En la catedral de Valencia se venera desde el siglo XVI el que la tradición dice que fue el cáliz que Cristo utilizó en la Última Cena. Este Santo Grial es una de las grandes reliquias de toda la cristiandad aunque han estado en grave peligro en varias ocasiones, como cuando en la invasión de las tropas napoleónicas estuvo a punto de caer hasta en tres ocasiones durante los asedios a la ciudad.
Así lo atestigua César Evangelio en el libro Salvamentos del Santo Cáliz en la Guerra de la Independencia. Valencia-Alicante 1809-1810, que ha sido presentado este miércoles en la catedral de Valencia.
El "papel heroico" de un sacerdote
En este proceso de salvaguardar esta reliquia tuvo un “papel heroico” el sacerdote Pedro Vicente Calbo, que logró salvarlo en circunstancias extremas, cuando tuvieron que sacarlo de Valencia por mar a Alicante y en una segunda ocasión a Ibiza.
El autor del libro, César Evangelio, ha estado cinco años investigando sobre este tema
Según recoge el Arzobispado de Valencia, César Evangelio, especializado también desde hace décadas en aquella época histórica, ha culminado una investigación de cinco años sobre el manuscrito en el que el Padre Calbo dejó fiel registro de aquella auténtica peripecia y sobre otros legajos del Archivo de la Catedral de Valencia.
Un viaje lleno de peligros
Este sacerdote fue director del Seminario de Valencia, beneficiado de la Catedral y hombre de confianza del canónigo Alcedo, a quien encargaron el traslado del Santo Cáliz a Alicante cuando Valencia sufrió su primer asedio en 1809. Él conoció los hechos porque en el traslado a Alicante y a su vuelta a Valencia estuvo siempre al frente, incluso en solitario cuando falleció Alcedo en aquellos traslados. El propio Calbo llegó a llevar la reliquia consigo mismo.
El Santo Cáliz, con el tesoro de la Catedral, permaneció en Alicante en 1809 (donde estuvo diez meses) e Ibiza en 1810 (donde permaneció año y medio) antes de ir a Mallorca donde estuvo hasta el final de la ocupación francesa de Valencia.
El tesoro viajó en varias decenas de cajones de diversa magnitud. Según el padre Calbo, en el regreso desde Alicante a Valencia hubo tormentas y zozobras, si bien las piezas apenas sufrieron. “Hubo grandes riesgos derivados del peligro francés, del peligro español por apropiarse de las riquezas no imprescindibles para el culto, del mar al hacerse los traslados en las peores épocas de navegación, y de los corsarios enemigos que se presumían al corriente. A ello se sumaba el peligro de una población a la que parece haberse querido manipular vertiendo acusaciones sobre el contenido del cargamento evacuado, quizá en el ánimo de utilizar el episodio para provocar cambios en el poder político local. Vistos los numerosos avatares, incluida una navegación con graves contratiempos, puede considerarse un verdadero prodigio el que el Santo Cáliz superase aquel tiempo”.
Según el autor del libro, César Evangelio, para este trabajo ha recibido “dos grandes ayudas”, la del relator de esa crónica, que es quien merece toda nuestra consideración”, el padre Calbo, uno de los “héroes de aquel episodio”, que hizo una “crónica perfecta, escrita con una grandísima inteligencia y un gran sentido analítico”, y la del propio Archivo de la Catedral, a su personal y responsable por sus orientaciones y facilidades para el estudio.
"Lo defendió por donde iba pasando"
Asimismo, ha destacado que “existe algo de providencial, de prodigioso, en el hecho de que el Santo Cáliz finalmente sobreviviera a toda aquella etapa, simplemente por los traslados marítimos, en los que hubo momentos muy peligrosos, de mucha tormenta, incluso en momentos de enfrentamiento con las tropas francesas”.
En esa misma línea se ha expresado el canónigo conservador del Patrimonio Artístico de la Catedral, Jaime Sancho, que ha elogiado la figura del Padre Calbo gracias al que “hoy en día sobrevive el Santo Cáliz, porque - además de relator y beneficiado de la Catedral- lo defendió por donde iba pasando ante las autoridades que querían fundir el tesoro para hacer plata”.
“Como dice el autor, es algo prodigioso que el Cáliz haya llegado a nuestros tiempos, el Cáliz no tiene milagros pero sí el milagro de su conservación”, según Sancho que ha añadido que el libro se pondrá a la venta en librerías y en la tienda de la Catedral y de su Museo.