Guadalupe Ortiz de Landázuri (1916-1975), química, laica del Opus Dei, ya tiene fecha y lugar para su ceremonia de beatificación. El Papa Francisco ha decidido, por petición del prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz, que se celebre en Madrid, su ciudad natal, el sábado 18 de mayo de 2019, aniversario de la primera Comunión de la próxima beata. Presidirá la ceremonia de beatificación, como es común, el cardenal Angelo Becciu, prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos.
Esta química madrileña, que vivió diversos años en México e Italia, es la primera fiel laica del Opus Dei que llega a los altares.
El pasado 8 de junio el Papa aprobó el milagro que ha permitido la beatificación de Guadalupe. El milagro lo ha explicado con lujo de detalles la web del Opus Dei.
Guadalupe Ortiz, doctora en Química, profesora, laica en el Opus Dei
Un cáncer de piel curado sin explicación médica
Durante el verano de 2002, a Antonio Jesús Sedano Madrid, entonces con 76 años de edad, viudo desde 1991, que vivía en Barcelona, le apareció en la piel junto al ojo derecho una lesión parecida a un grano que le ardía y a veces dolía. Durante varias semanas se fijaron en ella sus tres hijos y algunos amigos. Sin embargo, no se aplicó ningún tratamiento.
Durante una revisión con su oculista, la doctora lo redirigió directamente al Hospital Clínico de Barcelona, para que le revisaran la piel. El 30 de octubre fue valorado en ese hospital por el jefe del departamento de oftalmología, quien llegó con seguridad al diagnóstico clínico de carcinoma basocelular, en la forma conocida como ulcus rodens. Es decir: cáncer de piel.
Este es uno de los tumores malignos más frecuentes de la superficie cutánea, afecta habitualmente a personas de edad avanzada y aparece con mayor frecuencia en la cabeza y en el cuello. Se suele tratar en estos casos con cirugía.
Al día siguiente, un cirujano plástico revisó a Antonio y confirmó el diagnóstico precedente: se trataba de un carcinoma basocelular. Sin perder tiempo, ordenó una operación urgente para extirparlo y explicó al paciente que era indudablemente un tumor maligno, pero que era posible eliminarlo mediante una cirugía que convenía llevar a cabo lo antes posible.
Para Antonio el diagnóstico de cáncer fue motivo de una gran preocupación y las personas más cercanas a él lo notaron. Mientras esperaba la cirugía esa preocupación fue en aumento, ya que el tumor empeoraba sensiblemente: se ulceró y comenzó a sangrar.
La historia del milagro en un vídeo de 6 minutos 50
Una estampa de Guadalupe Ortiz en Bonaigua
En el Oratorio de Santa María de Bonaigua, a donde iba a misa con frecuencia, Antonio encontró una estampa para la devoción privada a la sierva de Dios Guadalupe Ortiz de Landázuri y documentación sobre su vida. Enseguida surgió una simpatía personal y espiritual hacia ella, por lo que comenzó a pedirle con constancia por su curación. Lo mismo hicieron sus hijos y otros parientes, entre quienes Antonio repartió varias estampas de la sierva de Dios.
Antes de saber cuándo sería operado, Antonio estaba desanimado y asustado —también por otras complicaciones de salud— y, al conocer la fecha precisa de la cirugía, el miedo que tenía se agravó. Una noche en la que se encontraba especialmente nervioso, tomando entre las manos una estampa de Guadalupe, acudió a ella espontáneamente, con mucha fe: “Tú puedes hacerlo, haz que yo no tenga que ser operado, eso es poca cosa para ti”.
Después de invocar a Guadalupe, Antonio se calmó, durmió sin interrupciones y a la mañana siguiente se despertó sereno y descansado.
Se miró al espejo: todo cambió
Al mirarse esa mañana en el espejo descubrió que la lesión había desaparecido.
No podía creerlo; pensaba que esas cosas podían suceder a otras personas, pero no a él. Su estado de ánimo cambió completamente y esa mañana incluso bromeó al darle la noticia a una hija, que se quedó estupefacta.
Lo mismo sucedió con otra hija al constatar que el tumor había desaparecido de un día para otro, sin dejar siquiera un signo. Antonio llamó también a su hijo para darle la noticia y la transmitió además a otros amigos. Además, contactó con la secretaria del especialista en cirugía plástica para anular la intervención, ya que no había nada que operar.
Cuando el cirujano plástico revisó al paciente, comprobó la absoluta desaparición del cáncer, por causas desconocidas.
Su impresión inicial fue de susto. La primera pregunta que le hizo fue: “¿Dónde le han operado?”. A continuación, Antonio le contó los detalles de su curación y la intercesión de Guadalupe Ortiz de Landázuri.
