Benedicto XVI percibe España como «un país de contrastes dramáticos»; sin ir más lejos, «el contraste entre la República de la década de 1930 y Franco, o en la dramática lucha actual entre la secularidad radical y la fe decidida».
«La luz del mundo. El Papa, la iglesia y las señales del tiempo. Una conversación con el Santo Padre Benedicto XVI», el libro del escritor Peter Seewald que ayer se presentó en el Vaticano, recoge estas y otras muchas consideraciones del Pontífice sobre cuestiones teológicas, morales y sociales.
El libro, de 227 páginas en su edición en español, está dividido en 18 capítulos que condensan las 90 preguntas que Seewald le hizo, «sin censura», durante los varios días que duró la entrevista, que se llevó a cabo este pasado verano en la residencia de Castel Gandolfo, al sur de Roma.
A lo largo de esa larga conversación el autor comenta con el Papa que «parece amar muy especialmente España» y aquél le responde: «Por supuesto, España es uno de los grandes países católicos, que ha regalado a la Iglesia grandes santos y grandes impulsos, y que además ha marcado a América Central y del Sur». Añade que la historia reciente de España «es algo excitante» y acaba reflexionando sobre la contraposición entre «la secularidad radical y la fe decidida».
Ratzinger precisa «hoy como ayer (España), se encuentra en un gran movimiento histórico, que cuenta además con una pluralidad de culturas, entre ellas, por ejemplo, los vascos y los catalanes».
«España ha sido siempre uno de los grandes países católicos con vitalidad creadora», continúa, y recuerda que «si Dios quiere y me encuentro todavía con vida, entraré de nuevo en contacto con España, especialmente en la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid», programada en su agenda del año 2011.
Acerca de las razones por las que las visitas de los pontífices a España congregan a tantas multitudes, Benedicto XVI opina: «Existe una vitalidad de fe que, por lo visto, los españoles llevan en la sangre».