Durante estos días un aluvión de noticias tanto en televisión como en la prensa informaban: “científicos españoles crean en China 132 embriones con mezcla de mono y humano, originando lo que se denominan quimeras”.
La investigación ha estado liderada por el español Juan Carlos Izpisúa, director del laboratorio de Expresión Génica del Instituto Salk de California (EEUU). Pero por cuestiones legales esta investigación fue realizada en China, suscitando sus resultados un enorme debate ético sobre la creación de quimeras de embriones híbridos humano-mono.
Son muchas las preguntas sobre las consideraciones éticas y las consecuencias de unas investigaciones cuyo supuesto objetivo sería crear órganos en animales para trasplantes en humanos. ¿Qué consecuencias tiene esta investigación?
Para dar respuesta desde un aspecto bioético, el Observatorio de Bioética de la Universidad de Valencia ha realizado una primera valoración a cargo de dos grandes expertos, Justo Aznar y Julio Tudela.
Aznar es doctor en Medicina por la Universidad de Navarra, ha sido jefe del Departamento de Biopatología Clínica y Coordinador de la Unidad de Investigación Bioquímica del Hospital Universitario La Fe de Valencia. Además es director del Instituto de Ciencias de Ciencias de la Vida de la UCV. Por su parte, Julio Tudela es doctor en Farmacia y director del máster de Bioética de la Universidad Católica de Valencia.
Este es el análisis que han realizado de esta noticia que tanto revuelo ha provocado:
Problemas éticos en la creación de embriones híbridos de humano y mono en la investigación de Izpisua
El pasado 15 de abril de este 2021, se publica en la revista Cell el primer trabajo en el que se describe la producción de híbridos humano-mono. Se inyectaron en embriones de mono (Macaca fascicularis) un tipo particular de células pluripotenciales humanas, células pluripotenciales expandidas (hEPSCs, por sus siglas en inglés), que fueron desarrolladas en 2017 y tienen un potencial quimérico mejorado, es decir, mayor capacidad de desarrollarse en el embrión animal huésped. En el trabajo que comentamos, se ha comprobado que las hEPSCs sobreviven, proliferan y generan varias líneas celulares en el embrión de mono in vitro.
Juan Carlos Izpisúa ha sido el responsable de esta investigación en China
Hasta ahora, el grupo de Izpisua y otros grupos, habían demostrado la producción de embriones quiméricos humano-animales, como ratón, cerdo o vaca, pero a pesar de los esfuerzos de los diferentes grupos de investigación, no se han podido producir quimeras en las que se genere una cantidad de células humanas suficiente para pensar que éstas pueden ser la base para crear tejidos y órganos en los animales con componente humano. Esto, al parecer, ha podido ser debido a que la distancia de la línea evolutiva de los animales utilizados está muy distante de la línea evolutiva humana. Para solventar esta dificultad, los autores utilizan aquí monos, cuya línea evolutiva es mucho más próxima a la humana.
Refiriéndonos especialmente a los resultados, los autores comprueban el desarrollo de las quimeras producidas hasta la fase de gástrula. Llegado a este momento evolutivo eliminan, en el híbrido producido, la zona pelúcida y de él obtienen las células humanas-animales, que trasferidas a un disco externo continúan desarrollándose. Por esta vía obtienen 132 líneas celulares de las cuales 3 sobrevivieron 19 días.
Consideración ética
Que estas experiencias suscitan problemas éticos es indudable, pues los mismos autores, en la discusión de su artículo, comienzan afirmando que han consultado con instituciones y expertos en bioética a nivel internacional, quienes al parecer han dado el visto bueno a su trabajo.
En relación con ello, habría que saber, en primer lugar, qué expertos bioéticos han sido consultados, pues como más adelante se comentará, a nuestro juicio, estas experiencias tienen un evidente carácter utilitarista, por lo que, si los expertos navegan por esa vía, es natural que no encuentren dificultades éticas.
Infografía creada por el diario El Mundo para explicar el funcionamiento de esta investigación
Pero al margen de ello, a nuestro juicio, son claras las dificultades éticas que este trabajo presenta. En primer lugar, y esencialmente, por las dificultades éticas que van unidas a la producción de quimeras humano-animales, que nosotros hemos tratado con anterioridad, y que se pueden resumir diciendo que es difícil de determinar qué grado de humanización alcanza el embrión quimérico producido, pues en función de ello, puede no ser ético generar y manipular estos embriones, ni mucho menos destruirlos.
Como en informes anteriores comentábamos, en los tejidos y órganos quiméricos producidos puede existir una colonización de células humanas de distinto grado, con la posibilidad de que dicha colonización se extienda más allá del órgano que se quiere producir y pueda incluso llegar al cerebro, lo que sin duda puede plantear problemas éticos difíciles de solventar.
En algunos de los trabajos anteriores, los autores intentan solucionar este problema produciendo animales transgénicos en los que se habría suprimido el gen generador de órganos que se quiere producir, por lo cual, en su opinión, este órgano solamente se colonizaría con células humanas, sin que hubiera opción de que se colonizara otros órganos, entre ellos el cerebro, pero esto dista mucho de estar fehacientemente comprobado. De todas formas, en el artículo que se está comentando, los monos utilizados no habían sido genéticamente modificados, por lo que la colonización de células humanas de distintos órganos permanece factible.
Por otro lado, además de producir órganos humano-animales, otra finalidad de estas experiencias, según sus autores, es poder estudiar las primeras etapas del desarrollo embrionario, e incluso ser utilizadas para profundizar en el mayor conocimiento de algunas enfermedades y en su tratamiento. Para conseguir ello, posiblemente sería suficiente utilizar embriones de monos, cuyo uso no presenta ninguna dificultad ética, pero si con estas experiencias se quieren acercar a lo humano, creando las quimeras que se están comentando, dichas dificultades éticas no parece que puedan obviarse.
En trabajos anteriores se planteaba una dificultad bioética adicional, pues en ellos se utilizaba embriones humanos, cosa que al parecer aquí se ha solventado pues las hEPSCs utilizadas proceden de humanos adultos.
Es decir, nos parece que, estas experiencias, al no poder determinar el grado de colonización humana de los tejidos y órganos producidos, no son éticamente aceptables, por lo que parece razonable aplicar un principio de prudencia antes de proseguir con estas investigaciones.
De todas formas, los autores en gran parte, justifican la eticidad de su trabajo afirmando que él puede dar lugar a la creación de órganos cuasi humanos, que pueden ser utilizados en trasplantes. Dado que en el momento actual existe una evidente carencia de órganos humanos para trasplantes, la posibilidad que aquí se alumbra de crear cuasi-órganos humanos en animales podría estar bióticamente justificada. Sin embargo, esta fundamentación bioética se sustenta en criterios claramente utilitaristas, con los que no estamos de acuerdo, pues nuestra línea de pensamiento es la bioética personalista, la que debe presidir las experiencias que se realizan con quimeras humano animales.