Según los especialistas, el 80 por ciento del Patrimonio Histórico español se encuentra en manos de la Iglesia. Las Fuerzas de Seguridad, pero también entidades públicas y privadas, son las encargadas de salvaguardar esos retazos de Historia de nuestro país. Sin embargo, la mayoría de los inmuebles religiosos están situados en pequeñas poblaciones o entornos apartados, zonas despobladas donde los robos son más fáciles y, por lo tanto, más frecuentes.
Fuentes consultadas por ABC aseguran que el Patrimonio Histórico español pierde al año entre 120 y 150 piezas de carácter religioso, de las que sólo son recuperadas un 30 por ciento.
Gonzalo Santonja, autor de «Lo que se llevaron de esta tierra» (1994), asegura que la mayoría de estos robos son cosas que carecen de valor económico, nada comparado con el robo del Códice Calixtino, hecho que califica de «insólito» y «gravísimo», sólo comparado con lo que supondría el robo de «Las Meninas» en el Prado.
El hecho de que los hurtos sean sobre todo de piezas de escaso valor económico tiene que ver con que objetos como el Códice Calixtino no tienen salida en el mercado.
Se trata de piezas de tal relevancia y valor que cualquiera los reconoce como robados. Por lo general, el modus operandide estas bandas consiste en el traslado de las piezas al extranjero, principalmente a Portugal, Francia e Italia.
Los ladrones suelen ser clanes familiares, muy pequeños, que se dedican a la compraventa de arte, y que en la mayoría de las ocasiones realizan intercambios con otros clanes extranjeros para después vender las piezas en España. Durante las intervenciones policiales incluso se han llegado a incautar catálogos de las iglesias o inmuebles religiosos en los que se produjeron los robos.
Pero, como en todo, siempre hay la excepción que confirma la regla. Un ejemplo es el robo del «Beato de Liébana», en septiembre de 1996, del Museo Diocesano de La Seu d´Urgell (Lérida).
El códice, del siglo IX y valorado en la fecha del robo en 18 millones de dólares, fue sustraído por unos encapuchados a plena luz del día. Cuatro meses después, en enero de 1997, se recuperó en la consulta de un psiquiatra de Valencia. Durante años se consideró el caso más grave ocurrido contra el Patrimonio Histórico... hasta ahora.