Cuestión de derechos es una película norteamericana de ficción que se estrena el 12 de noviembre en España, contando la historia de un embarazo inesperado y un juicio cuando el padre intenta proteger en los tribunales el derecho de su hijo a nacer.
Ha sido ganadora del premio Película Más Inspiradora del Festival Internacional de Cine Cristiano en 2019.
Es verdad que es inspiradora, edificante y hace pensar, y tiene muchos elementos cristianos valiosos, aunque cinematográficamente no sea una obra maestra.
Hacer visible al varón, al padre, al abuelo
Desde el punto de vista del debate del aborto, su mayor aportación no es la batería de argumentos provida que expone, sino dar visibilidad a la figura del varón, del padre y del abuelo, que efectivamente también tienen cosas que decir y una vocación a proteger al débil, que en este caso es su hijo y nieto.
El joven Ethan (Ben Davies), buen deportista, buen estudiante y buen hijo, acude con mucha vergüenza a contar a sus padres que se acostó una sola vez con su novia, Emma (Emma Elle Roberts, actriz que conocimos en Unplanned), y la dejó embarazada.
Ethan y Emma no deberían haberse quedado solos en casa esa noche...
En un interesante giro de guion, resulta que sus padres también tuvieron una juventud marcada por el aborto y tienen dos historias que contar: cómo cayeron allí, y cómo salieron de allí.
Estos abuelos jóvenes y animosos, buenos cristianos hoy, pero que conocen el lado siniestro del aborto de cerca, aportan mucha fuerza a la película.
De hecho, estamos tan acostumbrados al tópico fílmico del "padre que no se entera" y "padre cristiano que abronca y no escucha" que encontrarnos con unos padres cristianos que escuchan, acompañan y apoyan con su sabiduría de la vida... ¡parece increíble!
¿Se rompe un cliché en el cine? Por fin unos padres cristianos y provida, escuchan y cuentan su propia historia, porque han aprendido de la vida
La madre "muy guay" que te empuja a abortar
En el otro lado, tenemos a Emma, sin padre, hija de una madre sola muy liberal y promiscua, que empieza la película intentando darle anticonceptivos y hablando de sus ligues. "Tu madre es muy guay", le dicen todas sus amigas. Ninguna de ellas hablará a favor del bebé.
La madre "guay" en realidad forma parte de una especie de cinta transportadora en la que quieren meter a Emma, conduciéndola rápidamente hacia el aborto. Quizá eso es lo que expresan las imágenes iniciales del filme: Emma está sola en un autobús, es decir, toda una estructura impersonal la traslada en su soledad.
Una escena fuerte que puede pasar desapercibida: los abortistas han recibido un pedido de tejidos fetales, les iría bien abortar al bebé de Emma y poder vender sus tejidos de inmediato
El primer tercio de la película narra la relación romántica entre los jóvenes, cómo se enamoran sinceramente y empiezan a tratarse. Después de acostarse, él expresa su arrepentimiento por esa relación, pero ella lo malinterpreta como un rechazo y se enfada y va. Y en ese enfado llega la noticia del bebé.
La película pasa entonces a mostrar un choque de cosmovisiones: los abuelos cristianos frente a la abuela liberal pro-aborto.
Ethan, una vez repuesto del primer impacto, apoyado en su familia, ofrece la posibilidad de casarse, o de dar el bebé en adopción, pero Emma responde con eslóganes abortistas prefabricados ("es mi cuerpo, el médico me dijo que no es un bebé, sólo una bola de tejido, no puedo tener ahora un hijo") y huye.
Una película de tribunales y argumentos
El filme pasa a ser una película de tribunales, que es lo que el tráiler prometía y lo que muchos espectadores esperaban con más ganas. Por desgracia, aunque la película examina los argumentos provida (y los abortistas) con más detalle que ninguna otra película hasta el momento, no llega a presentar del todo la fuerza de la postura provida.
