Superhéroe sin superpoderes, reconoce un poder superior a él y está dispuesto al sacrificio por los demás: es el ADN cristiano del Caballero de Gotham, Batman, cuya teología analiza Roberto Marchesini en Il Timone:
La teología de Batman
Tebeos y teología: ¿qué tienen que ver los unos con la otra? Tienen que ver, tienen que ver. Y no hablo de la aburrida "supracaracterización" de los superhéroes que, en el intento de dar profundidad a los distintos personajes, les atribuye una pertenencia religiosa según la cual Hulk sería católico, Superman metodista, Fénix episcopaliana, Lobezno pseudobudista... un juego aburrido e infructuoso en el que, hace unos diez años, cayó L'Osservatore Romano [5 de julio de 2013, pág. 5]
Hablamos de significados religiosos que surgen, a veces de manera prepotente, de los tebeos de los superhéroes.
Tomemos el caso de Superman, por ejemplo. Prácticamente es un dios, caído del cielo sobre la tierra para salvar al planeta, criado por dos progenitores putativos y que, además, tiene superpoderes. Su nombre secreto es Kal-el. ¿Os suena? Exacto: es hebreo y significa algo como "la voz de Dios". Algo similar a "la palabra de Dios", "el verbo de Dios". Pero entonces, ¿significa que Superman es Jesús? En absoluto. ¿El mesías?
Pues bien, Superman nació en 1933, el año de la subida al poder de Hitler, de manos de dos judíos de familia observante: Jerry Siegel (textos) y Joseph Shuster, originariamente Shusterowich (dibujos). Lo mismo pasa con Batman, cuyos autores Bill Finger (textos) y Bob Kane, Robert Kahn (dibujos) eran judíos askenazíes. Pero volveremos sobre Batman más adelante.
¿Son los superhéroes una manifestación de la cultura tradicional de los judíos centroeuropeos? Pensemos en la Cosa, de los Cuatro Fantásticos (creación de Stan Lee, es decir, Stanley Martin Lieber, y Jacob Kirby, nacido Kurtzberg, obviamente judíos): aparte de llamarse Benjamin "Ben" Jakob Grimm, es una masa de roca indestructible y fortísima. Prácticamente un golem, ese muñeco que, en el siglo XVI, el rabino cabalista de Praga construyó de arcilla, dándole de forma mágica la vida para que, primero, hiciera para él los trabajos que requerían esfuerzo y, después, reparara con su fuerza e invulnerabilidad los errores que la ciudad había hecho a los judíos. Vale, de acuerdo: la Cosa es claramente un golem. Como también lo es, a pesar del color, el increíble Hulk, el cual -¡que casualidad!- tiene los mismos creadores askenazíes.
Pero ahora volvamos a Batman, superhéroe preferido del escritor de toda la vida de Il Timone Rino Cammilleri y, claramente, un superhéroe atípico. ¿Por qué atípico?
Un hombre en leotardos
Ante todo, porque Batman es un superhéroe sin superpoderes: no vuela, no tiene una fuerza exagerada, sus ojos no disparan rayos, no trepa por las paredes. Es Bruce Wayne, un hombre en leotardos.
Cierto, tiene un montón de dinero; tiene a su disposición tecnologías futuristas, se entrena y práctica artes marciales. Pero hace lo que cualquiera podría hacer y, sobre todo, es vulnerable. Sufre, recibe un montón de golpes; incluso tiene artritis. Salvar a sus conciudadanos no le sale gratis, como les pasa a los otros superhéroes: le cuesta sangre y dolor. Paga, literalmente, un alto precio por salvar a los demás.
Tenemos que admitir que esto es algo que no es para nada "estadounidense". Basta con pensar en las películas hechas en Hollywood, en las que el protagonista sobrevive a la destrucción de rascacielos, desastres aéreos, explosiones nucleares y que, al final, se sacude el polvo que le ha caído encima como si nada hubiera pasado.
