El Manuscrito de Compostela es un viaje en el tiempo a la España de 1964, a un Camino de Santiago que aún era poco conocido, a unos pueblos que a veces no tenían electricidad, pero siempre tenían mesas bien servidas. Es un libro lleno de vida y costumbrismo a partir del diario que fue escribiendo en el Camino Miguel Ángel Velasco, entonces periodista novato y estudiante, y luego maestro de periodistas.
A presentarlo acudió a la Asociación de la Prensa de Madrid el 21 de noviembre el cardenal Rouco Varela, que fue obispo auxiliar de Santiago de Compostela desde 1976 y su arzobispo desde 1984 a 1994. Él vio crecer y multiplicarse al Camino y a los peregrinos como si fueran descendencia de Abraham.
"En este libro se mezclan paisajes del Camino y paisajes del alma", señala Rouco. "Los que conocemos Santiago y el Camino, y lo hemos vivido, lo leeremos de un tirón, y no solo santiaguistas acendrados, sino cualquiera que tenga curiosidad por esa España y ese Camino del año 64".
Rouco recuerda aquella época. "El 64 era el año previo al gran Año Santo de 1965, y el anterior jubileo había sido diez años antes, en 1954, así que había mucha expectación. En este libro vemos unos peregrinos que disfrutan con buenos manjares, sufren cansancio físico, van a misa, visitan monasterios y catedrales... Caminan por la España que cree. Son cuatro periodistas que recogen una historia de fe y arte y tratar con los paisanos que encuentran. En esa época, por lo que vemos, era bastante raro que hubiera peregrinos a pie".
El crecimiento llegó años después, con Juan Pablo II, recuerda el cardenal. "En 1982 vino Juan Pablo II a Compostela y pronunció su famoso discurso sobre Europa: 'Europa, sé tú misma'. Ese año expedimos certificados para 700 peregrinos a pie. Pocos años después, eran ya 160.000". Precisamente en noviembre se ha recordado la gran gira de Juan Pablo II por media España en 1982, un impulso que marcó a la Iglesia de entonces.
De izquierda a derecha: Miguel Ángel Velasco, Juan Caño, el cardenal Rouco Varela, Serrano Oceja y Álex Rosal presentan El Manuscrito de Compostela.
Los 4 chavales que le sacaron dinero al Ministro
Juan Caño, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, comenta una anécdota del libro llena de desparpajo. "En 1964 había sólo dos centros para estudiar periodismo, hoy hay 41. De aquellos centros, salían 100 periodistas al año, hoy se titulan 10.000 periodistas al año. La Escuela Oficial de Periodismo estaba en el edificio detrás del Ministerio de Información y Turismo", recuerda.
Con su osadía juvenil, los cuatro jóvenes pidieron una audiencia con el ministro de Información, Manuel Fraga (más adelante fundador de AP y el PP), "para pedir una subvención, porque no tenían un duro. Un día entró en clase un bedel, pronunció nuestros nombres y dijo que don Manuel nos esperaba en su despacho". Fraga dictó una carta a los gobernadores de cada provincia para que ayudasen a los jóvenes periodistas que recorrerían el Camino y escribirían sobre él... y 25.000 pesetas. "Salimos como subidos en una nube, 25.000 pesetas obtenidas por la cara", escribe Velasco.
Caño recuerda que hoy 25.000 pesetas serían como unos 150 euros, "algo que hoy daría para una buena comida para cuatro, pero que a ellos les dio para 160 comidas". Algunas de ellas opíparas, y no porque el hambre del Camino así lo haga recordar: el libro lo demuestra con las facturas. Era otra España.
Juan Caño habría querido querría más espacio para Manuel Unciti, el sacerdote, que era el mayor del grupo. Señala que en esa caminata se plantó el germen de la Residencia Azorín, donde vivirían luego cientos de estudiantes de periodismo. Muchos serían luego directores de diarios o de radios o catedráticos de periodismo. "Homero Valencia y Manolo, desde el Cielo estarán siguiendo este acto, representados aquí por la viuda de Homero y los residentes actuales de la Residencia Unciti", señaló Caño.
