Un reportaje de Sam Adams en el último número del semanario católico The Tablet da cuenta de todas las actividades que, a iniciativa propia o por solicitud de las autoridades, desarrollará la Iglesia durante los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

El plan de acción cubre un amplio rango de áreas de atención, según explican John Armitage, vicario general de la diócesis de Brentwood (un monseñor de 56 años que fue un "aceptable velocista" en su juventud) y presidente del Comité Católico 2012, y James Parker, coordinador ejecutivo católico para las Olimpiadas.

Por un lado, de los 10.500 deportistas que se espera participen en el evento, las dos terceras partes serán de religión cristiana, y de ellos la mitad serán católicos. Eso hace un total de más de 3.500, y para ellos se pondrá en marcha un equipo de veinte capellanes que estarán siempre disponibles.

Y no sólo, obviamente, para ellos, sino también para los 20.000 periodistas que cubrirán los Juegos, y para los miles de aficionados que asistirán a las distintas competiciones.

Este plan, que se ha estado preparando durante los dos últimos años y ya está ultimado, prevé también la creación de dos centros de hospitalidad para todos ellos, uno en el anillo olímpico y otro en la catedral de Westminster. Del mismo modo, en la iglesia de San Francisco en Stratford habrá una exposición permanente del Santísimo Sacramento, día y noche, durante todo el tiempo que duren los Juegos, como lugar central de oración para quienes lo deseen a cualquier hora.

Además, 1200 jóvenes estarán como voluntarios en el llamado Campamento Jesús para atención de cualquier clase a los visitantes, y como complemento a la propia organización de las Olimpiadas.

Pero junto a estas actividades emprendidas motu proprio, algunas de las cuales tienen un corte ecuménico por estar coordinadas con otras confesiones cristianas, la Iglesia responderá también al requerimiento de las autoridades para otra misión: ayudar a controlar el submundo de delincuencia y prostitución que suele acompañar a cada cita olímpica.

En mayo, Kevin Hyland, inspector jefe de la Policía Metropolitana contra el tráfico de personas y la prostitución, se reunió con representantes de la conferencia episcopal inglesa para coordinar un plan de acción conjunto.

Las parroquias crearán durante esas fechas centros especiales para atender a las víctimas de la explotación. También establecerán clubes deportivos para crear una oferta de ocio pensada especialmente para los visitantes, e invitarán a los feligreses a ofrecer sus hogares a la acogida de personas como alternativa a otro tipo de alojamientos.

El objetivo es que exista un ambiente social con múltiples puntos de control para evitar que, con ocasión del festival deportivo, la calidad de vida de la ciudad y del mismo mundo olímpico no se vea afectada en exceso, y pueda disfrutarse del espectáculo deportivo y de la inyección económica que supone, sin ciertas degradadas contrapartidas de las últimas citas olímpicas.