El destacado intelectual Juan Manuel De Prada ha denunciado que el pensamiento católico contemporáneo se ha desnaturalizado al haber roto la unidad entre las verdades naturales y las sobrenaturales, ruptura que ha hecho que, por ejemplo, en política o economía no tenga otra opción sino la de elegir entre la ideología (marxista o liberal) y el silencio.

En un artículo de opinión publicado este lunes en el diario ABC, De Prada hace referencia a la polémica sostenida en el siglo XII entre Santo Tomás de Aquino y Siger de Brabante, "quien sostenía que existían dos verdades, si no contrapuestas, al menos perfectamente deslindadas: una verdad sobre el mundo sobrenatural y otra sobre el mundo natural, de tal modo que el filósofo podía abordar el estudio de cada una de ellas por separado, dividiendo tranquilamente su cabeza en dos".

De Prada recuerda que "frente a las tesis de Siger de Brabante, Santo Tomás sostenía que el estudio de la naturaleza y de las realidades humanas era siempre fragmentario e insatisfactorio si no se abordaba desde una ´unidad de mente´ que permitiera abrazar abarcadoramente las realidades ultraterrenas" y sostiene que "aquella polémica la ganó Santo Tomás ante el tribunal académico; pero, desgraciadamente, Siger de Brabante se ha llevado el gato al agua ante el tribunal de la historia".


Para el pensador español, "el pensamiento católico ha aceptado lastimosamente el dualismo, estableciendo un dique o frontera entre lo natural y lo sobrenatural; y, de este modo, se ha resignado a enjuiciar la realidad natural con categorías estrictamente ´naturales´ (políticas o económicas o estéticas o sociológicas o como demonios se quiera), confinando la teología a un ámbito estrictamente sobrenatural".

Además de que, "así, desencarnada de las realidades naturales, la teología se ha desecado, convirtiéndose en una disciplina árida", continúa De Prada afirmando que, "el pensamiento católico, privado de la savia que le daba sustento, se ha ido desnaturalizando, de tal modo que, cuando quiere formular teorías políticas o económicas, sólo le restan dos posibilidades: o aceptar las categorías ideológicas establecidas (llámense liberalismo o marxismo o cualquier otro híbrido monstruoso surgido de la coyunda entre ambos) o callar para siempre".

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