El Papa Francisco ha dirigido un mensaje al finalizar la Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia para la Vida, dedicada a la "algor-ética", la ética en un mundo de algoritmos, en un futuro que podría dejar demasiadas decisiones a una inteligencia artificial que no respete la dignidad de cada persona humana, y especialmente de las más débiles, las que "no cuentan".
El mensaje del Papa lo leyó el arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la Academia para la Vida desde 2016.
Los usuarios como meros "consumidores"
El Papa señala en su texto que “la era digital cambia la percepción del espacio, del tiempo y del cuerpo”, y ello “infunde un sentido de expansión de sí que ya no parece encontrar límites y se afirma la homologación como el criterio de agregación prevalente”, es decir, que “reconocer y apreciar la diferencia se hace cada vez más difícil”.
En el ámbito socio económico, señala que “los usuarios suelen quedar reducidos a ‘consumidores’, esclavos de intereses privados concentrados en manos de unos pocos”. A partir de los rastros digitales difundidos en Internet – constata – los algoritmos extraen datos que permiten controlar los hábitos mentales y relacionales, con fines comerciales o políticos, a menudo sin nuestro conocimiento.
Unos pocos saben todo de nosotros... y nosotros nada de ellos
Se trata de una asimetría por la cual “unos pocos saben todo sobre nosotros, mientras que nosotros no sabemos nada sobre ello”, lo cual – advierte el Pontífice – “ adormece el pensamiento crítico y el ejercicio consciente de la libertad”. El resultado de ello es que las “desigualdades se amplifican inconmensurablemente, el conocimiento y la riqueza se acumulan en pocas manos, con graves riesgos para las sociedades democráticas”.
Francisco afirma que, sin embargo, estos peligros “no deben ocultarnos el gran potencial que nos ofrecen las nuevas tecnologías”, puesto que “son un regalo de Dios”, “un recurso que puede dar buenos frutos”. Señala que las ciencias biológicas “están haciendo un uso cada vez mayor de los dispositivos puestos a disposición por la ‘inteligencia artificial”, y que dicho desarrollo induce “a cambios profundos en la forma de interpretar y gestionar los seres vivos y las características de la vida humana, que es nuestro compromiso proteger y promover”.
Manifestando su gratitud a la Academia Pontificia para la vida que ha “favorecido el diálogo entre las disciplinas científicas diferentes” el Sumo Pontífice asevera que “debemos dejarnos interpelar como creyentes, para que la Palabra y la Tradición de la fe nos ayuden a interpretar los fenómenos de nuestro mundo, identificando caminos de humanización, y por tanto de amorosa evangelización”.
Organismos sociales intermedios para la ética
A la luz de lo dicho, el Papa Francisco destaca la necesidad “madurar fuertes motivaciones para perseverar en la búsqueda del bien común, incluso cuando no hay un beneficio inmediato que se pueda obtener de ello”. En otras palabras, resume, “no basta sencillamente con confiar a la sensibilidad moral de quienes investigan y diseñan dispositivos y algoritmos, sino que es necesario crear organismos sociales intermedios que aseguren la representación de la sensibilidad ética de los usuarios y los educadores”.
El Santo Padre retoma el concepto de “algor-ética”, cuyo objetivo es “asegurar una verificación competente y compartida de los procesos mediante los cuales se integran las relaciones entre los seres humanos y las máquinas en nuestra era” para señalar que éste puede ser enriquecido “por los principios de la Doctrina Social de la Iglesia”, a saber, dignidad de la persona, justicia, subsidiariedad y solidaridad. Son principios de la Doctrina Social que expresan “el compromiso de ponerse al servicio de toda persona humana en su totalidad, sin discriminaciones ni exclusiones”.
El Papa finaliza su texto animando a los participantes a ir adelante “con audacia y discernimiento buscando formas de implicar cada vez más ampliamente a todos aquellos que tienen en su corazón el bien de la familia humana”.
En esta Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida han participado importantes personalidades internacionales, como el Presidente del Parlamento Europeo y el Director General de la FAO, junto con expertos de la tecnología informática.
(Sobre la importancia de la ética en la Inteligencia Artificial escribía hace poco un experto en El País, periódico nada cercano al Vaticano)