Es un hecho histórico y sin precedentes. Siete cardenales, más de 50 obispos, 35 rabinos, y unas 12.000 personas se reunirán este domingo 23 de junio a las 17 horas delante de la conocida como “Puerta de la Muerte”, la entrada del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, para participar en la Celebración Sinfónico-catequética “El Sufrimiento de los Inocentes”.
La obra musical, compuesta por el iniciador y responsable internacional del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello, será interpretada por la Orquesta y el Coro Sinfónico del Camino, dirigidos por Pau Jorquera, y formará parte de esta celebración histórica de homenaje a millones de víctimas del Holocausto y a las víctimas inocentes de todo el mundo.
Pastores de la Iglesia
Al acto acudirán 6 cardenales: el arzobispo de Cracovia, Stanislaw Dziwisz; el arzobispo de Varsovia, Kazimierz Nycz; el arzobispo de Viena, Christoph Schönborn; el presidente emérito del Pontificio Consejo “Cor Unum”, Paul Josef Cordes; el presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, Stanislaw Rylko y el arzobispo de Palermo, Paolo Romeo.
Entre los obispos que asistirán se encuentran el arzobispo de Gniezno y primado de Polonia, Józef Kowalczyk; el presidente de la Conferencia Episcopal Polaca, Jozef Michalik; el arzobispo de Lubín, monseñor Budzik; el arzobispo de Praga, Henryk Hoser; el arzobispo de Moscú, Paolo Pezzi; el arzobispo de Miami, Thomas Wenski; el nuncio apostólico de la República Dominicana, Josef Wesolowski y el obispo de Callao (Perú), José Luís del Palacio, entre muchos otros.
Según el programa del evento, la Celebración Sinfónica será presidida por el cardenal arzobispo de Cracovia, monseñor Stanislaw Dziwisz y contará con una introducción inicial del catequista responsable del Camino Neocatecumenal en Polonia, Stefano Genarinni.
A continuación, se sucederá el saludo de monseñor Rakoczy, obispo de Bielsko; la intervención del rabino Greenberg, ex presidente de la Jewish Life Network y de la Steinhardt Foundation; del rabino Rosenbaum, secretario general del Consejo de los Rabinos de Norteamérica; y el saludo del rabino David Rosen, presidente del Comité Hebreo Internacional para las Relaciones Interreligiosas y responsable de la relación con la Santa Sede.
Después, Kiko Argüello realizará una introducción general en la que explicará el motivo de esta celebración y de la composición de la Sinfonía. A continuación, se proclamará una lectura del Profeta Ezequiel (Ez. 22, 1.712; 21, 14-22) y el Evangelio de San Lucas (Lc 2, 34-35).
La Sinfonía, cinco movimientos
La Sinfonía será introducida después por su compositor, que también explicará cada uno de los movimientos orquestales de los que consta la obra:
-Getsemaní,
-Lamento,
-Perdónales,
-Espada,
-Shemá Israel
-y Resurrexit.
Tras la explicación, la orquesta comenzará a tocar “El Sufrimiento de los Inocentes”, que tiene una duración aproximada de 35 minutos. Se sucederá la intervención del cardenal arzobispo de Cracovia, Stanislao Dziwisz, y después se rezarán algunas oraciones por los hebreos escritas por Juan Pablo II.
El homenaje a las víctimas del Holocausto contará con la oración El Ma’ale Rahamim, cantada por el rabino Chaim Adler, cantor de la Gran Sinagoga de Jerusalén, en la que se reza por las almas de todos los asesinados a causa de la persecución al pueblo hebreo.
Para finalizar, la orquesta sinfónica tocará de nuevo “Shemá Israel” y el cardenal Dziwisz realizará una oración y tomará la palabra para despedir el acto.
La Virgen y el dolor
La obra musical traslada al espectador hasta el momento en el que la Virgen observa como su Hijo es crucificado. “Vemos a la Virgen María sometida al escándalo del sufrimiento de los inocentes en su carne y en la de su Hijo. ¡Ay, que dolor!, canta una voz mientras una espada atraviesa su alma”, indica Kiko Argüello.
“Qué misterio el sufrimiento de tantos inocentes que cargan con el pecado de otros: incesto, violencias inauditas, aquella fila de mujeres y niños hacia la cámara de gas y el dolor profundo de uno de los guardianes que dentro de su corazón sentía una voz: `entra en la fila y ve con ellos a la muerte´ y no sabía de donde le venía”, explica el compositor.
“Dicen que después del horror de Auschwitz ya no se puede creer en Dios, pero no es verdad, porque Dios se ha hecho hombre para cargar Él con el sufrimiento de tantos inocentes. Él es el inocente total, el Cordero llevado al matadero sin abrir la boca, el que carga con los pecados de todos”, destaca Argüello en la explicación de la obra.
Un puente de acercamiento
La Celebración Sinfónico-Catequética quiere servir de puente entre la Iglesia Católica y el pueblo judío, favoreciendo de esta manera la buena relación y los lazos de amistad, como en numerosas ocasiones han pedido Juan Pablo II y Benedicto XVI.
El Papa Francisco, siendo arzobispo de Buenos Aires, ha expresado el mismo sentir en multitud de ocasiones y mantiene una excelente relación con el pueblo judío, teniendo a importantes rabinos como sus principales amigos. De hecho, el rabino Abraham Skorka de Buenos Aires, en diálogo con el Papa Francisco cuando aún era cardenal, señaló que “en la Shoáh asesinaron no sólo a 6 millones de hebreos, sino también 6 millones de veces a Cristo”.
El acto es un signo de profunda reconciliación entre “los pueblos de la Alianza” según las palabras del rabino Yitz Greenberg cuando introdujo la sinfonía en mayo de 2012 en el Lincoln Center de Nueva York.
Esta renovación, tiene su raíz en el histórico documento conciliar Nostra Aetate y culminó con la visita de Juan Pablo II a Israel en el año 2000. Benedicto XVI continuó con este camino y su primer viaje al exterior fue a Polonia y visitó el campo de extermino de Auchswitz-Birkenau.