La curación, acaecida de la noche a la mañana, era inexplicable.
En la historia clínica de esa fecha quedó escrito: “Ha desaparecido la lesión tras rezarle a la sierva de Dios Guadalupe Ortiz de Landázuri”. En sucesivas revisiones la curación fue confirmada.
Antonio Jesús Sedano Madrid falleció doce años después, en 2014, a causa de una patología cardíaca. Tenía 88 años. El cáncer de piel, del que se curó por intercesión de Guadalupe Ortiz de Landázuri, nunca volvió a aparecer.
El arzobispo de Barcelona decretó el 18 de mayo de 2007 la instrucción de un proceso canónico sobre el milagro. El 5 de octubre de 2017, el consejo de médicos en Roma de la Congregación de las Causas de los Santos examinó el caso. Los médicos destacaron los aspectos más relevantes de la curación en estudio: el adecuado proceso diagnóstico de la lesión, confirmado por especialistas médicos, y especialmente su curación en un periodo de pocas horas, sin mediar ningún tratamiento. Los peritos de esa congregación declararon los hechos no explicables desde el punto de vista científico.
Sucesivamente, el caso fue sometido al examen de los teólogos consultores, que en la sesión del 1 de marzo de 2018 declararon comprobada, más allá de toda duda razonable, la relación entre la curación milagrosa de Antonio y la invocación a Guadalupe Ortiz de Landázuri. El 5 de junio de 2018 la Congregación de las Causas de los Santos dictaminó que el caso debe ser considerado como un milagro. El Papa lo firmó el pasado 8 de junio.
Una mujer de ciencia y de fe
Guadalupe Ortiz de Landázuri (Madrid, 1916 – Pamplona, 1975) fue una de las primeras mujeres que siguieron a san Josemaría Escrivá de Balaguer en el Opus Dei.
Comenzó el bachillerato en el Colegio Nuestra Señora del Pilar, que dirigían los marianistas en la ciudad de Tetuán, donde su padre había sido destinado como oficial del ejército. En el curso que le correspondió era la única mujer y destacó por su audacia y sus buenas calificaciones académicas. Terminó el bachillerato en Madrid en el año 1933 y en octubre de ese mismo año se matriculó en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Central. Entre los sesenta alumnos de primer curso sólo había cinco mujeres.
La vida de Guadalupe Ortiz, en vídeo: 4 minutos y medio
En los primeros días de la Guerra Civil, en julio de 1936, su padre fue detenido y condenado a muerte dos meses después, tras un proceso sumario. Guadalupe permaneció al lado de su padre con su madre y su hermano Eduardo, confortándole en las horas previas a la ejecución. Pese al enorme dolor por la pérdida y al hecho de tener que huir de Madrid con su madre, no conservó nunca rencor hacia los autores de la muerte de su padre. Incluso años más tarde, al establecer su residencia en México, mantendría relación con diferentes personas procedentes del bando republicano, que se habían tenido que exiliar en ese país al finalizar la Guerra Civil española.
En 1939, tras el fin de la guerra, Guadalupe regresó a la capital de España, donde completó su licenciatura en Químicas y comenzó a dar clase en varios colegios. Fue entonces, cuando conoció al fundador del Opus Dei y entendió que Dios la llamaba a formar parte, con una disponibilidad total y viviendo el celibato apostólico, de esta nueva institución nacida en el seno de la Iglesia católica. Corría el año 1944 y Guadalupe tenía 27 años. Desde aquel momento se dedicó a buscar la santidad personal a través de su trabajo y de su quehacer diario.
En 1950 el fundador del Opus Dei le planteó la posibilidad de ir a México. De inmediato respondió positivamente y se trasladó con ilusión a ese país. Entre sus primeros proyectos estuvo una residencia para estudiantes universitarias en la calle Copenhague de la capital mexicana. Guadalupe se ocupó también de manera especial de la formación de las mujeres campesinas y de impulsar un proyecto de enseñanza: la escuela rural Montefalco, donde estas personas aprendían a leer y a escribir, así como algunos oficios manuales.
En 1956 regresó a Madrid, se doctoró en Químicas y se incorporó al Instituto Ramiro de Maeztu como profesora y, posteriormente, como catedrática en la Escuela femenina de Maestría Industrial de la capital. Colaboró en la puesta en marcha del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Domésticas (CEICID), donde impartió clases de Química de Textiles. Falleció en 1975 El pasado 5 de octubre sus restos fueron trasladados desde Pamplona al Oratorio del Caballero de Gracia de Madrid.
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