La llegada del Papa a Twitter levantó grandes expectativas. El 12 de diciembre de 2012 Benedicto XVI lanzó su perfil en esta red social en ocho idiomas: inglés, francés, español, alemán, portugués, polaco, italiano y árabe.
Pocos minutos después de que se hiciera oficial ya tenía más de un millón de followers.
Sin embargo ninguno de esos perfiles era en la lengua oficial del Vaticano, el latín. Para la llegada de @Pontifex_ln hubo que esperar un mes y cinco días más, hasta el 17 de enero de 2013.
Daniel Gallagher, de la secretaría de Estado Vaticano, es el latinista del Vaticano y cuenta cómo y por qué nació este perfil del Papa en una lengua muerta.
“Recibimos cartas de profesores y amantes del latín que decían que el latín era la lengua oficial de la Iglesia y que cómo era posible que el Papa no enviase tweets en latín. Por esto comenzamos”, explica.
Desde entonces, una de las redes sociales más populares se convirtió en una clase de cultura clásica.
“Comenzó como una prueba, como un experimento. Pensamos que tendríamos como máximo unos 5.000 seguidores. No es que ese número fuera un objetivo, sino una estimación”, admite Gallagher.
Pero la sorpresa llegó cuando el número de seguidores superó muy ampliamente las expectativas, hasta llegar en mayo a los 100.000 sólo cinco meses después de su lanzamiento.
“En los primeros dos días tuvimos 200, 300 seguidores, después de cuatro semanas 500 y ahora hemos alcanzado los 100.000. Nadie pensaba llegar a ese número fue un milagro”, comenta muy alegre el latinista vaticano.
La red social Twitter y el latín se complementan perfectamente a pesar de los siglos que los separan, explica. Y comenta por qué decidieron llamar a la cuenta en latín de @Pontifex “Summi Pontificis breviloquentis”.
“Cicerón usó la expresión “Breviloquentem tempus ipsum me iam facit”, es decir, el tiempo me empuja a hablar brevemente. Ése hablar brevemente, en pocas palabras, hace que el latín funcione bien en Twitter y viceversa. Porque en 140 caracteres tienes que expresar concretamente lo que quieres decir, sin seis signos de exclamación o cuatro puntos interrogativos”.
Muestra de esa perfecta química son los cien mil de seguidores que esperan cada tuit del Papa en el idioma oficial de la Iglesia y sobre todo la lengua con más historia.