Desde los mismos inicios del cine hubo quien quiso llevar al nuevo arte la vida de Cristo. Fue el músico y realizador francés Férdinand Zecca (18641947), al dirigir La Vida y la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo para la productora Pathé Frères.

Fue de hecho el primer largometraje sobre Jesús, aunque había ya algunos cortos, y de hecho también ésta comenzó con sólo unos planos. Pero con el paso del tiempo fueron añadiéndole escenas hasta completar 44 minutos de película en su forma definitiva (solían entonces durar diez). Existen varias copias en el mundo, entre ellas una en el Archivo Vaticano a la que ha dedicado un artículo L´Osservatore Romano de este Viernes Santo.

La primera versión, de 1903, duraba quince minutos y constaba de 18 escenas. En 1905 Zecca elevó las escenas a 28, divididas en cuatro partes: la infancia de Jesús, la vida pública, la Pasión y la muerte. Por último, un colaborador suyo, Lucien Nonguet, rodó en 1907 las escenas de la Resurrección, el sepulcro vacío y la Ascensión, completando los 31 cuadros de que consta la versión definitiva.

La película fue además coloreada, un trabajo al que se dedicaron cuatrocientas personas durante un año, utilizando un sistema propio de aquella productora, el Pathécolor.

La estética de la película está inspirada en diversas escenas del arte clásico, pero sobre todo en la iconografía de la iglesia de San Sulpicio de París.

El éxito popular fue enorme, y también entre los misioneros, que encargaron copias para llevárselas a África y Asia como instrumento de evangelización. Como había dicho en 1897 el coronel Henry H. Hadely ante los primeros cortos cinematográficos sobre la Pasión: "Estas imágenes en movimiento serán el mejor maestro y el mejor predicador en la historia del mundo".