Velasco, un maestro del periodismo
En la presentación del libro participaron también el periodista José Francisco Serrano y el periodista y editor Álex Rosal: los dos se formaron en redacciones dirigidas por Velasco. "Su mesa fue mi escuela de periodismo, allí aprendí a escribir titulares... y estar en esta mesa dice mucho de la relación entre periodismo e Iglesia", comentó mirando al cardenal Rouco y a los otros periodistas.
"Miguel Ángel Velasco se ha convertido en un arqueólogo de esencias, de la esencia del periodismo y también de la esencia de ser cristiano", detalló. "En este libro encuentras un grupo de periodistas que hacen un Camino e invitan al significado. Los periodistas somos peregrinos que van desgranando lo que significa el camino que es la vida". Y eso incluye siempre la actualidad: este libro que nace de un viaje de 1964 no deja de referirse a cosas que pasan en 2021 y 2022, en la España de postpandemia.
Álex Rosal, el editor, habló de la magia de leer libros. "Tomar el libro, con él imaginar cómo fue esa caminata, es algo que no puede dar una pantalla o televisión; eso lo da el libro y la imaginación. Comprar un libro es hoy casi un acto revolucionario", bromeó... o quizá no tanto.
También él se forjó en la escuela de Velasco: "con 19 años yo era un pipiolo que le llevaba artículo de opinión y él, con gran cariño y pedagogía, me los corregía y publicaba. Si no me hubiera dedicado ese tiempo, quizá yo no hubiera sido ni periodista ni editor".
¿El secreto del Camino? Lo "mágico y sagrado" que todos llevamos dentro
Miguel Ángel Velasco explicó que el libro y sus primeras palabras se dirigen a los dos caminantes que ya fallecieron, Manuel Unciti y Homero Valencia. Citando a un reseñador, dijo que "viven en Dios y en las páginas de este libro: eso buscaba yo".
Recordó que aquel año el hoy cardenal Rouco era un joven sacerdote que se estaba doctorando en Múnich, en Alemania. "¡Qué libro podría regalarnos el cardenal Rouco sobre España, Europa y el Camino de Santiago!", sugirió.
La clave de todo es el "secreto íntimo y recóndito del Camino", dijo, que es ese algo "mágico y sagrado" que todos llevamos dentro.
Velasco tiene una casa a 161 km de Santiago y hoy ve a los peregrinos del siglo XXI hacerse fotos a su lado, en "el banco del peregrino". Y eso le recuerda aquella aventura del 64.
"Hay días que huele a romero y tomillo, hay días de sol de justicia inmisericorde, unos días se duerme en un desván de monasterio, y otros en el suelo de una peluquería. El Camino es Vida y a vida huele, hoy igual que hace 50 años", asegura.
Miguel Ángel Velasco dedica libros bajo la mirada satisfecha de su nieto Mario.
Recuerda que "entonces no había estallado aún la revolución sexual del 68, pero la Iglesia ya llevaba unos años de revolución interior con el Concilio. Manuel Unciti decía que el Concilio era irreversible. Y yo, que la condición humana y la de los obispos es la que es, y que ya veríamos... Lo de San Juan Pablo II en Santiago sigue siendo aplicable hoy: 'Europa, sé tú misma'. Aunque veamos que no cabe una insensatez más, cuando vemos, por ejemplo, que se aprueban más derechos de animales mientras se niegan los de los niños por nacer".
El Camino de Santiago, sospecha, "puede que supere en relevancia cultural y religiosa a casi cualquier cosa, sólo después de la evangelización de América y a la mayor revolución de la Historia, la que hicieron 11 pescadores galileos".
"No me van a creer, pero en el Camino de Santiago yo vi un ángel de piedra convertirse en luz. En el Camino de Santiago, puede pasar cualquier cosa. Sí, pasan cosas muy raras. Ya jubilado y ordenando papeles, encontré el cuaderno de tapas rojas con las notas de cada día. De nuevo era Año Santo Jacobeo. Y pensé: 'hay que aprovecharlo'".
Lea aquí una reseña del libro: estilo, temas, anécdotas...
El manuscrito de Compostela, de Miguel Ángel Velasco, es un libro muy cuidado que nos transporta a 1964, cuando el Camino de Santiago era distinto, pero no tan distinto.