Anna Gulak pintó por primera vez el rostro de Juan Pablo II como boceto de una escultura. Mientras la hacía, recordó cientos de expresiones del Papa y las plasmó en dibujos. Ahora ha convertido esos bocetos de 3 metros de altura en un modo de homenajear al Papa y provocar al público: "Evocan los grandes carteles artísticos. Porque la actual cultura de comunicación de masas está llena de anuncios enormes y vallas publicitarias que atacan la mente del espectador”.
En el año 2010, la Santa Sede encargó a Anna Gulak que diseñase una de sus medallas. Ahora, con los dibujos de Juan Pablo II, asegura que ha comenzado un viaje que no sabe cómo ni cuándo terminará.