Desde su nacimiento en 1934 como National Allied Publications, la editorial DC Comics ha ido adaptando sus superhéroes a los cambios sociales, pero para muchos lectores de Batman se ha cruzado una línea roja con la elección de uno de los nuevos socios del superhéroe.

En efecto, cuando hay barrios enteros en Francia tomados por la inmigración islámica, cuando comienza a haber problemas serios de aplicación de la sharia, cuando en esas zonas se producen violentos incidentes de orden público cada vez que surge una protesta social, resulta chocante que los editores hayan elegido a un musulmán como el encargado de salvar Francia de «los malos». El personajes se llama Bilal Asselah (Nightrunner como nombre de guerra), es argelino, de confesión suní (se le ve rezar en diversas viñetas) y Batman le recluta como su aliado en París para vencer a una banda de asesinos con implicaciones políticas y raciales y «salvar Francia».

Esta peculiar elección religiosa, en un país donde la construcción de una gigantesca mezquita en la Zona Cero ha reabierto todas las heridas del 11-S, no es casual, y en los blogs y foros conservadores de Estados Unidos se está denunciando la paulatina adhesión del mundo del cómic, tan importante en la formación juvenil, a una corrección política que desprecia o ignora, sobre todo, las raíces cristianas del país.

Recientemente, por ejemplo, el analista Warner Todd Huston denunciaba en Publius´ Forum cómo la Marvel había publicado una historia en la que el Capitán América consideraba al Tea Party enemigo de Estados Unidos (la empresa se disculpó posteriormente), o cómo otra importante editorial, Archie Comics, anunciaba un próximo superhéroe gay.

Pero a Barack Obama le gusta que los musulmanes sean integrados en este tipo de publicaciones, e incluso ha recomendado cómics que explícitamente fomentan los principios islámicos y son financiados en países de esa religión para hacerla penetrar en Occidente.

De ahí que la moda esté calando incluso con un personaje como Batman, probablemente el más popular en todo el mundo después de Supermán. En cuanto a Huston, que ha sido acusado de racista por estas denuncias, tiene claro que el problema no está en la religión de su socio en sí misma, sino en transmitir a los jóvenes una visión deformada de la realidad, en este caso de la realidad francesa: «Nunca he dicho que los musulmanes no puedan ser superhéroes. Lo que he dicho es que convertir en el socio de Batman a un musulmán es un ejemplo de la estupidez de la corrección política, porque los musulmanes no están "salvando" Francia, la están destruyendo».