Ver a Javier Bardem ataviado de sacerdote e interpretando ese papel no sorprende tanto como el que sea en el contexto de una película netamente católica en su planteamiento.
Hablamos de To the wonder, estrenada el pasado 12 de abril y donde Terrence Malick nos enfrenta a la incapacidad de Neil (Ben Affleck) para el compromiso con cualquiera de las dos mujeres que reclaman su amor: Marina (Olga Kurylenko), a quien conoce en Francia y que tiene una hija de una anterior relación (la niña también reclama de Neil que se entregue de verdad), y Jane (Rachel McAdams), un viejo amor de infancia que ha perdido un hijo.
Sintiéndose enamorados para siempre tras el hermoso romance que Neil y Marina viven en el incomparable paraje de Mont Saint Michel, él le propone a ella y a su hija vivir juntos en Estados Unidos. To the wonder es la historia de los vaivenes de esa relación, de los saltos sentimentales de Neil entre Marina y Jane, de su rechazo al matrimonio y a los hijos como anclaje en la vida.
En ese contexto, Bardem interpreta al padre Quintana, un cura amigo de Neil que padece una dura crisis, no de fe, sino de sentido de su identidad sacerdotal. Tiene sed de Dios y cree enfrentarse al silencio de Dios, a quien no es capaz de ver en las personas a las que se entrega en su cotidiano trabajo pastoral: pobres, enfermos, fieles de la parroquia. En medio de su drama personal, guía a los protagonistas -en la medida en que unos u otros, todos católicos, se dejen guiar- con criterios acordes con la doctrina de la Iglesia.
Malick, autor en 1998 de la espiritual La delgada línea roja, había subido el listón de su cine en El árbol de la vida (2011), con Brad Pitt y Sean Penn, ya abiertamente cristiana en sus planteamientos y alegorías. Con To the wonder ahonda en esa línea y permanece fiel a su estilo aparentemente caótico en el montaje y al peso decisivo que otorga a las imágenes como un valor en sí, central incluso respecto a los mismos personajes, convertidos en arquetipos.
"Un brillante film cristiano", afirma The Christian Post, porque hay en él "una nueva aproximación a las preguntas cristianas tradicionales sobre el sufrimiento, la gracia y la presencia divina y muchos otros elementos de la naturaleza humana".
"La película trata del Amor mismo", apunta Crosswalk, incidiendo en la mayúscula: "No como un concepto o una idea, sino como un ser. No reflexiona sobre el amor, sino dirigiéndose al Amor... El final de la película parece el encabezamiento de una carta dirigida al Ser".
"Una película cristiana seria y sin complejos", opina Robbie Collin en The Telegraph, "que traza paralelos explícitos entre el amor divino y el amor terreno".
Así han descrito To the wonder medios de ambiente protestante. Y hay mucho más que decir. Esta obra de Malick es, en efecto una película religiosa sin ser moralista: plantea los problemas en toda su profundidad, aunque no todos los resuelva. El amor como expresión de sacrificio, de entrega y de perdón ("no es un sentimiento, es una obligación", precisa Bardem en uno de sus sermones); los anticonceptivos y el rechazo a la descendencia; los divorciados que quieren acceder al sacramento de la comunión; la falta de compromiso en las relaciones afectivas y sexuales; la infidelidad; la oblación propia como precio de la redención... son todos ellos temas presentes en una película donde, más allá de sus problemas interiores, el sacerdote es consciente en todo momento de quién es y qué debe ofrecer a los fieles (la verdad y la gracia).
Aunque en To the wonder lo principal no es la narración de los hechos -hay quien la ha comparado a una sucesión de fotografías, y de hecho consiste más en una sucesión de monólogos que en diálogos en sentido estricto-, no desvelaremos detalles de argumento para no pecar de spoilers. Pero no dejaremos de señalar una dramática plegaria del padre Quintana que completa la impronta católica del film.
Una cosa es que pueda desconcertar, incluso provocar, el abordaje de los temas -a medias vanguardista y poético, complejo y poco convencional-, y otra que su planteamiento y su resolución no sean plena expresión de una mentalidad empapada de catolicismo. No en vano el actor Martin Sheen, reciente intérprete de The Way (sobre el Camino compostelano), reconoció hace años que fue el trato con Malick lo que le hizo volver a la fe católica que había abandonado: "Terrence tuvo una profunda influencia sobre mí en un momento crítico. Fue la clave de mi despertar".
En cuanto se da con esa clave -como pasaba en El árbol de la vida-, adquiere To the wonder todo su sentido.