En octubre pasado vio la luz un libro que se ha convertido en su poco tiempo de andadura en el mercado en todo en éxito editorial: Apostasía. ¿Estamos viviendo los Últimos Tiempos anunciados en el Apocalipsis?  (Ediciones De Buena Tinta). Su autor, Thomas S. Crown, ha concedido una entrevista en exclusiva a Religión en Libertad.


En la obra no hay nada inventado, fuera del relato vivido por sus protagonistas. Todo lo demás está basado en la Biblia, el Catecismo de la Iglesia Católica y los mensajes marianos transmitidos a lo largo de los últimos siglos. Los peligros a los que el hombre se enfrenta son los propios de quienes han abandonado a Dios, aferrándose a ídolos mundanos. Dichos acontecimientos ya fueron anunciados en el pasado por los profetas, así como recogidos en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis de san Juan.

Lo que estamos viviendo es sólo la consecuencia de un mundo que vive de espaldas a Dios. Estaríamos hablando, por ejemplo, de un nuevo orden mundial con una religión universal, la cual prometería alcanzar la felicidad aquí en la Tierra; así como la llegada de un falso mesías. No es difícil admitir que tales acontecimientos encontrarían un terreno abonado para su implantación.


Los acontecimientos anunciados como inminentes no significa, necesariamente, que tengan que suceder la semana que viene, dentro de un mes o el año próximo, pues el tiempo del Cielo no es el de la Tierra. Más aún, si yo, o cualquier otro, señalara fechas, estaría faltando a la verdad, pues “el día y la hora nadie la sabe, sólo el Padre...”.


Hay que aclarar que una madre no amenaza con castigos a sus hijos sin más, sino que lo hace por amor hacia ellos, advirtiéndoles de los peligros a los que están expuestos para que rectifiquen y se salven. Ella, la Virgen, además, no se contenta sólo con advertir, sino que ofrece los medios para superar y vencer la apostasía, el rechazo de Dios que estamos viviendo. Dichos medios no son otros que la oración, especialmente el Santo Rosario, su oración favorita; así como sacrificarnos por los demás y frecuentar los sacramentos. Ella pide por todos: por el Papa, que está siendo acosado por los partidarios del Mal; también por los sacerdotes; pide también que oremos por los pecadores y los alejados de la Iglesia, para que todos se conviertan y se salven.


No es miedo lo que debe infundirnos todo esto, sino un cambio profundo en nuestras vidas, volviendo la mirada a Dios y poniendo en práctica sus consejos. No resultará fácil, pues la Iglesia pasará por una dolorosa purificación como la descrita en el libro Apostasía. La crisis por la que estamos atravesando no es tanto una crisis económica, que sin duda lo es, como de valores y de fe, causa y origen de la primera. No hay más que echar un vistazo a nuestro alrededor para constatarlo.


Los acontecimientos que estamos viviendo parecen confirmarlo. Debo, sin embargo, hacer una aclaración que considero de importancia capital: no debemos confundir “Últimos tiempos” con el “Fin del mundo”, cosa que muchos hacen.

En cuanto a la segunda pregunta, ¿quién mejor que el propio Cristo para responderla?: “De la higuera aprended la parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas” (Mt. 24, 32-33). La Virgen en sus apariciones ofrece respuestas. Yo me quedo con una conclusión llena de esperanza, los castigos anunciados están condicionados: “Pero si el hombre cambia...”. Por tanto, si permanecemos fieles y unidos a la Iglesia de Cristo en el amor, nada debemos temer pues “quien a Dios tiene, nada le falta”. “Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?”


Sin hacer mención expresa, el milenarismo aparece reflejado en Apostasía. El milenarismo cristiano habla de mil años de reinado de Cristo, durante los cuales Satanás permanecerá encadenado en el Abismo. Después será soltado por un tiempo para atormentar al mundo, a fin de que éste perezca con él. Al final de dicho milenio vendría una época turbulenta, en la que parecerá que la Iglesia fundada por Cristo está a punto de desaparecer (tiempos que podríamos estar ya viviendo y que coincidiría con el dado a Satanás para reinar en el mundo). Él ofuscará la mente de jueces, políticos y gobernantes para que dicten leyes injustas. Después tendrá lugar la Parusía, la Segunda Venida de Cristo a la Tierra, pero esta vez con todo su esplendor.

