Hasta el momento, la escena más célebre e hilarante que ha protagonizado Kevin James en la gran pantalla es su apología del baile en Hitch (2005), donde Will Smith intentaba convencerle a duras penas de que los hombres ligan mejor siendo más comedidos en la danza.
James, muy conocido en la televisión norteamericana y uno de los cómicos con mejor proyección en el cine actual, llega ahora a las salas españolas con Peso pesado [Here comes the boom]. Previsto para el 7 de diciembre, parece que va a retrasarse unos días el estreno de una película donde interpreta a un profesor dispuesto a todo -nada menos que meterse como luchador en el entorno más duro- para que en su instituto haya fondos para actividades extraescolares. Salma Hayek será quien le cure las heridas.
Kevin James, neoyorquino de 47 años, casado con la actriz Steffiana de la Cruz, con quien ha tenido tres hijos, estudió gestión deportiva en la universidad de Cortland, donde jugó de zaguero en el equipo de fútbol del campus, un puesto óptimo por su corpulencia. Descubrió su vocación como actor cómico durante una interpretación en el grupo de teatro en el que estaba, al ver lo mucho que la gente se reía con sus gracias... y hasta hoy.
"Amo mi fe católica"
Con ocasión del estreno en Estados Unidos de Peso pesado, el pasado mes de octubre, concedió una entrevista a Catholic News Service donde habló de sus convicciones católicas: "Estoy comprometido con mi fe, y eso se convierte en una posición difícil. Porque tienes una plataforma y no quieres hacer nada en ella que no dé gloria a Dios en todas las formas posibles", explicó.
"No puedo interpretar a un sacerdote en todas las películas, pero sí quiero que den un mensaje positivo, y quiero poder sentarme a verlas con mis hijos": por esa razón a Kevin le gusta retocar e intervenir en los guiones. En Peso pesado, por ejemplo, es la capacidad de sacrificio por los demás lo que resalta en su papel como el profesor Voss.
James no tuvo un camino de Damasco: "Nací y crecí católico, siempre he amado mi fe y aprendo cada vez más sobre ella continuamente. Es algo que va contigo en cada cosa que hagas o en cada parte de tu vida que asumas". Pero sí se reprocha a sí mismo otra cosa: "Me siento muy culpable, mucho, de no haber conocido lo bastante mi fe, de haber rezado sólo cuando lo necesitaba si me pasaba algo malo en la vida y de no haber sido agradecido cuando las cosas se arreglaban".
"Todos los bienes nos vienen de Dios", continúa, "y por eso quiero alabarle, aprender más e imbuírselo a mis hijos, a mis amigos y a todos los que me rodean".
Tras catorce años en los que le ha sonreído el éxito, Kevin asume que eso puede acabarse un día: "Existe esa posibilidad. Es la voluntad de Dios la que cuenta, no la mía. Si sucede así... definitivamente, tuve una gran carrera; y si no, continuaré trabajando. Él me dio esta plataforma y [el humor]... ¡cielos!, es genial, me encanta".