Menos mal que los cálculos que cifraban en 2012 el fin del mundo, según el caldenario maya, han dado como fruto alguna película espectacular, como la que dirigió con ese título Roland Emmerich, estrenada en 2009. Al menos el error habrá servido para ese rato de entretenimiento. Porque un nuevo descubrimiento ha evidenciado que los ciclos con los que se calculó esa fecha eran bastante más amplios de lo previsto.
El hallazgo, publicado por la revista Science, lo hizo un arqueólogo de la Universidad de Boston en 2010. William Saturno encontró un calendario más antiguo en un enterramiento en Guatemala, un mural que alarga de 13 a 17 baktuns los ciclos temporales que precederían al apocalipsis según la cultura de aquel pueblo.
Los baktuns equivalen a 146.000 días (400 años), y según el cálculo anterior, la destrucción del mundo tendría lugar entre el 21 y el 23 de diciembre de este año. Al sumarle 4 baktuns, tendremos que esperar al 21 o 23 de diciembre del año 3612.
O la medicina avanza muy deprisa, o no hay de qué preocuparse.