Aunque recordada hoy sobre todo por su papel televisivo como Angela Channing en Falcon Crest, y por haber sido la primera mujer de Ronald Reagan, Jane Wyman (1917-2007) fue una primera figura en el Hollywood de los años 50, dirigida por directores como Billy Wilder, Alfred Hitchcock o Douglas Sirk. Ganó un Oscar en 1949 por Belinda y fue nominada en otras tres ocasiones.
Wyman se casó cinco veces (su último divorcio fue en 1965) y tuvo tres hijos de los ocho años de matrimonio con Reagan (19401948). Con Sirk, y replicada en el papel masculino por Rock Hudson, interpretó en Obsesión (1954) y Sólo el cielo lo sabe (1955) dos de los melodramas románticos más lacrimógenos de la historia del cine, y que en parte reflejan la dureza de su propia vida personal.
Sus padres se divorciaron siendo ella pequeña, y su padre murió cuando tenía cuatro años, y fue adoptada. La educaron y creció como protestante, pero algo en su vida empezó a cambiar en 1951 a raíz de rodar la película The blue veil, estrenada en España como No estoy sola, y en la que participaron Charles Laughton y una Natalie Wood que aún no era una estrella.
Como cuenta Mary Claire Kendall en un artículo publicado en el National Catholic Register, parte del rodaje tuvo lugar cerca de la catedral de San Patricio, en Nueva York, que según su amiga Virginia Zamboni se convirtió en su templo favorito, que visitaba con frecuencia. Acabó siendo un catalizador de su conversión, aunque tardara todavía mucho en producirse.
De hecho, ya por entonces empezó a ir habitualmente a misa junto con su amiga y también actriz Loretta Young (1913-2000). Se encontraba muy afectada por su divorcio de Reagan y por la muerte de una de sus hijas recién nacida en 1947.
El argumento de No estoy sola incluía también el fallecimiento de un hijo de la protagonista, así que sirvió de catarsis y reflexión para Jane. En esa época meditó mucho sobre las enseñanzas católicas sobre el sentido del sufrimiento, que fueron -subraya Zamboni- como "una bofetada en la cara" para ella.
A partir de entonces empezó a guardar una gran devoción a la Virgen María, y el día de la Inmaculada de 1954, justo al cumplirse un siglo de la proclamación del dogma por Pío IX, entró oficialmente en la Iglesia.
Aún habría de casarse y divorciarse una vez más, pero pasado el tiempo se refugiaba con frecuencia en un convento de dominicas de Los Ángeles. Desde 1994 asistió a la parroquia del Sagrado Corazón de Palm Desert, también en California, donde fue siempre muy generosa en los donativos, según atestigua el párroco, Howard Lincoln.
Murió en 2007 y fue enterrada en una caja de pino y con hábito de terciaria dominica. Su fe, concluye su amiga Virgina, "lo significaba todo para ella".