O´Barry llama la atención del director Louie Psihoyos para que lo acompañe a Taiji (Japón), un pequeño pueblo costero volcado en los cetáceos. Un paseo por el pueblo muestra el "amor" que sienten sus habitantes por estos animales, todo gira en torno a ellos. Pero tal vez sea aprovechamiento puro y duro, pues viven a costa de ellos. El lugar tiene una cala donde los pescadores apresan miles de delfines, que son exportados a todo el mundo para vivir en cautividad en zoológicos, acuarios, etc. Y la teoría de O´Barry es que allí no sólo se capturan delfines, sino que se eliminan a los que no resultan aptos para la cautividad.
 
El planteamiento del film es el esfuerzo por captar las imágenes de la crueldad con los animales. Y aquí Hollywood da al documental un aire de thriller que consigue que el espectador se encoja en la butaca. El grupo de activistas se esforzará en colocar un sofisticado sistema de cámaras. Las imágenes resultan duras, aunque hay que reconocer a Louie que no carga las tintas. Ver el mar teñido de rojo basta para saber la magnitud de la matanza.
 
The Cove es, por tanto, más que un documental de los que tanto se llevan ahora y que se podrían denominar "ecológicos". Se trata de un trabajo activista que puso en peligro la integridad de sus protagonistas que se saltaron a la torera las leyes japonesas una y otra vez. Louie se las ingenia para convertir su trabajo en algo parecido a una cinta de ficción en cuanto a la capacidad de enganchar al público, aunque no esté especialmente comprometido con la causa.
 
Si muchos documentales son tachados por el gran público de "aburridos", aquí no es fácil que ocurra lo mismo. La Academia quedó contenta con el resultado obtenido y premió a The Cove con el Oscar. (Decine 21)