Mientras los cardenales procesionan desde la Capilla Paolina a la Capilla Sixtina para empezar el Cónclave, resuena la letanÃa de los santos. Después, una vez en la Capilla Sixtina, se canta el "Veni Creator Spiritus", un canto atribuido al abad de Fulda y obispo de Maguncia Rábano Mauro en el siglo IX. Es una invocación al EspÃritu Santo, es decir, a la Tercera Persona de Dios, creador y mantenedor, avivador de lo que existe.
Suele cantarse en la versión más sencilla, gregoriana, por un coro masculino, a una voz que repite la misma melodÃa, aunque muchos músicos lo han utilizado luego o reiterpretado, como Gustav Mahler en su 8ª sinfonÃa.
Ven, EspÃritu Creador,
visita las mentes de los tuyos;
llena de la gracia divina
los corazones que tú has creado.
Tú, llamado el Consolador,
Don del Dios AltÃsimo;
Fuente viva, Fuego, Caridad
y espiritual Unción.
Tú, con tus siete dones,
eres Fuerza de la diestra de Dios.
Tú, el prometido por el Padre.
Tú pones en nuestros labios tu Palabra.
Enciende tu luz en nuestras mentes,
infunde tu amor en nuestros corazones,
y, a la debilidad de nuestra carne,
vigorÃzala con redoblada fuerza.
Al enemigo ahuyéntalo lejos,
danos la paz cuanto antes;
yendo tú delante como guÃa,
sortearemos los peligros.
Que por ti conozcamos al Padre,
conozcamos igualmente al Hijo
y en ti, EspÃritu de ambos,
creamos en todo tiempo.
Gloria al Padre por siempre,
gloria al Hijo, resucitado
de entre los muertos, y al
Paráclito por los siglos y siglos.
Amén.
En este vÃdeo, la letra en latÃn:
El Breviario Romano asigna este himno a las VÃsperas (I y II) y a la Tercia de Pentecostés y en toda su octava. La Iglesia también lo canta en funciones solemnes tales como la elección de Papas, la consagración de obispos, la ordenación de sacerdotes, la dedicación de iglesias, la celebración de sÃnodos o concilios, la coronación de reyes, etc.
También se canta en ceremonias más privadas que acompañan la apertura y el cierre del año académico en instituciones de enseñanza, especialmente universidades. Los fieles debidamente preparados reciben una indulgencia plenaria si lo recitan públicamente el primer dÃa del año o el dÃa de Pentecostés.