Batman se parece más a un héroe de la tradición europea, como son Miguel Strogoff o El Último Mohicano... Tradición en la que el héroe se sacrifica, paga un precio para la salvación de los demás (no la suya propia).
El motivo es simple: el héroe europeo, a diferencia del estadounidense, encuentra su arquetipo en Cristo el cual, por la salvación de los hombres, sufrió todos los sufrimientos posibles, llevando su heroico sacrificio hasta la muerte.
Lucha con las manos desnudas
Es más: Batman lucha siempre con las manos desnudas, es decir, en una condición de inferioridad respecto a sus adversarios, armados hasta los dientes. Lo hace por un principio moral: desde que un botarate asesinó a su padre con una pistola, odia visceralmente las armas de fuego, con las que cualquier cobarde puede arrebatarle la vida a un hombre de valía (como era Thomas Wayne).
En esto recuerda a un mito de la caballería católica: Pierre Terrail de Bayard, llamado por amigos y enemigos "caballero sin mancha y sin miedo". Alegoría viviente de la caballería, Bayard combatió a lo largo y ancho de Italia todas las batallas que vieron enfrentadas a Francia y España. De hecho, estuvo presente en el célebre "desafío de Barletta".
Ahora bien, a todo el que quería combatir a su lado (los reyes competían para tener este honor), les imponía renunciar a las armas de fuego: "Golpean desde lejos y afrontan al enemigo sin honor y sin gloria. Es necesario mirar a los ojos al adversario. Y el valor hay que demostrarlo en el campo de batalla. Disparando, un cobarde puede triunfar y un valiente puede sucumbir". Mira qué casualidad, a Batman se le denomina el "caballero oscuro": caballero, palabra que recuerda la más pura cristiandad.
No se erige en juez
Añadamos que Batman nunca mata a sus adversarios, sino que los entrega a la justicia. No se erige en juez sino que reconoce, por encima de él, una autoridad más alta.
Un orden sobrenatural que él respeta contra el aceleracionismo de Ra's al Ghul y la gnosis del Joker; este último es el hombre del caos, mientras que Batman es el hombre del cosmos, del orden.
Habría de sobra para reflexionar sobre los temas cristianos utilizando el personaje de Batman; pero no se acaba aquí. Al caballero oscuro se le han dedicado muchas películas, la mayor parte de las cuales, en mi opinión, son un desastre. Es una clara excepción la trilogía del gran y famoso director de cine británico Christopher Nolan: Batman Begins (2005), El caballero oscuro (2008) y El caballero oscuro: la leyenda renace (2012), no solo por la excelente calidad de las películas, sino también por la caracterización que da del personaje, que representa una cima que ninguna película posterior ha alcanzado.
[ATENCIÓN, SPOILERS. Si no has visto la película y vas a verla, aquí se revela su final. Si lo deseas, puedes seguir leyendo donde pone "fin spoilers". Sigue habiendo referencias a la escena, pero que no revelan su contenido directamente.]
En la primera se relata el nacimiento de Batman. En la segunda, Batman tiene que luchar contra el fiscal del distrito Harvey Dent. Este se ha distinguido tanto por su integridad moral que se ha convertido en un símbolo de renacimiento para la ciudad de Gotham, desde hace decenios en manos del crimen. Pero Dent tiene límites, fragilidades, por lo que tras algunos desafortunados hechos narrados en la película, el héroe que tendría que haber retirado a Batman se transforma en un supercriminal, Dos Caras. Cuando ambos se confrontan en presencia del comisario Gordon y de su hijo, Dent muere de manera accidental.
-Gordon: Gracias.
-Batman: No tienes que dármelas.
-Gordon: Claro que sí. El Joker ha ganado. La labor de Harvey, todo aquello por lo que hemos luchado... se esfuma. La oportunidad que nos diste de arreglar esta ciudad se desvanece con la nueva imagen de Harvey. Nos lo jugamos todo a una carta, y el Joker la ha cogido y la ha hecho añicos. La gente perderá la esperanza.
-Batman: No la perderá. Nadie debe saber lo que ha hecho.
