Por qué?
– Puede haber prejuicios en el espectador si lo primero que conoce de él es su cuerpo. Hay que acercarlo al espectador a través de su palabras, de su pensamiento, para que empatice por su palabra y su amistad, y luego ya se puede mostrar su cuerpo.
– ¿Podemos decir lo mismo de Dios? Primero lo conocemos por su Palabra, hacemos amistad, y sólo en el Cielo lo veremos en persona…
– No lo sé. Quizá.
– ¿Hay algo que no conseguiste alcanzar en esta película?
– Temo que precisamente no conseguí mucho mostrar su experiencia espiritual. Al final, no soy creyente. Pero creo en la relación con Jordi, la amistad que sentimos, la ilusión, el sacrificio. Mi forma de trabajar implica mucho contacto, vivir las cosas. Y las vivo con la cámara.
– ¿Cuándo decides que vas a salir en la película?
– Quería evitarlo, porque hay otras pelis en las que también salgo. Pero con Virginia, la montadora, vimos que la relación entre Jordi y yo es el núcleo de todo, así que sale una relación natural. Muestro las vulnerabilidades de Jordi y las mías, al afrontar cosas que desconozco, lo religioso, la parálisis cerebral, la familia de Jordi, el aprendizaje… Así el espectador empatiza con Jordi y conmigo. Quien ve la peli a veces puede sentirse como yo y otras como Jordi.
– La película da mucho espacio al silencio…
– Sí, es más sugerente. Sugiere la relación de Jordi con Dios. Él en Lourdes, en oración, está intentando conectar. Así lo acompañamos y nos acercamos a su mundo interior. Él dijo que cerrando los ojos siente la voz de Dios. Si hay comunicación con Dios allí, es en silencio. Cinematográficamente, Lourdes y su silencio nos alivia después de mucho rato de diálogo y comunicación difícil con letras.
– ¿Cómo muestras visualmente a la Virgen en Lourdes?
– En realidad, no mucho. Lo justo para que se sepa que es Lourdes. Ella aparece en un momento tapada por la roca. De hecho, en la secuencia de Lourdes vemos mucho la roca, que es hasta donde Jordi llega. Jordi no tiene mucho acceso directo ahí. Luego lo conectamos con la experiencia de Jordi con Bernadette. Nos sirve para introducir a Bernadette.
– A Jordi le gusta la película clásica en blanco y negro sobre Lourdes. ¿Y a ti?
– A mí también me gusta. Sí, el final es un poco heavy, pero está muy bien hecho. Y hay otras películas que hablan de Lourdes. La escafandra y la mariposa, y otras. Ninguna película que yo haya visto sobre Lourdes me ha parecido absurda.
– ¿Hay atractivo visual en Lourdes?
– Lourdes es muy cinematográfica. Los rezos son algo brutal. Hay esa mezcla de gente que reza en varios idiomas, con un murmullo muy sensorial, que te mete en un ritmo, con la repetición. También está el agua, las luces de las velas. Y la roca, con la marca de las manos que por el tacto se desgasta, ese el rito día tras día. Y el silencio en la gruta. Otros lugares son ruidosos, pero la roca de la aparición no, es quizá el lugar que más me impactó. Quizá allí sí que sucedió algo. Oyes sólo los pasos de la gente, su murmullo… eso es bonito de ver.
– ¿Qué aporta una película así a la gente joven y acelerada de hoy?
– Es una película tranquila, pero si vas abierto a vivir una experiencia puedes conectar con ella. Mi película es pausada, pero creo que engancha. Si te atrapa los primeros 10 minutos, ya no la sueltas hasta el final. Habla de aproximarnos a la persona, del valor de la escucha, del diálogo, la comunicación, la compañía, la amistad…
– ¿Tienes un nuevo proyecto?
– Con Aldemar Matías y Laura Herrero Garbín estamos haciendo una peli sobre adolescentes de instituto en Trinitat Nova, en Barcelona, para ver como avanzan hacia la edad adulta, como se ven a sí mismos, como se quieren representar. Y también quiero hacer un corto sobre el Comité Médico de Lourdes. Me gustaría filmar, por ejemplo, cómo debaten alrededor de una mesa sobre casos de curaciones inexplicables. No dejan hacerlo, pero ya veremos…
(Entrevista publicada de forma originaria en CariFilii.es)
(Sobre lo que pasó en Lourdes recomendamos el libro 'Bernadette no nos engañó', de Vittorio Messori)