Tolkien, la película del director finlandés Dome Karukoski sobre la infancia y juventud del escritor J.R.R.Tolkien, y su experiencia en la Primera Guerra Mundial, se estrena en España el 14 de junio.
Después de haberla visto, en ReL podemos confirmar que se trata de una historia hermosa, luminosa y edificante sobre amistades sinceras y firmes, una historia de amor romántico limpio y casto, una historia de jóvenes que buscan servir al mundo con sus talentos, que estudian, que se esfuerzan, que se apoyan.
Es una película que pueden poner en clase los profesores de inglés y los de literatura a partir de los 14 o 15 años. Para los adolescentes y jóvenes puede ser educativo e inspirador y para los adultos, oxigenante.
Es una película que gustará a todos los que disfrutan con Jane Austen, con las historias de amor respetuoso en entornos elegantes. También gustará a los amigos de los "colleges" ingleses y los fans de Torres de Malory. Nada de escenas de sexo, nada de groserías: bastante hacen aquí los enamorados escapándose a la ópera a escondidas. La naturaleza y el arte son los espacios donde se conocen.
Amor casto para la generación de Sex Education
Todo eso es asombroso y de agradecer y de un gran valor en esta era nuestra de "Juego de Tronos", "Sex Education", "Élite" y "After" (para quien no lo sepa, como 50 Sombras de Grey, pero para adolescentes). Mientras multitudes de adolescentes ven realities como Exponiendo infieles y se creen que el amor fiel es imposible, aquí nos cuentan la firmeza con la que Tolkien esperó a cumplir sus 21 años para volver a retomar su relación con Edith, el amor de su vida.
Cuando Edith toca suavemente la mano de Tolkien, se agitan mil veces más sentimientos que en la gimnástica cansada de "Sex Education".
Derek Jacobi (quien fuera "Yo, Claudio") es el profesor Wright, el profesor de lenguas germánicas que ayuda a Tolkien a encarar su futuro
Y si a los curas en las películas y teleseries actuales nos los muestran casi siempre como pervertidos, violentos o cínicos, aquí vemos al padre Francis Morgan (era de la familia Osborne, de Puerto de Santa María, aunque la película no lo recoge) cuidando como un tutor solícito de J.R.R.Tolkien y su hermano, huérfanos desde niños.
Aunque en la película se ven horrores de la Guerra Mundial en las trincheras (cráteres encharcados de color rojo sangre, cuerpos uniformados mezclados con el barro), también esto se muestra sin enseñar tripas ni mutilaciones. El gas, los cañonazos que aturden, la fiebre de las trincheras que sufre Tolkien, se suman para hacerle ver figuras oscuras que poblarán después su obra.
Alguien dijo que "los estudios de cine ya no hacen películas así". ¿La historia de un joven estudiante, su novia, sus amigos, su intento de ser dignos? Es verdad, son muy infrecuentes. Es probable que pasen muchos años antes de que nuestros adolescentes y jóvenes, o nosotros, adultos, podamos ir a ver una bonita historia de amor y crecimiento en estas circunstancias.
Una era caballerosa, un ideal de hermandad y compañerismo
La película nos transporta a la Inglaterra anterior a la Primera Guerra Mundial, los últimos años de la mentalidad caballerosa y tradicional. Los jóvenes aman los libros, recitan poesía en varios idiomas, se apasionan leyéndose textos entre amigos. Tolkien y sus amigos fundan en su colegio de élite la TCBS, su "club" especial. La película y el director insistirán en que esta es una de las claves: "comunidad, fraternidad", "fellowship". Esta amistad supera las barreras entre clases: Tolkien, huérfano y pobre, dependía de las becas y la generosidad del padre Morgan. El director Dome Karukoski ha explicado en entrevistas que él también perdió a su padre siendo niño y vivió una infancia de penurias económicas.
Tolkien con sus amigos de la TCBS antes de ir a la guerra; dos de ellos murieron allí y Christopher Wiseman, que sobrevivió, arrastró heridas anímicas; el cineasta explica que él leyó El Señor de los Anillos cuando tenía unos 13 años y no tenía amigos; el anhelo de amistad entre iguales es grande en esta obra
Nuestra época de falsas amistades por internet, "likes" vacíos, relaciones vaporosas y amigos que son incapaces de quedar y hablar necesita ver que sí existe esa fraternidad y amistad intensa.
Nicholas Hoult y Lily Collins están realmente bien en los papeles protagonistas, y también el resto del reparto hace un buen trabajo.
La fotografía es excelente, hermosísima y evocativa. Pero rinde un tributo excesivo a fotogramas concretos de las películas de Peter Jackson de El Señor de los Anillos: la campiña inglesa es La Comarca, la industrial Birmingham parecen las fraguas de Isengard, los cráteres de la guerra son Mordor, Tolkien enfermo con una manta en el barro está captado con la misma imagen que captaba a Elijah Wood (Frodo) preso de Ella Laraña o el desgaste del Anillo.
