ReL entrevista al sociólogo católico J.C. García de Polavieja con motivo de la publicación de su último libro “Decisiones responsables” (Sekotia) sobre Winston Churchill.

- En realidad, no es un territorio alejado, porque en el libro late la misma inquietud de siempre: la defensa de la civilización cristiana. De lo que queda de ella. He tratado de explicar lo que pasó durante unos meses clave en la historia del siglo XX. Es fácil para el lector captar esa trama de fondo. Tampoco es exactamente una novela de ficción, porque varias situaciones han sido descritas a partir de confidencias transmitidas por sus protagonistas.
- Churchill es, en cierto modo, la última encarnación de la Inglaterra protagonista de la modernidad. Las naciones tienen su propia alma y Churchill representa el estado espiritual de su pueblo durante un tiempo. Él encarnó una clase dirigente comprometida con el sentido último de las revoluciones del s. XVII, aunque lo hizo en el momento en que esa clase perdía gran parte del poder. Era una oligarquía a la cual, para seguir gobernando, se le exigió cumplir programas no elaborados por ella. En realidad, se trata de un proceso intensificado desde entonces y a cuyos últimos movimientos asistimos hoy. Lo más interesante de la personalidad de Churchill es precisamente su intento, persistente aunque fracasado, de conservar un margen de autonomía acorde con la mitología del parlamentarismo británico. Con habilidad política y gracias a su capacidad de maniobra pudo sostener las apariencias prácticamente hasta la segunda guerra mundial.

- No han dejado de existir como tales, aunque ya no les queda soporte. Queda sólo la carcasa simbólica, la pompa y circunstancia, dentro de la cual se lleva a término un programa de descristianización social. Pero es cierto que, para llevarlo a cabo, los figurones actuales se ven obligados a agitar de vez en cuando esa carcasa, como si tuviese significado: Recuerde al primer ministro rescatando hace unos días “las raíces cristianas del Reino Unido” y la vigencia de la Biblia, al poco tiempo de haber tratado de imponer sin éxito las legislaciones de género a varios gobiernos de su comunidad de naciones. El gobierno conservador tiene que mostrar, para mantener un mínimo de credibilidad, su vinculación a un cristianismo difuso. Lo cual, dicho sea de paso, no les es difícil, dada la delicuescencia de la iglesia oficial anglicana.

- Lo que subsiste es un instinto de supervivencia, propio de una sociedad de nivel cultural alto, porque las clases medias británicas comienzan a ser conscientes del callejón sin salida al que han sido conducidas. Ese instinto tiene reflejos cristianos, pero es todavía muy minoritario. Sin embargo, la desazón popular está alimentando por primera vez fuerzas políticas críticas hacia el sistema, como el Partido de la Independencia (UKIP) lo que obliga al aparato conservador a guardar más las apariencias.

- Churchill era un personaje impredecible. Hoy, probablemente estaría tratando de tender puentes entre el UKIP y los conservadores… Con las miras puestas en su protagonismo personal. Pero los líderes del UKIP son diferentes: Nigel Farage es un estratega sumamente inteligente y hay otros, como Lord Monckton, que tienen bastante claras las dimensiones del problema. Es admirable que, siendo conscientes de aquello a lo que se enfrentan, no tiren la toalla. Me consta que cultivan un tipo de fortaleza ligada al Evangelio y a un horizonte de esperanza, digamos, apocalíptico.

- Por supuesto que lo digo. Cualquier persona que tenga dos dedos de frente está hoy mirando a la teología de la historia, aunque sea con el rabillo del ojo. De hecho, la clase política inglesa es experta en analizar los signos de los tiempos, aunque lo haga de tapadillo. La mala conciencia histórica les obliga a estar muy atentos. Disraeli era un experto intérprete de las profecías bíblicas. Y casi todos los políticos de esas islas han tenido en un momento u otro esa curiosidad.

Bromas aparte, no digo que todos escondan el Apocalipsis debajo de la almohada, pero sí que, desde el s. XIX le prestan atención, lo que quizá se debe a la conmoción escatológica, muy profunda, que provoco el movimiento de Oxford: El hoy beato Newman y sus compañeros, Froude, Keble, etc., al enfrentarse al liberalismo religioso se vieron obligados a estudiar muy a fondo las previsiones de la esperanza cristiana. La propagación de sus concepciones entre la clase dirigente anglicana fue mucho más extensa y duradera de lo que se piensa. El interés con que trataron el tema impulsó una corriente necesariamente subterránea, pero fuertísima hasta el día de hoy. En más de un sentido es una corriente que se echa en falta en el mundo católico.

- No, en España no del todo, gracias a los esfuerzos de la escuela tomista de Barcelona, los Rovira, Orlandis, Canals, etc. Y tampoco en Hispanoamérica, gracias pensadores como Leonardo Castellani o Caturelli. El libro de Canals “Mundo histórico y Reino de Dios” se ha convertido en un clásico, imprescindible para todo el que quiera empezar a conocer el tiempo que estamos atravesando.

- Cada nación está siendo juzgada de acuerdo con su papel histórico, aunque los veredictos no son todavía firmes. Ciertamente, los papeles de Inglaterra y de España han sido muy distintos, sobre todo en la modernidad. Pero la magnanimidad de Dios es infinita, también respecto a las naciones. Nosotros tenemos la ventaja de la protección de la Virgen María, aunque le demos de lado con demasiada frecuencia.

España está sufriendo mucho ahora, pero es un sufrimiento purificador. Y esperamos que no tenga que ser excesivamente largo. El Señor nos está despojando de todo, a unos de una manera, a otros de otra, con vistas a que nos entreguemos, nos refugiemos sin reservas en su Sagrado Corazón. España ocupa un lugar importante en el proyecto divino de recreación del mundo y del hombre.

- A todos los españoles, porque todos somos, en el fondo, católicos, les diría que tenemos que hacer un examen profundo de conciencia, reconociendo nuestra miseria hasta el más escondido de sus recovecos. Desvelando nuestra conducta ante Dios hasta que el alma quede transparente. Y que lo hagamos con urgencia, antes de que el Espíritu Santo lo haga desde dentro, de forma abrasadora y universal. Y les diría que, una vez hecho ese examen de conciencia, nos abracemos a Jesucristo con absoluta confianza.

- El convencimiento respecto al pecado es doloroso, pero es la puerta de la misericordia.

 FICHA TÉCNICA  COMPRA ONLINE
Título: Decisiones responsables CriteriaClub
Autor: J. C. García de Polavieja  
Editorial: Sekotia  
Páginas: 248 páginas  
Precio 20 euros