-Gordon: ¿Cinco muertos? ¿Dos de ellos, polis? ¡Como para intentar taparlo!
-Batman: No... No... El Joker no puede ganar. Gotham necesita su verdadero héroe.
-Gordon: No...
-Batman: O mueres como un héroe o vives lo suficiente para verte convertido en un villano. Yo sí he podido hacerlo porque no soy un héroe como Dent. Los he matado yo. Es lo que soy.
-Gordon: No, no, no puedes. ¡No lo eres!
-Batman: Soy lo que Gotham necesite que sea. Da la alerta.
(...)
-Gordon: Van a ir a por ti.
-Batman: Tú vas a ir a por mí. Me condenarás. Me echarás a los perros. Porque eso es lo que tiene que ocurrir. Porque a veces la verdad no es suficiente. A veces la gente se merecía algo más. A veces la gente se merece una recompensa por tener fe.
(Huye.)
-El hijo de Gordon: ¡Batman! ¡Batman! ¿Por qué huye, papá?
-Gordon: Porque tenemos que perseguirle.
-Policía: ¡Vale, venga, vamos! ¡Vamos, vamos, moveos!
-El hijo de Gordon: Pero si no ha hecho nada malo...
-Gordon: Porque es el héroe que Gotham se merece, pero no el que necesita ahora mismo. Así que lo perseguiremos. Porque él puede resistirlo. Porque no es un héroe. Es un guardián silencioso, un protector vigilante. Un caballero oscuro.
[FIN SPOILERS.]
El sacrificio extremo
Cuando vi esta escena por primera vez, me quedé de piedra. Batman, inocente, toma sobre sí las culpas de los demás, y lo hace por el bien de la ciudad, para salvar a las personas que ama, a las que ha dedicado su vida. No solo: al oír las palabras del comisario Gordon es difícil no pensar en lo que San Pablo dice de Jesús: "Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro" (2 Cor 5,21).
¿Acaso Nolan ha querido incluir una referencia crística en la trilogía, sugiriendo un paralelo entre Batman y Jesús? Francamente, lo consideré improbable. Será casualidad, me dije. Pero una casualidad interesante.
Sin embargo, este paralelismo dejó de ser, para mí, una casualidad cuando vi la tercera parte de la trilogía, El caballero oscuro: la leyenda renace, de 2012.
[ATENCIÓN, SPOILERS.]
En esta película, Gotham está amenazada por una bomba nuclear. Hacia el final de la película, Batman y Catwoman se enfrentan a una decisión difícil: salvarse a sí mismos o intentar salvar a la ciudad.
-Batman: Tenemos 45 minutos para salvar la ciudad.
-Catwoman: No, tengo 45 minutos para salir del radio de la explosión. No hay manera de ganarle a esa gente.
-Batman: Si me ayudas, podría.
-Catwoman: Solo abriré el túnel y me largo.
-Batman: Tú no eres así.
-Catwoman: Siento volver a desilusionarte... ¡Ven conmigo! ¡Tienes que salvarte! A ellos no les debes nada más. Ya se lo diste todo.
-Batman: Todavía no. No todo...
Volved a leerlo con atención. Batman declara que quiere sacrificarlo todo para salvar a los habitantes de Gotham. Y eso hará: conseguirá coger la bomba y alejarla de la ciudad. Perdiendo la vida. Como Jesús. Como un verdadero caballero, cuyo destino es sacrificar la propia vida combatiendo el mal. Y no basta: también está la resurrección. En una de las últimas escenas se ve a Alfred, el fiel mayordomo de la familia Wayne, en Florencia. ¿Y a quién ves? A su pupilo Bruce Wayne, Batman, en compañía de Selina Kyle, alias Catwoman. Pero ¿no había muerto? ¿Me he inventado todo?
[FIN SPOILERS.]
Nolan ha dicho en diversas ocasiones que es agnóstico. Sin embargo, creció en el catolicismo. Las raíces profundas nunca se hielan.
Traducido por Helena Faccia Serrano.