Scott Murphy (Brian Presley) es un granjero que saca adelante, entre la desgana y la tentación del alcohol, su trabajo y su familia. Pero no ha logrado superar su frustración. Cuando era joven era una estrella de fútbol americano con una proyección inaudita, y rozaba la gloria del éxito, del dinero y de "llevarse a la más guapa".
Pero un salto maldito en un partido le rompió la pierna inutilizándole para el deporte, sellando su destino y su actual desazón. Casado y con dos hijas, los días del triunfo no se le han olvidado.
Menos todavía cuando, misteriosamente, un viaje en el tiempo le lleva de nuevo a aquellos días, a las fechas previas al partido de la lesión. Allí se encontrará con sus padres, con su novia, con su entrenador, Hand (Kurt Russell)... y con una decisión que tomar: ¿repetir, o no repetir la jugada que arruinó su carrera?
Éste es el planteamiento de Touchback, película dirigida por Don Handfield y producida por el mismo Presley, estrenada este viernes en Estados Unidos y que está recibiendo las alabanzas de todos los sectores cristianos del país, bajo el rótulo de moda: "Inspiradora".
Un debate entre el éxito del amor familiar y el éxito de la gloria deportiva, que tiene un mensaje directo que transmitir. Y lo hace dentro del mundo del fútbol americano, sin que ello sea más que el contexto. La promoción se presenta bajo un interrogante: "¿Cambiarías todo lo que amas por todo lo que quieres?". Una especie de Family man (la película que Brett Ratner dirigió en 2000, con Nicolas Cage y Téa Leoni), a la inversa en cuanto a los términos del viaje temporal y la situación de partida de los personajes.
Brian Presley, de 34 años, es un actor en pleno despegue y con cierto parecido físico a Jim Caviezel (el Jesús de La Pasión de Mel Gibson), es una persona comprometida con Dios y que volvió a Él tras un camino semejante al de su protagonista.
Como cuenta en el testimonio que ha ofrecido a raíz del estreno de Touchback tras jugar fútbol americano durante tres años llegó a California con la idea de ser actor, y también creó una productora, Freedom Films, para hacer películas que promoviesen los valores familiares y cumplir la voluntad de Dios, y terminó haciendo películas que promovían "todo lo contrario" y convirtiéndose solamente en "una estrella de cine".
Pero en 2006 llegó su película de mayor inversión, Regreso al infierno (que protagonizó junto a Samuel L. Jackson y Jessica Biel), justo cuando su mujer y él estaban esperando su primer hijo. Pero el film, que aspiraba a los Oscar, tuvo problemas, la distribuidora lo retiró, y acabó perdiendo mucho dinero. Empezó a beber, a "alejarse de la Iglesia, de Dios, de su mujer": "Mi vida estaba en un agujero tan profundo... estaba verdaderamente perdido".
Entonces un amigo le llamó para ofrecerle un guión: "Una historia de un hombre que, aunque en diferentes circunstancias, estaba en una situación como la mía". Ese guión, dice Presley, el guión de Touchback, "fue un regalo de Dios", porque le hizo ver el camino errado que estaba llevando y cómo estaba desperdiciando su vida.
"Hay un momento en la película en el que mi personaje finalmente comprende el sentido de la vida, se da cuenta de que verdaderamente lo tiene todo: su familia, su mujer, sus dos hijas"... Por eso Touchback fue "un regalo de Dios" para él, y espera que lo sea para los demás.