Se ha presentado en Madrid la compilación en facsímil de los cuatro libros que escribió santa Teresa de Jesús: Vida, Camino de Perfección, Castillo Interior y Fundaciones, más de 600 páginas de autobiografía escritos a mano por la Santa, que en su época fue un verdadero best-seller, y con los años se ha convertido en un long-seller.
La Editorial Monte Carmelo ha concluido un proyecto verdaderamente faraónico, la prueba es que ha durado diez años, y con esta edición se permite salvar para la posteridad los textos originales de los manuscritos, cuyo estado actual de conservación era muy delicado y no permitía un estudio directo de los mismos.
La edición de las cuatro obras ha sido realizada por el especialista teresiano padre Tomás Álvarez, y ha contado con la inestimable colaboración y ayuda de Asun Aguirrezábal de Antoñanzas.
Precisamente éste fue uno de los obsequios que la Fundación Madrid Vivo entregó al Papa Benedicto XVI en una audiencia privada concedida con motivo de su trabajo en la organización de la próxima Jornada Mundial de la Juventud.
ReL ha hablado con Asun Aguirrezábal de Antoñanzas de este gran proyecto que acaba de ver la luz y de la vertiente literaria de la santa.
- En los momentos de su pre-vocación hacia el Carmelo, influyeron en su acercamiento a la oración de intimidad con Dios los franciscanos: Francisco de Osuna y Bernardino Laredo. En el “Tercer Abecedario”, famoso libro de Francisco de Osuna, Teresa descubre la oración de recogimiento. Empieza su afición a los libros “fuertes”. Continúa leyendo al P. Granada, a San Juan de Avila, etc.
La Biblia será su mayor apoyo así como el breviario carmelitano con el que, aunque escrito en latín, se familiarizó y lo leía a diario. Ya monja carmelita, y en momentos de crisis espiritual, leyó emocionada las “Confesiones” de San Agustín, cuya influencia será decisiva en su “conversión”.
- El Flos Sanctorum o “Leyenda Aurea” marcó su infancia hacia la trascendencia (Vida 1,4 “La verdad de cuando niña) y el “para siempre, siempre, siempre” que repetía constantemente con su hermano Rodrigo.
La contemplación de las imágenes, preciosas xerografías, de la Pasión del Señor y, sobre todo, de la Oración en el Huerto, que los hermanos Cepeda contemplaban embelesados, marcaron su inicio en la oración.
También influyó el Flos Sanctorum en su vocación misionera inspirando su famosa fuga a “tierra de moros”, para ser descabezada y ganar la gloria. Recordemos que este famoso libro de su época fue decisivo en Iñigo de Loyola y en el cambio de rumbo de su vida.
- Realmente el suyo es un caso extraordinario. Fue una apasionada lector aunque “mujer sin letras”. A los 1516 años escribió una novelita de caballería para sus amistades, que rápidamente quemó por temer que cayera en manos de su padre D. Alonso. Ella misma lo contó y el P. Rivera, su primer biógrafo, lo narra también.
Las grandes obras las escribió en los 17 últimos años de su vida, en medio de su labor de fundadora, con mala salud y continuos contratiempos y dificultades.
Su escritura fue espontánea, no se apoya en autores que conoce, ni consulta con expertos. Escribe como habla, sin titubeos ni correcciones. Así, por ejemplo, en el prólogo de las “Moradas”, asegura que “iré hablando con ellas (con las lectoras monjas) en lo que escribiré”. Los censores de sus libros son los que los llenaron de tachas e incluso tuvo que volver a escribir alguno de ellos por obediencia.
- Lo escribe en principio ante el acoso de sus primeras monjas de San José, que le piden pautas de oración. Es una obra de mujer para mujeres, íntima y coloquial.
Su intención es recordar a estas doce jóvenes, la vocación a la que han sido llamadas, “luchar desde la clausura a favor de la iglesia acosada”. Pero, poco a poco, va introduciendo en las páginas otros temas que le preocupan como la marginación de la mujer, su dolor por la quiebra de la unidad de la Iglesia, todo ello con ejemplos asequibles, la Inquisición y el comentario al Pater noster. Los censores tacharon y arrancaron algunas páginas.
Por este motivo lo escribe de nuevo (autógrafo de Valladolid) y, finalmente, lo considera apto para todos, y ella misma se decide a enviar una copia a Evora, para que sea publicada, donde estaba de arzobispo su amigo D. Teutonio de Braganza,
- Dice el P. Tomás Álvarez que el libro de las Moradas es más que un libro. Es el símbolo maravilloso del misterio del hombre. Es el alma de la autora que se va desplazando y elevando de Morada en Morada hasta llegar a la séptima, donde cinco años antes de morir depositó lo mejor de su mística, su experiencia del misterio de Cristo, de la Trinidad y… del alma humana. Es toda una exposición revolucionaria para su tiempo.
Este manuscrito de las Moradas es el único que no está en el Monasterio de El Escorial y se conserva en el convento de las Madres Carmelitas de Sevilla.
- Efectivamente es el último libro de la Santa y es el libro de una andariega. Lo comienza en Salamanca en 1573 y lo termina diez años después, cuando su corazón se pare en Alba de Tormes.
Si en “Vida” narra la historia de su alma, puro paisaje interior, en “Las Fundaciones” relata su entrada en los caminos de España, en la sociedad de su siglo, en la dramática evolución que sufre su Orden.
Un relato lleno de personajes de todo nivel social y eclesial, de caminos y posadas, palacios, carromatos y peripecias, todo ello engranado dentro de sus vivencias místicas.
Sí, hubo varios motivos importantes. Primero, Santa Teresa no fue publicista a pesar de ser escritora y, por tanto, los originales no cayeron en el cesto de los papeles de la imprenta.
Las monjas los conservaron con gran cariño. Cuando Felipe II construyó el Monasterio de El Escorial, quiso acogerles en su Real Biblioteca. Organizó un “camarín” especial para los grandes libros de Santa Teresa (1592).
A lo largo de estos siglos, los manuscritos han sufrido más de un percance. Sus anécdotas alargarían este cuestionario. Solo expondremos el hecho de que milagrosamente se salvaron del expolio de las tropas napoleónicas, escondiéndolos en una iglesia de Madrid.
También, durante nuestra guerra civil, abandonaron su refugio de El Escorial, siendo localizados en la frontera francesa y devueltos a su cobijo en la regia biblioteca. Allí se siguen conservando con verdadero esmero por el Patrimonio Nacional.
Los años y la tinta van erosionando el papel y por miedo de perder estas reliquias, durante más de diez años se ha venido trabajando para que los Facsímiles de los cuatro grandes libros de la Santa queden como reproducción exacta de ellos y se han publicado en edición fotostática del autógrafo, acompañada de la versión paleográfica, para mayor disfrute de sus lectores.