En los primeros siglos del cristianismo se esperaba esta Segunda Venida Gloriosa como algo inminente, de tal forma que muchos cristianos eludían sus compromisos temporales, adoptando una postura pasiva. Los padres de la Iglesia se vieron obligados a alertar sobre este error. Por eso la Iglesia enseña que lo importante no es conocer cuándo llegarán los Últimos tiempos o la Parusía, sino permanecer en la virtud y alejarnos del pecado, mientras se trabaja dando a conocer el mensaje de Cristo, no solo de palabra sino, sobre todo, viviéndolo intensamente en primera persona.

El propio Cristo hace alusión a estos tiempos: “Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”. 


Apostasía es el rechazo consciente e intencionado a Dios. Dice el apóstol san Pablo en la segunda carta a los tesalonicenses: “No os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”.

En cuanto a la segunda parte: si respondo que la sociedad forma parte de la Iglesia, y ésta, a su vez, de la sociedad, quedaría respondida la pregunta. Si quienes forman la Iglesia: papa, cardenales, obispos, sacerdotes, religiosas, laicos... se apartan del Evangelio, entonces podríamos decir como recogen los textos sagrados: “Si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?” Para abundar en la respuesta decir que en diversas apariciones marianas aprobadas por la Iglesia Católica, bien de forma explícita, bien tácitamente, la Virgen pide por todos sus hijos, pero muy especialmente por los sacerdotes cuya vida dicta mucho del mensaje de su Hijo, arrastrando a muchas almas al pecado. El escándalo es muy grave, tal y como lo advirtió el propio Cristo. Ejemplos los hay; véase, si no, el órdago lanzado por los sacerdotes austriacos al Vaticano con su famoso manifiesto.


Ciertamente que la obra aborda temas que bien pueden ser calificados de apocalípticos; pero no es ese el mensaje principal que el autor quiere transmitir. Su intención es poner al descubierto la maldad que inunda al mundo, así como sus consecuencias. Intenta recordar al hombre que su existencia en esta vida es temporal, y que fue creado para la vida eterna, la que verdaderamente merece la pena. “No amontonéis tesoros aquí en la tierra, donde la polilla y el orín los corroe...” Pero si una cosa debe quedar clara es que el autor está muy lejos de querer transmitir miedo al lector, más bien al contrario. De hecho, la mayoría de los capítulos abordan temas como la doctrina y las enseñanzas de la fe católica, así como los dogmas aprobados por la Iglesia. Ésta es la transmisora de la gracia necesarias para la salvación del alma.

El temor que suscita quizá sea debido a que muchos confunden la palabra “apocalipsis”, que aparece en el subtítulo, con “caos y destrucción”. El Apocalipsis, libro atrayente y desconcertante como pocos, lejos de lo que algunos creen, no significa “destrucción total”. El nombre procede del griego apokalyptein, que significa “quitar el velo”, desvelar, descubrir el misterio que se esconde tras una persona o acontecimiento. Literalmente puede traducirse por “Revelación”. De ahí que, a veces, resulte tan difícil de establecer la frontera entre apocalipsis, desvelar, y profecía. El Apocalipsis es el único libro profético del Nuevo Testamento.

Está muy reciente el paso del huracán Sandy por la costa Este de los Estados Unidos y Canadá. Tildar a los meteorólogos y a las autoridades de provocar el miedo o el pánico entre la población por las advertencias y los consejos difundidos a fin de estar preparados ante su inminente llegada resultaría, cuando menos, de necios; más bien al contrario, dichas advertencias permitieron que los daños que provocó, enormes sin duda, fueran mucho menores, al estar preparada la población para hacerle frente. De no haber sido anunciado, los daños ocasionados, tanto materiales como en vidas humanas, hubieran sido muy superiores.

Por tanto, Apostasía podría describirse como un “catecismo práctico”, sin olvidar que el mejor “Catecismo” que existe es, sin duda, la Biblia; no en vano es palabra de Dios.

Quiero terminar diciendo, a modo de resumen, que por muchos y graves que sean las maldades y los pecados que un hombre haya cometido, debe albergar la agradable certidumbre de que la misericordia de Dios es mayor aún, por ser infinita; y que “un corazón contrito y humillado Dios no lo desprecia”. ¿Alguien necesita una prueba? Lea la parábola del “hijo pródigo”.


 FICHA TÉCNICA  COMPRA ONLINE
Título: Apostasía Ocio Hispano (España)
Autor: Thomas S. Crown Gandhi (México)
Editorial: De Buena Tinta  
Páginas: 323 páginas  
Precio 18 euros