1) La forma de elegir Papa que durante más años se mantuvo fue “por aclamación” del clero y el pueblo romano. En 1996 Juan Pablo II eliminó definitiva y formalmente esta posibilidad de la legislación eclesial, pero queda algo de ella en la simbología de aparecer en el balcón ante la multitud –hoy en día internacional, pero aún romana- en la Plaza de San Pedro.
2) En 1059 los cardenales se convirtieron en los principales electores del Papa, pero incluso entonces los laicos y clérigos de Roma mantenían un derecho a confirmar la elección.
3) No fue hasta 1179, en el Tercer Concilio de Letrán, que la Iglesia asumió que se eligiera al Papa por voto de dos tercios de los cardenales. También Benedicto XVI durante su pontificado ha vuelto a establecer esta mayoría de 2 tercios (que serían 77 votos de los 115 que hay en este Cónclave de 2013).
4) El primer Cónclave propiamente dicho tuvo lugar en 1271 y no por decisión eclesial sino por imposición popular. Durante 3 años no había habido Papa, y el pueblo de Viterbo, donde estaban reunidos los 12 cardenales, estaba harto. Los encerraron juntos bajo llave y les impidieron salir hasta que eligiesen Papa. Al cabo de unos días, como los cardenales se negaban, les racionaron la comida a pan y agua. Y finalmente incluso quitaron el techo para que pasasen frío y humedad.
Acabaron eligiendo a Gregorio X, hoy beato. En cuanto pudo, en el Segundo Concilio de Lyon, en 1274, Gregorio, inspirándose en lo vivido en Viterbo, estableció las normas del Cónclave, incluyendo una norma que obliga a alimentar a los cardenales solo con una comida si después de 3 días no se han puesto de acuerdo, y a pan y agua a partir del octavo. Ordenaba que el Cónclave empezase 10 días después de la muerte del Papa.
5) Los cardenales pueden elegir a cualquier varón bautizado en uso de razón. Gregorio X no era sacerdote cuando fue elegido en 1271. A toda prisa lo ordenaron, lo consagraron obispo, lo nombraron obispo de Roma y Papa. Pero el Papa Urbano VI (13781389) fue el último hombre elegido como Papa que no fuese cardenal. En la normativa de 1997 que dejó Juan Pablo II se recoge esta posibilidad de elegir como Papa a alguien que no es ni obispo ni cardenal.
6) En 1417 el Cónclave incluía 30 delegados que no eran cardenales y representaban las “naciones” de la Cristiandad: Francia, Alemania, Italia, Inglaterra y España. Era un caso muy especial: se trataba de acabar con varias décadas del Cisma de Occidente, en el cual había llegado a haber 3 Pontífices al mismo tiempo. Y lo consiguieron.
7) Este Cónclave de 2013, con 115 electores, es el más numeroso de la historia. En el Cónclave de 1261 sólo había 7, por ejemplo.
8) En 1492, año del descubrimiento de América, tuvo lugar el primer Cónclave en la Capìlla Sixtina, pero entonces no era tan impresionante: su techo y paredes estaban sin pintar. Faltaban 16 años para que Miguel Ángel plasmase sus frescos. Tampoco fue normativo celebrar allí los Cónclaves siguientes.
9) Que el elegido como Papa se cambie el nombre no es obligatorio ni se ha hecho siempre. Juan II en el año 533 parece ser el primero que tomó tal decisión. Pero no era común en los primeros mil años de historia de la Iglesia.
En cambio, desde el año 996 se hizo muy común. Marcelo II, elegido en 1555, fue el último papa que mantuvo su nombre de pila. El “Juan Pablo”, de Juan Pablo I fue el primer “nombre nuevo” en la lista papal después de mil años, y de hecho era una combinación de sus predecesores: Juan XXIII y Pablo VI.
10) Durante casi toda la historia de la Iglesia, si exceptuamos los tres primeros siglos y el último, un problema grave ha sido cómo limitar las ingerencias de los poderes políticos en las elecciones papales. El emperador romano, y hasta el siglo VIII el bizantino, se arrogaba el derecho a “confirmar” la elección del nuevo Papa.
Cuando el Papa León III coronó a Carlomagno como “emperador romano”, fue el rey franco y el emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico quien se arrogó esté derecho. Incluso hasta 1903 Francia, España y el Imperio Austrohúngaro ejercían un derecho a vetar un candidato papal en el Cónclave.
Ese año, Francisco José I de Austria vetó al gran favorito, el cardenal Rampolla, lo cual llevó al Trono de San Pedro al cardenal Sarto, que sería San Pío X y fue quien abolió definitivamente este derecho y estableció excomunión para cualquier cardenal que intentase invocarlo en un Cónclave.