Una magia especial
Más hermoso es el filme cuando recrea escenas que el Tolkien real ha explicado en sus cartas, como la de su amada Edith bailando entre los árboles, fuente de inspiración de sus poemas y cuentos iniciales.
Edith (Lily Collins) baila para él en el bosque, y así inspira fragmentos hermosos de lo que luego será El Silmarillion
Y hay escenas con una magia especial, como el momento (inventado por el guión) en que juegan con disfraces de ópera wagneriana al son de El oro del Rin, y se besan, y la cámara se aleja por un pasillo de trastos viejos, igual que nuestra juventud quedará algún día atrás, hermosa pero lejana. Así, se alude a Shakespeare y a Calderón: el mundo, nuestra vida, es una obra de teatro... y algún día la obra va a finalizar.
Hay varios momentos de humor muy de agradecer, como cuando los jóvenes de la TCBS se quejan de Wagner: "¿de verdad necesitas 3 obras de 6 horas para contar la historia de un anillo?"
Y es bueno que la película finalice incorporando a los 4 niños que tendrán Tolkien y Edith. Sí, juegan un papel a la hora de inspirar a los hobbits. Y confirman que el amor es fecundo, que es la fuente de la familia y la vida.
Algunos puntos más flojos
Dicho esto, la película es sólida, pero no una obra memorable, aunque probablemente envejecerá bien, como lo hizo "Tierras de Penumbra", el biopic de Attemborough sobre los años maduros de C.S.Lewis, amigo de Tolkien, que quizá ha servido de inspiración en algunos aspectos.
El ritmo a veces decae, quizá por estar montada alternando las escenas de guerra con las de infancia y estudios. Eso le quita dramatismo. Es mejor como colección de momentos hermosos que como narrativa.
En la foto de la derecha, vemos a Edith con su primer bebé y el padre Morgan, señal clara de que han llegado a apreciarse y de que Tolkien ha integrado las distintas amistades de su vida
Siendo una historia romántica, no se entiende mucho que no haya escena de boda. De hecho, el guión cambia, precisamente, detalles importantes de los hechos reales sobre el noviazgo "in extremis" de Tolkien y Edith quitándole tensión. Al cumplir 21, Tolkien escribió a Edith para retomar la relación, ella le avisó que estaba a punto de casarse con otro hombre y él tomó un tren inmediatamente para hablar con ella y hacerla desistir. Se casaron rápido, antes de que lo enviaran al frente, como hacían muchos para dejar al menos una pensión a sus viudas. Todo esto se cambia y rebaja en el filme.
Por otra parte, un punto que la película no se ha atrevido a tratar es el catolicismo de Tolkien. No le vemos de monaguillo en el Oratorio de Birmingham, ni ir a misa, ni rezar en sus momentos duros. Según parece, sí se rodó alguna escena de misa, pero quedó fuera del montaje final.
Además, el padre Morgan se queja de que Edith no solo le distrae de los estudios cuando necesita nota alta para pedir becas, sino que "ni siquiera es católica". El espectador no entiende qué importancia tiene eso, no solo para el rito y compromiso conyugal en la época, sino para la sociedad inglesa de entonces, muy anticatólica. Para Edith, adoptar la fe católica (como hizo) significaba bajar mucho en la escala social y ganarse la hostilidad de sus parientes.
De hecho, Mabel, la madre de Tolkien, viuda, enfermó y sufrió pobreza, en parte, al verse abandonada por sus parientes por haberse convertido al catolicismo. Para mantener a sus hijos en la fe católica, en el testamento los encomendó al padre Morgan. Tolkien siempre la vio como una mártir. Nada de esto se recoge.
Cristo Crucificado se hace presente en una escena en el terrible campo de batalla del Somme; lucharon 3 millones de hombres, murieron más de 300.000, apenas sirvió para nada, las líneas se mantuvieron prácticamente iguales
En una entrevista en el diario protestante Christian Post, el director admitía que "El Señor de los Anillos es una obra profundamente católica" y comentaba que entre los espectadores "unos quieren más religión, otros menos". “La religión es uno de los elementos más difíciles de visualizar en la película por ser tan eternal. [...] Hay una escena con una figura en una cruz. Mucha gente no notará esos indicios por ser tan eternales", explica el director finlandés.
La escena de la Cruz es brevísima, pero potente. Se da en pleno asalto y bombardeo en las trincheras de la guerra. No es una cruz que pueda estar allí: es todo un Cristo crucificado en el campo en que los hombres se matan. ¿Una alucinación, como los dragones y los jinetes negros? No, es muy distinta, funciona de forma distinta. Es Cristo crucificado, unido a los hombres que sufren. Tampoco a Él lo vemos mucho en las películas últimamente.
Para conocer más sobre Tolkien y hablar sobre él, vale la pena contactar con la Sociedad Tolkien Española o sus homólogas en Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Perú, Uruguay y México. Para saber de verdad cómo vivieron Tolkien y sus amigos la Primera Guerra Mundial (la película se toma licencias) hay que leer Tolkien y la Gran Guerra, de John Garth, o, más en clave católica, Un hobbit, un armario y una gran guerra, de Joseph Loconte.