El obispo de San Sebastián, monseñor José Ignacio Munilla, ha publicado recientemente de cara a este tiempo de Cuaresma un libro en el que hace tres propuestas para el examen de conciencia y revisión de vida.
Con ocasión del lanzamiento de "A la luz de su mirada", el prelado ha concedido una entrevista en exclusiva a Religión en Libertad.
- ¿De dónde le surge a un obispo la iniciativa de escribir un libro de ayuda para el examen de conciencia y la revisión de vida?
- La Nueva Evangelización está realmente necesitada de una recuperación del Sacramento de la Reconciliación. Para ello es necesario identificar las causas que han provocado la crisis de este sacramento, además de ofrecer soluciones: Por una parte, la pérdida de la conciencia de pecado, no es otra cosa que la consecuencia del ‘eclipse de Dios’ en nuestra sociedad y en nuestra vida. Es decir, cuanto más lejos estamos de Dios, menos conciencia tenemos de nuestro pecado. Y al contrario, solo la presencia de Dios nos permite ser conscientes de nuestros pecados y también de nuestras virtudes.
Pero, en segundo lugar, hemos de reconocer también la influencia perniciosa que el relativismo moral ha ejercido sobre el Sacramento de la Penitencia. En este orden de cosas, basta comprobar el influjo que han tenido las absoluciones colectivas y otros abusos en la administración del Sacramento del Perdón. Cuando los miembros de una comunidad cristiana renuncian al ejercicio de reconocer y confesar sus propios pecados personales, o cuando se limitan a un genérico ‘soy pecador’… entonces, inexorablemente, se genera un ‘analfabetismo moral’, una especie de incapacidad para examinar la propia conciencia a la luz de Dios.
- ¿De dónde saca tiempo un obispo para escribir un libro?
- ¡La verdad es que eso mismo suelo pensar yo con respecto a algunos de mis hermanos en el episcopado! Pero en mi caso, no se trata propiamente de un libro, sino de un librillo de cien páginas, que fue escrito en buena parte durante mi viaje a África estas Navidades. Anochecía muy pronto en esas fechas, y como allí no había luz eléctrica, decidí aprovechar aquellas horas a la luz del candil, con la ayuda de la batería del ordenador portátil.
- ¿Nos podría explicar brevemente el contenido de su libro ‘A la luz de su mirada’?
-Como dice el subtítulo del libro, se trata de tres propuestas para el examen de conciencia y la revisión de vida. La primera repasa, con preguntas muy concretas, los diez mandamientos de la Ley de Dios. Para ello, me he servido de las enseñanzas morales del Catecismo de la Iglesia Católica. La segunda propuesta se realiza al hilo de una lectura pormenorizada del Evangelio de San Mateo, dejando que cada pasaje evangélico interpele nuestra vida con diversas preguntas para el examen de conciencia. Y, finalmente, la tercera propuesta es más específica para los presbíteros. En ella se consideran y llevan al examen personal algunas de las tentaciones más propias del ministerio sacerdotal.
- Tras la envidia se esconde la incapacidad para reconocer y disfrutar de tantos dones de los que Dios nos ha rodeado; hasta el punto de que la envidia representa una de las formas principales de la tristeza, que nos roba la felicidad.
Cuando somos presa de la codicia o de la envidia, nos ocurre que llegamos a hacer de la queja y de la lamentación nuestra forma habitual de expresión. Por todo ello, tiene pleno sentido que nos preguntemos en el examen de conciencia por los horizontes de nuestra felicidad.
- Leyendo las preguntas sobre el quinto mandamiento, se comprueba que no ha rehuido usted alguno de los temas más polémicos en el País Vasco. Por ejemplo, se formula la siguiente cuestión: “¿He mirado con simpatía, apoyado o dejado de condenar el terrorismo por presuntas justificaciones políticas?”…
- Creo que es una pregunta necesaria para autentificar la sinceridad del compromiso por la paz. El rechazo de la violencia no puede estar basado en una mera táctica o en una estrategia (por mucho que ésta fuera definitiva y sin retorno), sino en un verdadero arrepentimiento.
El hecho de que se hayan mantenido ciertas simpatías hacia los terroristas debe ser materia de petición de perdón en el sacramento de la reconciliación. Más aún, la dificultad de formular una condena clara y explícita del terrorismo de la que estamos siendo testigos, hunde sus raíces en la esclavitud de las idolatrías políticas, de las que aún no estamos liberados. Llorar el pecado de afecto o complicidad hacia el terrorismo es totalmente necesario para relativizar las ideologías que nunca debieron haber llega a ser un absoluto. Solo así podremos abrirnos a la esperanza.
- Con respecto a la segunda parte del libro, tal vez llame la atención la forma en la que usted traduce al examen de conciencia los pasajes evangélicos de San Mateo. Por ejemplo, ante el pasaje de Pedro caminando sobre las aguas (Mt 14, 22-33), pregunta usted: “¿Padezco miedos por no reconocer la presencia de Dios en mi vida? ¿Pongo en duda algo tan cierto como que Dios no me fallará nunca?”.
- La “lectio divina” nos invita a no ser unos meros ‘espectadores’ de cada pasaje evangélico, sino a introducirnos en él como ‘coprotagonistas’, de forma que nos dejemos interpelar por las palabras de Cristo, al mismo tiempo que nos vemos reflejados en las actitudes y debilidades de los demás personajes del Evangelio.
En concreto, con respecto a ese pasaje de Pedro caminando sobre las aguas, es una buena ocasión para comprender que la causa última de nuestros miedos y angustias es la falta de conciencia de la presencia de Dios en nuestras vidas, la falta de conciencia de que somos sus hijos…
- Con respecto a la tercera parte del libro, usted señala que una de las tentaciones de los sacerdotes es la de caminar sin acompañamiento espiritual, la de considerar que el pastor no necesita ser pastoreado.
- Así es. Los sacerdotes cometemos un grave error si pensamos que la figura del director espiritual es necesaria exclusivamente en nuestra etapa de seminaristas. El hecho de que seamos ‘pastores’ no quiere decir que hayamos perdido la condición de ‘ovejas’ del rebaño. Además, el Espíritu Santo nos otorga el don de consejo para pastorear a los que nos han sido encomendados, pero no para que seamos autosuficientes.
- Así es. Los sacerdotes cometemos un grave error si pensamos que la figura del director espiritual es necesaria exclusivamente en nuestra etapa de seminaristas. El hecho de que seamos ‘pastores’ no quiere decir que hayamos perdido la condición de ‘ovejas’ del rebaño. Además, el Espíritu Santo nos otorga el don de consejo para pastorear a los que nos han sido encomendados, pero no para que seamos autosuficientes.
Paradójicamente, en la vida del sacerdote puede ocurrir aquello que dice el refrán: “En casa de herrero, cuchillo de palo”. Ante Dios no podemos sentirnos nunca ‘profesionales’, sino que hemos de tener viva conciencia de que somos unos ‘niños en etapa de aprendizaje’.
- El libro está publicado en una editorial desconocida para muchos de nosotros. ¿Qué es la editorial “Idatz”?
- Es una editorial de la Diócesis de San Sebastián en la que sacamos a la luz algunas publicaciones ‘de casa’, tanto en castellano como en euskera. En la ocasión presente, me consta que los responsables de la editorial han hecho un esfuerzo de distribución, para que el libro pueda estar disponible en todas las librerías religiosas de España. Aun así, existe la posibilidad de adquirirlo por Internet (www.enticonfio.org).