Sí se centra en el tema básico: con la concepción, hay un nuevo ser humano y se le debería aplicar el primer derecho, que es el derecho a la vida. El título de la película en inglés es precisamente ese -"El orden del derecho"- puesto que el derecho a vivir (a que no te maten, en realidad) prima sobre otras consideraciones.
Emma está confusa y asustada y el sistema abortista es como una cinta transportadora que se aprovecha de su confusión y miedo
Y sí recoge una y otra vez un tema importante: las muchachas están confusas, asustadas, titubeantes, cuando son empujadas hacia el aborto por parientes, por el ambiente, por una cinta transportadora...
Y es importante que hable en el juicio un cirujano especialista en cirugía fetal y prenatal, cuyos diminutos pacientes, aún en el vientre materno son, por supuesto, pequeños seres humanos. Y repiten dos veces que en EEUU quien mata a una embarazada es condenado por doble homicidio.
La batería de argumentos en el tribunal es intensa y puede cansar a algunos espectadores, sobre todo en el tramo final de la película.
Decide el sentimiento, no la razón... y eso no basta
Y, sin embargo, los argumentos del bando abortista no son suficientemente refutados. De hecho, ningún argumento convencerá a Emma.
"Sentí que es mi bebé", dirá en cierto momento trágico. Es cierto que es su bebé, pero su convicción es un sentimiento casi arbitrario, no una razón razonada.
El espectador pro-aborto puede decir: "pues eso, quien quiera a su bebé que lo tenga, y quien no, que aborte", sin pararse a darse cuenta de que el sistema empuja a que una madre mate a su bebé pese a amarlo.
La sobrina nieta de Martin Luther King, Alveda C. King, hace un cameo como experta en una escena en la radio (su propia madre estuvo tentada de abortarla)
El cine debe ser mostrar, más que hablar
Los actores principales son razonablemente buenos, y tienen que hacer un trabajo complicado, porque el guion se basa demasiado en palabras, en contar historias y argumentos, y no en mostrar.
A la película Unplanned -la historia real de la ex-abortista Abby Johnson- la bloquearon en muchos sitios por sus escenas visualmente incómodas (por ejemplo, un organismo regulador francés exigió que se emitiera en horas más tardías).
Quizá por ese precedente, aquí no hay ni una escena incómoda. Todo son palabras, gente que habla.
Incluso los abortistas que comentan que necesitan más tejidos de bebé abortado porque tienen un comprador lo hacen de pie en un pasillo, nada de verlos bisturí en mano. Y los abogados amenazan con "un infierno en las redes sociales". Tampoco lo vemos, son todo palabras.
Sí hay algunos momentos de gran fuerza visual. Por ejemplo, cuando Emma se aferra al osito de peluche que le compró su novio, símbolo de vida frágil que requiere ternura... pero que también puede aportarla.
Algo toca el corazón de Emma en esta exposición de pintura religiosa
Y su visita a la muestra de pintura religiosa (una especie de neobarroco kitsch), la única alusión católica en la película: San Miguel con espada y armadura contra el demonio... y la Virgen con el Niño. Aunque los protagonistas y buena parte de los impulsores de la película sean protestantes, la fuerza visual de la Madre con el Niño queda reconocida.
Un punto débil de la película son los actores secundarios (fuera del núcleo de las dos familias), que son bastante malos. Y otro punto débil es que a la lucha en el tribunal, simplemente, le falta gancho.
Una película que hará bien en los institutos de secundaria
El lugar natural de esta película son los cineforums y las clases de ética (e incluso de biología) de los institutos de educación secundaria.
Carece de escenas escabrosas -lo que le debería permitir llegar a las televisiones generalistas-, es perfectamente asequible para chavales de 12 años (si se le dosifica) y funcionará muy bien para abrir debates. Los profesores harán bien si piden a los alumnos tomar nota de los argumentos y razonarlos. Esa es una mina a explotar.
Conoce también todo sobre la película Unplanned, basada en el caso real de Abby Johnson